Y sin embargo esa información básica es, paradójicamente, la que se considera la más elegante. Los relojes «de vestir» son por definición relojes de tres agujas; incluso de sólo dos, según los más puristas. Y además tienen que ser, como condición sine-qua-non, delgados.
Todas las grandes marcas relojeras tienen estos relojes elegantes y atemporales, que en el caso de Jaeger-LeCoultre se alinean bajo el nombre genérico Master Ultra Thin. Un nombre que le viene perfecto, porque son relojes de una maestría incuestionable a la hora de mostrar la información horaria con un diseño que no caduca nunca. Como este Master Ultra Thin Acero que os traigo aquí.
La caja de 40 mm es de hechuras absolutamente clásicas, con un pulido a espejo impecable, tanto en el bisel como en la carrura como en esas asas perfectas, con una leve curvatura para adaptarse perfectamente a la muñeca.
El pulido del acero contrasta con la esfera gris que es, por decirlo con una sola palabra, bellísima. La decoración en rayos de sol gris es impecable y de una elegancia atemporal. Como esos trajes de sastre con una tela rica en materia y rica en matices que cada vez que la miras reconoces su calidad y su porte. La esfera sirve de base para un juego de luces grisáceas creadas por las facetas de las manecillas y los índices que hacen que la lectura del tiempo sea siempre perfecta.
A las 6 aparece una discreta ventana de fecha. JLC, sabiamente, ha decidido no cortar el índice sino hacerlo más pequeño para que mantenga su forma. Pero claro, la diferencia de tamaño de ese índice con el de las 3 y las 9 es mucha; la solución es tan perfecta que una vez vista resulta maravillosamente obvia: los índices de las 5 y las 7 son también más pequeños que los de las 4 y las 8 de manera que se produce una suave gradación de alturas, que suben y bajan en armonía. Y por supuesto esa escala se repite a las 11, 12 y 1. Son esos detalles los que hacen que te enamores de la manufactura.
Entre medias de los índices unos puntos en gris más oscuro marcan los minutos; suficientemente oscuros para que se lean bien, pero lo suficientemente claros para que armonicen con el resto de la esfera. Y ese mismo juego de grises se repite en el logotipo y el nombre de la casa.
Un cristal de zafiro en la trasera nos permite ver el calibre automático 899, decorado con Côtes de Genève circulares que al pasar el rotor quedan perfectamente alineadas y que están salpicadas del color de los rubíes. El calibre no es ni con mucho ultradelgado, particularmene porque el rotor añade altura, pero el conjunto de la caja sólo levanta 7,5 mm de altura, por lo que puede lidiar perfectamente con cualquier puño de camisa.
Basta ver las fotos para darse cuenta de lo bien que queda el reloj en la muñeca. Es uno de esos guardatiempos que no te cansas de mirar. Las fotos están hechas en interior, pero estoy convencido que a la luz natural se debe disfrutar aún más.
El reloj está disponible ya en la boutique de Jaeger-LeCoultre, con un precio de 7.600 €. Una vez más un reloj resuelto impecablemente por Jaeger-Le Coultre.