La reaparición del Sea Hawk de Girard-Perregaux en 2012 fue una sorpresa inesperada. Acostumbrados a sus formas clásicas, incluso en sus relojes de buceo, la forma y las características constructivas supusieron una rompedora afirmación de la capacidad de la manufactura para innovar y, como siempre, cautivar.
A la sólida estructura facetada de acero con un suave acabado satinado se unía un bisel poligonal. Ese bisel fue el que más cejas levantó en el mercado. ¿Estaba G-P aprovechándose de la archiconocida forma del Audemars Piguet Royal Oak? Nada más lejos de la realidad, en mi opinión. La casa de La Chaux-de-Fonds demostró que se puede presentar un octógono sin ser de Le-Brassus y con personalidad más que sobrada. La corona se trasladaba a las 4 y las manecillas e índices crecían en grosor para una mejor visibilidad: el reloj es hermético hasta 1.000 metros, donde la luz es nula, y es de vital importancia comprobar rápidamente el tiempo transcurrido en la inmersión.
Ahora se presenta una versión con la esfera en azul cobalto: un acierto completo. El azul, aunque sea muy convencional, es el color marinero por excelencia y a este reloj le va de perlas. Se mantiene la decoración con los puentes Girard-Perregaux pero ahora los sobrevuela unas manecillas de un naranja que con su contraste realza la visibilidad. Y le queda de fábula.
La parte trasera es cerrada por supuesto. Lleva el grabado de la serpiente, el tridente y el ancla que G-P patentó en 1897, y que significa «no hagas nada sin consejo».
A mí me gusta más la versión con correa de caucho que la del brazalete de acero, una vez más porque me parece más marinero -y deportivo en general.
El precio es de 9.800 euros para la versión de caucho y 11.000 euros para la de acero (pero siempre hay que consultar antes). Lo que sí está definida perfectamente es su Ficha Técnica.