Hace un mes presentamos la nueva colección NOMOS neomatik, que celebra el lanzamiento del DUW 3001, el nuevo calibre de manufactura ultrafino . Ahora hemos podido probrarlos en vivo en SalonQP, y el resultado es aún mejor de lo esperaba (¡y esperaba mucho!). NOMOS Glashütte es una de mis marcas favoritas -como he dicho muchas veces- por varios motivos: su orgullo de casa sajona, respetando siempre los criterios de Glashütte a la hora de crear calibres; su fidelidad a los criterios estéticos de la Deutscher Werkbund (que busca «el refinaminamiento del trabajo comercial en colaboración con el arte, la industria y la artesanía“), el amor por los trabajos bien acabados y un planteamiento comercial honesto y proporcionado que se traduce en la mejor relación calidad precio del mercado. Y, además, son todos gente majísima, encantadores.
Pues bien, la aparición del calibre DUW 3001 es un motivo de celebración y de admiración, porque está enteramente desarrollado en casa, es extraplano (3,2 mm de altura) y está tan refinado que la pérdida de energía por fricción es de tan solo 5,8%, cuando lo normal es que sea del 20%. Todo ello con la decoración tradicional sajona: platina de tres cuartos, nervaduras Glashütte (que no -repito- Côtes de Genéve) y tornillos azulados. En este caso no hay un ajuste de cuello de cisne que entiendo no cabe en un calibre de 28,8 mm. En fin, una maravilla que ahora se aloja en la nueva colección limitada NOMOS neomatik, que se ha hecho en dos versiones: esfera plateada y color champán.
Todos los relojes tienen una caja de 35 mm de diámetro. Es sin duda una medida arriesgada por pequeña, pero se ha hecho así porque los 35 es una medida tradicional de la casa -está en todos sus productos salvo los Lambda y Lux- y para demostrar que se puede hacer un reloj de tamaño pequeño con un calibre de esas características.
Sin embargo, como se puede ver en las fotos, la caja está tan bien diseñada que el reloj parece mayor, a lo que contribuye el diseño de las asas -que también varía según el modelo-. El delgado perfil del reloj lo convierte en un perfecto compañero de los trajes.
Hay dos esferas: la primera es la Champagner, llamada así por el color champán predominante tanto en el dial como en la correa.
Es una combinación acertada de negro para numerales e índices, naranja para la manecilla del pequeño segundero y distintos acentos que varían según el modelo y, claro, una esfera color champán que ha sido muy celebrada por todo el mundo. El color de la esfera, como los buenos vinos, oscila sus tonalidades según le incida la luz, pasando a tener toques más verdes o más pardos.
El naranja sobresale siempre en el pequeño segundero salvo en el caso del Ludwig, que deja su espacio al negro para pintar todos los romanos, desvistiendo así su seriedad innata.
La otra esfera es plateada con una combinación muy elegante de tonos grises, negros, azules (en los numerales que marcan los períodos de 5 minutos) y rojo en el pequeño segundero. No es tan inmediatamente seductora como la champán, pero a mí me gusta más. Cuanto más la miras más la aprecias y creo que tendrá más trascendencia que la otra. Basta compararla con la esfera del Minimatik presentado en Baselworld (esta de aquí abajo, con un cierto aire colegial) para darse cuenta de la mejora en presencia del reloj.
Vamos a ver todos los NOMOS neomatik agrupados por nombre.
Hay que mencionar también las correas, de una piel excelente. Particuarlmente la negra, Horween Genuine Shell Cordovan. Y para rematar la hebilla, que se ha tomado de los modelos de oro de la casa y que es preciosa.
Por supuesto los Nomos neomatik se pueden comprar en la web de NOMOS, con unos precios que empiezan en 2.520 euros y en ningún caso superan los 3.000 euros, lo que para un reloj con calibre de manufactura es algo desconocido. Tan sólo el North Flag de Tudor tiene ese precio, pero el reloj no se puede comparar -porque pierde- (lo puedes ver en este artículo).
En definitiva, otro éxito de NOMOS, que la verdad nos tiene malacostumbrados.