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En la muñeca: Tudor Pelagos con calibre de manufactura

Tudor Pelagos Azul en la muñeca

Baselworld 2012 fue un año muy importante para Tudor porque presentó los modelos Heritage Black Bay y Tudor Pelagos. De repente todos estábamos hablando de lo bien que estaban los relojes de Tudor, de cómo tenía una gama que, junto con el Heritage Chrono, podía hablar por sí misma con total aplomo.

En cuanto a los dos relojes marinos, el Black Bay se llevó de calle a todo el mundo, especialmente en combinación con la correa avejentada, mientras que el Tudor Pelagos quedaba más como instrumento de inmersión puro y duro, con su hermeticidad hasta 500 metros y su vestido negro riguroso.

Pero eso ha cambiado, y mucho. La llegada del Pelagos en azul brillante ha vuelto otra vez los ojos hacia el modelo con un «¡oooh!» general. Y no es para menos, porque el reloj es de los que atrapa la vista y no te permite separarla. No es precisamente el más elegante de los azules. No es un azul marino con decoración rayos de sol que descubre sus matices con la luz, por citar una frase que seguramente yo he usado más de una vez. No. Es un azul intenso, uniforme, casi descarado. Y sin embargo la combinación con el blanco -no hay más colores, más sencillo imposible- queda perfecta.

Pero el Tudor Pelagos no es sólo colorines, claro. Todo el reloj exuda calidad en su construcción. Por no alejarnos de la esfera, la forma en que el bisel interior crea huecos para acoger los índices y la fecha está muy lograda. Es decir, es absolutamente simple, no hay grandes refinamientos, pero lo que hay está perfectamente ejecutado, de forma que el reloj obedece al espíritu Tudor de «reloj herramienta» pero en ningún momento resulta tosco. Es más, tiene un aire distinto y distinguible que no está sino resaltado por su tradicional manecilla horaria y el segundero «copo de nieve».

Si la legibilidad es perfecta de día, lo es también en la oscuridad. Como ya he dicho este es un reloj que se puede sumergir hasta 500 metros. Seguro que la mayoría de sus propietarios no van a llegar tan abajo, pero cuando hablamos de mar, pocas bromas. Es fundamental que el reloj se lea bien y se lea a la primera, y este diver cumple a la perfección. La foto de aquí abajo no es muy buena porque la tomé corriendo debajo de una mesa en Baselworld, pero sirve para hacerse una idea de las prestaciones del SuperLuminova azul; que además es precioso.

La parte visible del bisel del Tudor Pelagos es de cerámica (azul o negra, claro) con un tono mate que contrasta muy bien con la viveza de la esfera en los dos modelos. El resto del bisel, como el resto del reloj, es de titanio satinado. Es un detalle que se agradece porque, no siendo un reloj enorme -con sus 41 mm es más bien discreto en comparación con lo que nos solemos encontrar en el mar- es verdad que si fuera de acero sería mucho más pesado.

El reloj en realidad es casi una pluma, un truco muy hábil por parte de Tudor porque una vez que te lo pones sencillamente no te lo quieres quitar en ningún momento. De repente te parece que va bien hasta con smoking, tal es su comodidad de uso. Según consta en la Ficha Técnica el brazalete también es de titanio, y queda perfectamente bien en la muñeca.

Pero además el Tudor Pelagos ahora lleva un calibre de manufactura, que ya presentamos con el North Flag. Y no cualquier calibre, porque el MT5612 tiene un espiral de silicio (por tanto antimagnético). Tiene certificado COSC pero porque lo supera, ya que está en +/- 3 segundos al día, mucho mejor que el -4/+6 exigido. Y además tiene 70 horas de reserva de marcha que te garantizan que si te lo quitas el viernes el lunes sigue funcionando. Además Tudor lo somete a un proceso que imita un uso de 15 años, lo que garantiza su buen funcionamiento. Por supuesto el fondo es ciego, así que aquí pongo la foto promocional del movimiento.

Curiosamente la incorporación de este calibre lleva al único defecto que le veo al reloj: cuando el Pelagos llevaba dentro un ETA en la esfera simplemente decía «Rotor Self-Winding» y debajo «500 m – 1640 ft». Ahora se le han añadido 3 líneas más de texto. Es decir, lo mismo que hace Rolex, que te planta el libro de instrucciones en la esfera. Para mi gusto quedaba mejor como estaba antes. ¿Dejaría de aceptarlo si me regalaran uno de los nuevos modelos por ese exceso de texto? Evidentemente no.

Por más que el brazalete de titanio esté muy bien, yo creo que quien gana la partida en el Tudor Pelagos es la correa de caucho, también azul, que queda espectacular. Y además también tiene el sistema extensor creado por Tudor, que es muy bueno para las inmersiones. Aunque me da a mí que la mayoría de los compradores no van a ir con él más allá del fondo de la piscina o algunos pocos metros más, pero por si acaso. Sea como fuere, uno no se cansa de ver y llevar este caucho brillante.

Y por último, los precios: si el Pelagos equipado con ETA costaba 3.500 € el actual cuesta 3.810 euros. Trescientos euros más por un calibre de manufactura no me parece en absoluto descabellado.

No descubro nada si digo que este Pelagos va a pegar fuerte en el mercado, y con razón. Está claro que ahora mismo es uno de los mejores relojes de buceo que se pueden comprar. Más información en Tudorwatch.es.

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