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Los nuevos Conquest Classic Moonphase de Longines lo tienen todo

Longines Conquest Classic Moonphase en oro rosa

Ya está Longines sacándole los colores a sus compañeros de grupo Swatch: los primeros en presentar un modelo pre-Basel (que yo sepa) y encima un modelo que está destinado al éxito inmediato. Porque la verdad es que este nuevo reloj te ofrece todas las complicaciones más populares en una caja de tamaño controlado (42 mm) y a la vez elegante.

En efecto, el Conquest Classic Moonphase presenta un montón de complicaciones, quizá demasiadas: pequeño segundero, fecha, día y mes, indicador de 24 horas, cronógrafo con segundero central, contador de 30 minutos y de 12 horas y fases lunares. ¡Nada menos!

De hecho yo creo que le sobra la indicación de 24 horas, normalmente reservada para los relojes con segundo huso horario o los relojes mundiales. Su presencia en la subesfera del pequeño segundero a las 9 resulta en una sección un tanto agobiada, con un montón de números y dos manecillas. Contrasta con el espacio a las tres, tan sólo con el nombre, las alas y la palabra «Automatic».

 

El otro pero -que no me impediría en absoluto recibir con los brazos abiertos al reloj si alguien me lo regalara- es el de las fases lunares a las 6 en conjunto con un contador del cronógrafo: entre la manecilla de las 12 horas y la trotadora, ambas normalmente en reposo a las 12, se comen parte del cielo nocturno (algo que también le pasa, por ejemplo, al Zenith El Primero 410). Una pena, la verdad.

Son quejas que no van más allá, porque la verdad es que el modelo es realmente atractivo, con una esfera de nervaduras muy elegante, tanto la versión en negro como en plateado. Un modelo con tantas complicaciones parecería exigir un calibre desarrollado ad hoc, pero no: dentro se aloja un Valgranges -los movimientos grandes de ETA, con 30 mm de diámetro-. Y es que ETA y sus calibres lo cubren todo. A veces nos quejamos de su ubicuidad, pero gracias a ETA y sus calibres superfiables se puede acceder a relojes mecánicos con complicaciones que de otra forma serían inalcanzables para el aficionado medio. Es para quitarse el sombrero, la verdad. Longines, siguiendo su política habitual, ha nombrado el calibre con su propia nomenclatura: L678 Todos los detalles técnicos están aquí.

Longines propone tres variantes que cubren todas las vertientes, de la más deportiva a la más elegante: en acero con esfera negra -la que a mí más me gusta-, en oro rosa (que también me gusta) y otra con la combinación acero y oro rosa -que no me hace tanto tilín-.

Falta saber los precios, que con la política de Longines seguro que no serán disparatados. Pero para saberlos tendremos que esperar a la feria de Basilea, o quizá un poco antes.

Como digo, va a ser un éxito sí o sí.

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