Todo el mundo sabe que el tourbillon se creó para tratar de compensar el efecto de la gravedad sobre los relojes de bolsillo. No todos sabíamos que el carrusel nació con la misma intención. Y muchos de los que sí lo sabían no sabían muy bien cómo explicar la diferencia entre uno y otro. Blancapain no lo ha explicado sobre escrito, sino sobre su nuevo modelo Blancpain Tourbillon Carrousel. De hecho Blancpain dejó de hacer torbellinos para centrarse en el carrusel y distinguirse así de las demás marcas, y desde entonces ha estado explicando por qué es mejor uno que otro. Y ahora lo que hace es demostrar su pericia poniendo a trabajar a los dos juntos.
La diferencia básica entre los dos mecanismos es la siguiente (y aquí cito directamente a la casa): en el caso del tourbillon, la caja está unida al barrilete a través de un único tren de ruedas, lo que significa que en caso de parada de esta unión mecánica, el tourbillon también se detiene, dejando de girar. En cuanto al carrusel, está unido al barrilete por dos trenes de ruedas. El primero transmite la energía necesaria al funcionamiento del escape, mientras que el segundo controla la velocidad de rotación de la jaula. Lo mejor es verlo en este excelente vídeo de la propia Blancpain.
Para los que apreciamos la relojería la traducción final es un disfrute aún mayor, ya que podemos (los que tengan el reloj, quiero decir) ver ambas complicaciones trabajando al unísono.
Y es que los 379 componentes del calibre están alojados en una caja de 44,60 mm de ancho y tan sólo 11,94 de alto (o sea que no se pelea con el puño de la camisa, o no demasiado). Pero si el calibre llama la atención, no lo hace menos el resto de la pieza. La esfera esmaltada presenta a las tres un calendario, mientras que el diseño curvado de los numerales romanos dan fluidez al conjunto. Se echa de menos unas manecillas más llamativas, ya que todo lo que ocurre en la esfera hace que se queden un poco fuera de juego.
El precio de la pieza es de 327.500 euros. Más información en Blancpain.es.