Qué mejor excusa que los Galet Square para hablar Laurent Ferrier, que es una de mis manufacturas favoritas desde que la conocí en el Baselworld de 2012 (y fue por pura casualidad, la verdad, simplemente me topé con su stand allí). La mezcla de altísima relojería en los calibres, las hechuras clásicas en las cajas y el maravilloso trato que da a sus esferas me tienen seducido desde entonces.
Últimamente parecía que su inventiva se había ralentizado un tanto, concentrado como estaba en expandir la marca y en crear relojes a medida. La espera, sin embargo, ha merecido la pena: en Baselworld el maestro relojero presentó los Galet Square que, como el nombre indica, es cuadrado o, por decirlo en términos relojeros, tiene una caja «cojín» con las mismas medidas de largo que de ancho: 41 mm.
El reloj resulta más grande porque aunque 41 mm es una medida perfectamente asumible dentro de los relojes «de vestir», la diagonal resultante es mayor: 45,35 mm. Pero el reloj en ningún momento abandona la elegancia de la manufactura. Es más, el reloj es, simplemente, precioso. Las superficies pulidas de la caja acogen una esfera, una vez más, maravillosa.
Inicialmente el reloj se ha lanzado en dos colores, azul y dorado. Cada uno tiene sus propias características: el azul tiene un satinado vertical y once índices en forma de gota, esculpidos en oro blanco. La esfera dorada (con un cierto toque de arena, como se puede ver en la foto inferior en la que no le la luz directamente) tan sólo presenta tres índices, que estilizan aún más la faz del reloj. El satinado es además «rayos de sol». Me pregunto si se podría tener la versión en azul con sólo los tres índices. O al contrario, la esfera champán con los once índices. En cualquier caso LF ha sabido dotar de personalidad propia a cada una de las dos versiones. Aquí hablamos, una vez más, de que «no miro la hora, miro el reloj».
Y sin embargo la hora sigue siendo precisa, sigue siendo aprobada por el Observatorio de Besançon, y sigue siendo mostrada por uno de los maravillosos calibres de la manufactura: el LF229.01 automático que ya conocíamos y que, al igual que el anverso del reloj, está magníficamente decorado. Todos los detalles técnicos del calibre están en su Ficha Completa. Baste decir aquí que ostenta un escape y áncora de silicio y microrrotor, con una reserva de marcha de 80 horas.
Digamos por último que se ha hecho también una versión con caja de oro rosa y esfera de chocolate, como celebración al quinto aniversario de la marca.
Los precios son de 35.000 euros para las versiones en acero, y de 49.000 para la de oro rosa. ¿A que son magníficos?