Napoleón, el hombre que medía los tiempos bélicos como nadie, pidió a Abraham Louis Breguet que le fabricara un reloj que «se dé cuerda a media noche, se ajuste a la hora exacta y mueva el regulador si fuera necesario». La respuesta de Breguet fue descorazonadora: «dadme un aceite perfecto y os daré un reloj perfecto».
Girard-Perregaux presentó su reloj con Escape Constante en el que un delicado hilo de silicio que se tensaba y destensaba para transmitir la fuerza de manera continua. Ahora Ulysse Nardin presenta su propio escape en el que el eje del áncora desaparece, ya que está fijada sobre un bastidor circular de silicio por dos láminas arqueadas y enfrentadas. Estas láminas se tensarán y destensarán (igual que un clip para el cabello) de manera alternativa, haciendo que el áncora gire de un lado al otro sin generar roce. Además, y precisamente por las propiedades de los muelles de láminas cuando se extiende (deflexión), el esfuerzo inherente resiste la fuerza de carga, pero con una constante casi constante (cero). Es decir, la transmisión de la energía es constante.
Al prescindir de la tija del áncora y estar esta sobre el mismo plano que el bastidor se reduce la altura del calibre, lo que permitirá relojes más planos y, cuando menos en principio, más eficaces. Será, según dice la marca, a finales de año cuando este Ulysse Nardin Escapement se las verá con un reloj real. No será sino con los años que veremos la eficacia del escape, pero es un signo más de lo muy viva que está la relojería.