Vamos a ver otra de las propuestas que Longines presentó en la feria de Baselworld 2015. Ya hemos visto el Conquest Classic Moonphase y mi favorito por ahora, el Heritage Diver 1967. Ahora le toca el turno al más vintage de todos: el Longines Pulsometer Chronograph, basado en un modelo creado para medir el pulso a principios del siglo XX.
Más de 120 veces al día como media tomaba el pulso un médico de hospital en aquella época; si cada toma era de 1 minuto te das cuenta de que no era un tema baladí: dos horas al día sosteniendo muñecas y contando pulsaciones. Estos cronógrafos nacen por tanto de la necesidad de medir de manera precisa el pulso en el menor tiempo posible, y todas las marcas los tenían en sus catálogos desde los tiempos de los relojes de bolsillo.
Este Pulsometer Chronograph está basado en el Single Push Piece Chronograph que Longines presentó en Baselworld 2012, que fue todo un éxito -y que aparece en la foto de aquí arriba sacada de un vídeo que hice aquel año-. El Push Piece original era de 1913, mientras que el Pulsometer que vemos ahora se basa en un modelo de 1920.
Como podemos ver no hay muchos cambios: La caja tiene 40 mm de diámetro, que no es precisamente una medida de la época (no más de 35 mm era lo habitual entonces) pero que permite llevar un reloj rabiosamente retro sin que quede pequeño. La esfera se hace más pequeña para dar entrada a la escala de pulsaciones en rojo. Como hay menos sitio en el dial las manecillas pasan a ser Breguet para no ocupar más espacio del necesario ni sobrecargar el conjunto, sobrevolando unos numerales pintados muy bien resueltos.
¿Cómo funciona?
Por si alguien no lo sabe lo explico: se pone en marcha el cronógrafo con el pulsador de la corona en el momento en el que el personal sanitario comienza a contar las pulsaciones. Cuando se llega a 30 latidos, se para y la trotadora del cronógrafo indica el número total de pulsaciones por minuto. Sencillo y efectivo.
Por supuesto se utilizaría mejor si no estuviera atado a la muñeca; es decir, sosteniéndolo como si fuera un cronómetro deportivo. Pero oye, no se puede tener todo en esta vida.
Para ello integra el calibre Longines L788.2, que es un cronógrafo ETA A08.L11 hecho en exclusiva para Longines. Tiene una rueda de pilares para un inicio y parada precisos, frecuencia de 4 hercios y una reserva de marcha de 54 horas (más detalles en su Ficha Técnica). El calibre, visible gracias al zafiro del reverso, se adecúa al espíritu vintage del modelo.
A mí me parece un reloj, y particularmente una esfera, exquisitos, la verdad. No es para todo el mundo por lo -obviamente- vintage que es, pero si te gusta este tipo de relojes es difícil encontrar uno que sepa equilibrar con tanto éxito los toques añejos con una presencia que permita llevarlo en el día a día sin complejos.
El precio de venta será (si no hay más fluctuaciones en el cambio del franco suizo) de 3.540 €. Más información en Longines.es.