Desde que en 1914 Cartier encargara la invitación de aquí abajo para una exhibición de joyería a George Barbier la presencia de la pantera se convirtió en el icono de la marca, que la produjo en infinitas versiones de joyería y por supuesto de relojes, como este Cartier Rêves de Panthères que vamos a repasar.
La verdad es que el reloj es una imponente muestra del músculo creativo de Cartier. La caja de 42 milímetros de diámetro es de oro blanco y presenta nada menos que 315 diamantes de talla baguete alojados en sus casi 12 mm de altura. Es decir, que no es un reloj precisamente pequeño.
Consiste en que la hora la marca el sol o la luna que va pasando delante de los felinos sobre una esfera esmaltada en una gradación de azules muy bien ejecutada.
Por su parte la gran manecilla actúa de minutero. Lo más llamativo es que para el reloj Cartier ha desarrollado un calibre automático, algo no muy habitual en relojes joya. El movimiento, a pesar de tener que mover una semiesfera tan grande, se las apaña para tener 48 horas de reserva de marcha. No es que sea milagroso, pero desde luego es más de lo que uno esperaría.
Como se puede uno imaginar el reloj puesto impresiona por el brillo de sus diamantes, pero sobre todo por el contraste entre la exuberancia de las piedras con la sobriedad de la complicación día y noche porque está hecha con mucha delicadeza. No sé exactamente el precio, pero tiene que estar en el entorno de los 200.000 euros. La verdad es que nos encantaría poder regalarlo, ¿a que sí?
Todos los detalles sobre el reloj están en su Ficha Técnica. Más información en Cartier.es.