Si bien este año la feria de Baselworld no ha sido de las más espectaculares de su larga trayectoria (debido seguramente a ser un año de expectativas y todavía de incertidumbres económicas), Rolex siempre genera expectación y rara vez decepciona. Y no es que la casa que más se identifica con el lujo sea precisamente dada a las grandes revoluciones, sino todo lo contrario: los productos se los piensa mucho para que cuando salgan sean perfectos. El nuevo Rolex Yacht-Master 40 es un buen ejemplo.
Al contrario de lo que ocurrió el año pasado, en el que no hubo auténticas novedades salvo el relanzamiento de los Cellini (que son lo menos Rolex de todos los Rolex), este año Rolex nos sorprendió con una tríada más que interesante: los nuevos Day Date con un nuevo calibre, unos Oyster Perpetual de 39 mm -de ambos hablaremos en otros artículos- y el Yacht-Master 40 que vamos a ver aquí.
El Yacht-Master nació en 1992 como un destilado del Submariner, que es un diver puro con la etiqueta de «instrumento de trabajo». Podríamos decir que el Yacht-Master era la versión elegante del modelo deportivo. El Submariner te lo pones para pescar la langosta mientras que el Yacht-Master te lo pones para comértela acompañada de champán en la cubierta del yate, por así decir. El reloj no es una gran evolución del Submariner, de la misma forma que, aunque han pasado 23 de la aparición del Maestro de Yates y como se puede apreciar en la foto, pocas son las variaciones estructurales que ha tenido en estos años. De hecho el original medía 39,5 mm de diámetro -mucho para aquel año- y el de éste mide 40. Muy del estilo lento pero muy seguro de Rolex.
Pero sí hay unos cuantos cambios que vamos a repasar ahora.
Lo primero que llama la atención del reloj es la aparición, por primera vez, de una correa de caucho que Rolex ha llamado Oysterflex. Pero no una correa de caucho cualquiera: en realidad la base es una hoja de metal que se recubre de elastómero (el caucho es un elastómero, pero hay muchos tipos y Rolex no aclara cuál) garantizando así la resistencia y la flexibilidad adecuada. Además en el interior se puede apreciar una doble banda que sirve de colchón entre la piel y la correa, de manera que esta agarre bien y la vez evite la excesiva sudoración porque permite el paso del aire. ¿Es realmente efectivo? Pues habrá que esperar a que alguien lo tenga y lo lleve al mar en verano.
Debido a la construcción metálica de la correa y por tanto su limitación a la hora de cortarla para adaptarla, Rolex ha lanzado 6 medidas distintas, de manera que se elija la que queda mejor en la muñeca. Es una forma más de personalizar el reloj sin abandonar la industrialización del modelo. Como decía, Rolex se piensa muy bien las cosas antes de lanzarlas para que todo vaya redondo.
Sobre el caucho se abraza el cierre plegable, también en Everose y muy elegante. Desde luego cuando me puse el reloj se notaba bien asentado pero sin la rigidez de muchos cauchos, y tenía un tacto muy agradable.
La caja también depara sorpresas, porque la combinación de oro Everose y el negro mate del bisel y la esfera sin duda dota al reloj de una personalidad sobresaliente, aunque puede no ser para todo el mundo. El bisel (bidireccional, una muestra más de que no es un reloj de buceo) lleva los grandes numerales e inserciones en relieve -que son parte de la esencia del Yacht-Master- en Cerachrom negro, la cerámica de Rolex que garantiza una mayor durabilidad.
Es la primera vez que Yacht-Master se muestra en negro. Y crea además una gradación de negros interesante -más pálido en el bisel y la correa y más intenso en la esfera- atemperado por por el oro rosa (no Everose) de los índices y agujas que por supuesto están tratados con el material luminiscente de Rolex, el Chromalight.
El calibre es el ya conocido 3135 que gobierna muchos modelos de la casa y que por supuesto tiene certificación COSC. Una vez más el fondo es macizo, también en Everose. Todos los detalles sobre este calibre están en la Ficha Técnica.
El reloj queda bien en la muñeca gracias a sus medidas, modestas para ser un diver. Por si acaso Rolex también ha lanzado una versión en 37 mm, perfecta para mujeres o para hombres con muñecas más delgadas -o más aferrados a las medidas clásicas de los Rolex-. En el caso del modelo de diámetro pequeño el calibre es el 2236, presentado el año pasado y que ya incluye el espiral de silicio.
El precio de los relojes es de 23.800 francos suizos para la versión de 40 mm y de 21.000 para la versión de 37 mm (23.100 y 20.300 euros respectivamente). Son precios como para alguien que en efecto tiene un yate -o posibilidad de tenerlo-, pero más allá de eso lo que si señala este modelo es el deseo de Rolex de estar a la par de lo que sus seguidores buscan: la fiabilidad y distinción de siempre con un toque de modernidad interpretada de manera única. A la manera Rolex.