Yo no me canso de decir que Frederique Constant no tiene el reconocimiento que se merece. Una pequeña manufactura que crea sus propios movimientos y los ofrece a buen precio genera recelos, a menudo impulsados por la propia relojería tradicional suiza. Pero cuando se ofrece un producto de manera honesta y continuada el mercado acaba por bendecirlo y hacerlo suyo.
Desde un enfoque distinto eso es lo ha ocurrido con Nomos, y también con Frederique Constant. Sin embargo hoy nos vamos a fijar no en un reloj con calibre de manufactura, sino en un guardatiempos que alberga un 7750. No es mal principio, ¿verdad?
Los runabout son esos barcos a motor de madera que nos hacen babear de envidia desde los años 20. Carlo Riva fue el diseñador que creó, en los años 50, los más conocidos modelos, que pasaron a ser deseados (y poseídos consecuentemente) por artistas, aristócratas y hombres de negocio. Y no es de extrañar, porque son realmente bellos.
En 1998 se fundó la Riva Historical Society con la idea de localizar y ayudar a conservar y restaurar las magníficas embarcaciones creadas por Carlo, y desde 2012 Frederique Constant es su patrocinador. Como tal ha creado distintas ediciones especiales conmemorativas.
La que hoy presentamos es, en mi opinión, una de sus mejores ejecuciones en la complicación cronógrafo. Se presenta con caja de acero y de acero chapado en oro, con un diámetro de 42 mm. La esfera, como siempre ocurre en FC, tiene una esfera central guilloché que en este caso recoge muy bien los dos contadores y la fecha a las tres. Particularmente la fecha queda muy bien integrada, salvando el problema de su distancia del borde debida al diámetro del calibre (33 mm).
Llama también la atención que el reloj ha prescindido del pequeño segundero -el central es del cronógrafo- y se ha limitado a ubicar en espejo los contadores de 30 minutos y 12 horas. Una buena decisión porque hace más formal la compostura del guardatiempos. Al fin y al cabo nos bajamos de un runabout para entrar en el club social, que demanda elegancia…
Ese es también el motivo, imagino, por el que se ha hecho una caja chapada en oro. Hasta verla en vivo he de decir que no me atrae mucho, la verdad. Me parece que el acero pulido queda más elegante, particularmente al acompañarle la correa azul.
Son ediciones limitadas a 2.888 unidades cada sabor, con unos precios de 2.490 y 2.750 euros para la versión en acero y la dorada respectivamente. Por ese precio se tiene un cronógrafo elegante (¿no tiene un cierto aire al IWC Portuguese Classic?) y con un calibre que es un fuera borda en sí mismo. La caja además, y como otros años, se entrega con una reproducción a escala de un runabout. Aquí está su Ficha Técnica.
De nuevo una excelente oferta de la casa de Plan-les-Ouates.