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En la muñeca: Jaeger-LeCoultre Master Ultra Thin Tourbillon

Jaeger-LeCoultre Master Ultra Thin Tourbillon oro blanco frontal

Este Master Ultra Thin Tourbillon es otra de las novedades de este año dentro de la colección de Jaeger-LeCoultre, en la versión más refinada de los Master, los Ultra Thin. Ya habíamos visto en primer lugar el Master Ultra Thin Moon con esfera negra, uno de los relojes más arrebatadores de este año. También vimos el Master Ultra Thin Date Acero, la versión más sencilla del tipo de reloj que más se vende en el mundo, con tres manecillas y fecha. Pues bien, con los mismos presupuestos estéticos se ha creado este Master Ultra Thin Tourbillon. La caja también es de 40 mm de diámetro pero el material no es acero sino oro blanco, porque es evidente que no vas a mezclar una delicatessen como el tourbillon con el simple acero. Por supuesto todo pulido a espejo como mandan los cánones, pero con ese brillo dulce que tiene el oro y no el acero. La forma de las asas, con esa leve caída en los bordes hacen que luego cuando te lo pones el reloj parezca que lo ha diseñado un experto en anatomía, no un relojero.

En la foto de arriba se puede apreciar como en realidad el reloj no es exactamente Ultra Thin, porque tiene una altura de 11,3 mm (tal como aparece reflejado en su Ficha Técnica). Ello viene dado porque hay que acoger una caja de tourbillon y porque además el calibre 982 es automático y por tanto el rotor añade milímetros a la estructura.

La verdad es que la masa oscilante, en oro, es una preciosidad, con ese aire Art Déco tan elegante. Al estar dividida en dos secciones, la superior decorada con Clous de Paris y las columnas de la segunda con letras crecientes, la sensación de profundidad es notable. Y si hacemos girar el rotor descubrimos unos puentes sobrios y bien decorados, y el del volante particularmente atractivo.

Pero claro, donde van indefectiblemente todas las miradas es a la esfera, en la que contrasta vivamente la apertura del torbellino con la sobriedad clásica de la colección. En este caso JLC ha elegido una esfera graneada que cumple dos funciones: dejar el protagonismo al tourbillon y hacer que el resto del dial no resulte soso. Además como el graneado no tiene patrón no hay ruptura estética por culpa del hueco del tourbillon; si la decoración hubiera sido tipo rayos de sol el efecto de discontinuidad hubiera sido demasiado notable.

El tourbillon es de un minuto y, como es habitual, se aprovecha para ubicar una manecilla que marque los segundos. Lo hace sobre un bisel en bajorrelieve, sobrio y efectivo. La aguja del pequeño segundero es de acero azulado y se asienta sobre unos ejes de la caja -de titanio grado 5- francamente bonitos, muy elegantes y cuya estructura se repite en los que sujeta al volante, como hemos visto en la foto de arriba.

Como también es normativo en la colección las manecillas tipo delfín están facetadas para lograr una lectura perfecta en cualquier posición del reloj. Lo mismo ocurre con los índices en punta de flecha, cuyos facetados juegan con la luz.

Como es fácil imaginar el reloj parece que te ha crecido en el brazo de lo bien que queda. Tiene el tamaño perfecto para un reloj de vestir actual y permite disfrutar del tourbillon porque la caja es generosa pero sin caer en absoluto en la ostentación.

 

Cuando estaba seleccionando las fotos para el artículo me he encontrado con la que le había hecho al cierre desplegable; no recordaba haberla hecho, pero que ahora entiendo por qué: es de los cierres más bonitos que he visto últimamente. Elegante, precioso.

 

El reloj ya está disponible en la boutique de El Corte Inglés de Castellana, con un precio de 69.000 €. Por cierto que hay también una versión en oro rosa con un precio de 65.500 €

 

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