Cuando cursé mi MBA, allá por 1991, una de las asignaturas que tuvimos fue “Ética”. No fue, desde luego, de las más largas; más bien al contrario: fue casi fugaz. En ella se hablaba de prácticas responsables, de colaboración, de compromiso con el medio, de conciencia social… algo de no mucho éxito en una España en la que el personaje más admirado era Mario Conde (y uno de los signos del triunfo era tener un Rolex). En otros países occidentales las ideas al respecto eran más o menos las mismas.
Ahora, afortunadamente, la situación es muy distinta. Todos los sectores productivos, cuando menos occidentales, han desarrollado “conciencia social” y dedican parte de sus beneficios a impulsar todo tipo de acciones que benefician a sectores deprimidos o en riesgo en todo el mundo.
Este tipo de acciones, que se diferencian de las que llevan a cabo ONGs en que se publicitan, mantienen vivo un debate permanente e interminable: muchos piensan que las empresas que realizan estas consideradas “acciones caritativas” lo hacen por puro marketing; que se sirven de ellas para darse un crédito que no les corresponde; que son flor de un día; o que directamente lo hacen para pagar menos impuestos.
Otros pensamos que, ante la inacción de gobiernos e instituciones, todo lo que den bienvenido sea. Y personalmente me parece legítimo que les sirva de acción comercial; si tenemos que comprar un jabón de cocina (por poner un ejemplo de lo más prosaico) y uno dedica parte de la venta a una acción social lo compramos de buena gana, aunque sabemos que también beneficiamos a la marca. Lo mismo ocurre, como en lo que aquí discutimos, con la relojería.
Todas las empresas relojeras llevan a cabo alguna –cuando no varias- acciones de responsabilidad social: de carácter ecologista (IWC y las Galápagos), paliativo (OMEGA y Orbis), formativo (Montblanc y Signature For Good)… los ejemplos son casi interminables.
Chopard ha presentado en Basel su nuevo L.U.C Tourbillon QF Fairmined, que me parece una interpretación distinta y valiosa de compromiso social. Como ya es sabido, Chopard es de las pocas empresas que funde su propio oro. Eso quiere decir que tiene acceso al material desde su origen. Pues bien, lo que ha hecho la casa de los Scheufele no ha sido comprar oro sostenible a los intermediarios; ha negociado directamente con los mineros, a través de la Alianza por la Minería Responsable.
Estas son algunas fotos de uno de los proyectos de minería responsable:
Esto es algo muy distinto a hacer un reloj “a beneficio de”; es tratar de cambiar las cosas desde abajo. Sin ser inocentes y pensar que todo es flower power (no todo el oro puede ser sostenible, como no toda la agricultura puede ser ecológica), sí que creo que es encomiable lo que hace Chopard. En primer lugar, que levante la mano quien conociera a ARM y su trabajo con los mineros de América del Sur. El oro es el material más abundante del reloj, por lo que ahorrarse cuantos más euros mejor en el coste de material es algo que está en la cabeza de cualquier departamento de compras. Pudiendo ahorrar dinero «socialmente» en otros componentes, ha preferido hacerlo en lo que más peso (literal y figurativamente) tiene en la pieza final.
Entonces, ¿es mucho más caro el oro “fairmined”? No lo sé, pero seguramente no; pero sí garantiza un pago justo al minero, condiciones laborales adecuadas y protección del medio ambiente.
Y además el producto resultante es un relojazo.
Porque el L.U.C Tourbillon QF Fairmined tiene en su interior un movimiento L.U.C embellecido por un tourbillon y con una notable reserva de marcha de 9 días. El guardatiempos ostenta el certificado Qualité Fleurier, que no sólo certifica los acabados y la cronometría (a través del COSC), sino que somete al reloj a pruebas de uso muy exigentes: envejecimiento, humedad, frío, desgaste de la corona (sacándola y metiéndola muchas veces), campos magnéticos, impactos violentos. Un reloj con el sello Qualité Fleurier es, constructivamente, el mejor reloj en todos los aspectos.
Lo único que falta en esta ecuación es que mi cartera pudiera estar a la altura del precio del reloj, y aportar mi granito de arena. Pero eso es otra historia. Mientras tanto no queda sino aplaudir a Chopard.
La ficha técnica del reloj, por cierto, está aquí.