¿Y qué tenemos por ese precio? Pues prácticamente todo. Para empezar una caja de 40 mm, suficiente para albergar toda la información pero sin abandonar las medidas del reloj «de vestir». Un calendario completo con la tradicional y sinuosa manecilla que marca la fecha, fases lunares -y Blancpain las pinta muy bonitas, muy principios del siglo pasado- y cronógrafo monopulsante. Yo hubiera preferido que en vez de un contador de 12 horas hubiera un pequeño segundero, porque para poner el reloj en su hora exacta todos queremos ver los segundos. Pero supongo que va en gustos. Ah, y un calibre automático bien decorado y visible. Por último, los pulsadores de ajuste del calendario y fases lunares van escondidos entre las asas, dejando así una superficie lisa.
Una excelente opción, en definitiva. Y esta, su ficha técnica.