Moritz Grossman es una marca de alta relojería alemana nacida en 2008 y que recupera el nombre de un relojero históricamente importante, Carl Moritz Grossmann. Y aquí vamos a repasar tres de los cuatro modelos de la casa, que tiene una producción muy limitada y muy exclusiva. Curiosamente los tres modelos tienen nombre de dioses egipcios: Atum y Benu.
Carl Moritz Grossmann nació en Dresde en 1826, hijo de un cartero. Su brillantez en la escuela le granjeó una beca de dos años en la escuela técnica de la ciudad, en la que a los 16 años comenzó sus estudios de relojería que precisamente por esa brillantez acabó antes de tiempo, mientras además aprendía inglés, francés e italiano. Fue en esa escuela donde conoció y se hizo amigo de Ferdinand. A. Lange. Su pasión relojera le llevó después a Hamburgo, Munich, La Chaux-de-Fonds, Inglaterra, Francia, Dinamarca y Suiza para aumentar sus conocimientos, estableciéndose finalmente (1854) en Glashütte, muy cerca de su antiguo compañero de escuela, ahora ya famoso. Allí creó el “torno Glashütte”, concentrándose después en la creación de escapes y trinquetes, además de crear excelentes relojes de bolsillo, relojes de péndulo y cronómetros aunque su gran legado fue la creación en 1878 de la Escuela Alemana de Relojería. Sin embargo, tras su repentina muerte en 1885 su empresa fue liquidada.
123 años después Christine Hutter entra en escena. Relojera apasionada por la restauración de relojes antiguos, su formación técnica adquiere un matiz comercial cuando ficha por Wempe, de donde pasó a Maurice Lacroix, Glashütte Original y A. Lange & Söhne. Poco a poco fue perfilando la idea de tener su propia marca, hasta que se hizo con el nombre “Moritz Grossmann”. La manufactura volvió a la vida el 11 de noviembre de 2008.
Vamos a empezar viendo el Atum, que es el modelo más moderno, porque nos sirve para explicar mejor las innovaciones de Moritz Grossman. La caja es de 41 mm en oro blanco. Como la altura de la caja es de 11,35, es más ancho en la base que en la parte superior y el bisel es muy delgado, el reloj parece más pequeño de lo que es. Moritz Grossman curiosamente fabrica sus propias manecillas, y lo hace con un gusto singular. Tienen una forma muy delicada y durante la fabricación el acero se calienta hasta que toma un color entre marrón y violeta.
El Atum integra un mecanismo para la puesta en hora del reloj realmente curioso, y único. La empresa lo llama «la corona con pulsador Grossmann». Cuando se quiere poner en hora el reloj se tira de la corona como se hace en los demás relojes. Esto hace que inmediatamente se pare el segundero. Pero ocurre que la corona vuelve a su posición inicial, y desde ahí se puede girar las manecillas. Cuando se ha acabado de corregir la hora se presiona el pulsador inferior y el segundero vuelve a ponerse en marcha. Se consigue así una exactitud total, ya que no ocurre lo que a veces pasa con otros relojes, que al roscar la corona se mueve la manecilla de minutos. Así de exhaustivos son en Moritz Grossman con la exactitud.
En la parte trasera vemos un típico calibre alemán, con el platina de tres cuartos decorada con nervaduras Glashutte, un corte recto que es herencia de los relojes que hacía Carl Moritz Grossman, zafiros blancos en vez de rubíes, chatones de oro, tornillos marrón violeta y un sistema de regulación Grossmann, que permite regular el reloj sin sacar el movimiento de la caja. El volante es de diseño propio y cada espiral Nivarox se adapta individualmente a cada volante. Y por supuesto toda la decoración está hecha a mano. Es decir, alta relojería que quiere competir en calidad con sus vecinos de más alto rango, principalmente A. Lange & Söhne.
El precio de la versión en oro blanco es de 25.300 euros y en oro rosa el 24.300 euros.
El Benu Reserva de Marcha deriva del primer modelo lanzado por la casa, el Benu. Mientras que el Benu no incorporaba el mecanismo de parada que acabamos de ver en el Atum, el Reserva de Marcha si lo integra. Y por supuesto añade el indicador lineal de reserva, una solución visualmente clara y a la vez discreta porque apenas toma espacio de la esfera.
Las manecillas son también originales y muy bien realizadas, en este caso con las puntas rellenas de cerámica blanca. El calibre comparte la misma estructura del Atum.
Las medidas de la caja son las mismas que las del Atum, y el resultado en la muñeca igual de bueno. El precio en oro blanco es de 27.800 euros, en oro rosa 26.800 y en platino 36.800 euros.
Por último vamos a ver el Benu Tourbillon. Aquí el tourbillon volante es el absoluto protagonista. Tiene una caja nada menos que de 16 mm. Es además un tourbillon lento, porque da una vuelta completa en sentido contrario a las agujas del reloj una vez cada tres minutos. Además el tourbillon se puede parar. El material que se ha usado para parar el tourbillon es cabello humano. Cuando se acciona la corona se para el tourbillon. Se utiliza cabello humano por su resistencia y a la vez porque es menos agresivo al parar la caja del tourbillon.Para alojar un tourbillon tan grande el tamaño de la caja aumenta, pasando de los 41 a los 44,5 milímetros.
El reloj está configurado como un regulador, con una gran manecilla de minutos, las horas a las tres y el pequeño segundero a las 9.
Como el hueco para el tourbillon están grande se produce un hueco entre los minutos 25 y 35, en el que no se puede leer los minutos. No tiene mucho sentido que se integre un tourbillon para hacer más exacto el reloj y que luego no se puedan leer los minutos. La forma de resolver este problema es tan sencilla como ingeniosa: el contrapeso de la manecilla es la que señala los minutos sobre el dial central.
El reloj tiene una reserva de marcha de 72 horas y una desviación de sólo 11 segundos en una semana, mucho mejor que la marca necesaria para tener certificación COSC.
A pesar de su tamaño el reloj se asienta muy bien sobre la muñeca. Está realizado en oro blanco y su precio es de 168.000 euros, en una edición limitada a 50 unidades. Veremos si el mercado acepta precios tan altos de una marca relativamente desconocida.