Uno de los relojes más potentes de 2015 ha sido el nuevo Senator Observer de Glashütte Original, que es a la vez un compendio de historia de la relojería universal y, de manera más particular, de la relojería sajona. Vamos a descubrir la alcurnia de este gran reloj.
UN POCO DE HISTORIA
El origen de la cronometría está en el mar. Como ya he contado alguna vez el gran motor comercial del mundo fue la navegación marina, que unió continentes primero por intereses simplemente comerciales y terminó por cambiar el mundo cultural y étnicamente. Sin embargo la navegación era la actividad humana de más riesgo después de la guerra ya que los barcos, sin un método fiable de ubicación en el mar, muy a menudo terminaban perdidos. Los muertos por ese motivo se cuentan por miles.
Todo ello se solucionó gracias a los cronómetros creados por el carpintero John Harrison, con los que por fin se podía calcular la longitud. De esa manera, con la longitud y la latitud -que siempre se había sabido hallar- los barcos podían navegar de manera segura. Por supuesto todas las flotas, comerciales o militares, acabaron teniendo sus cronómetros, lo que fue un buen negocio para los relojeros que sabían fabricarlos y, en el caso de la Armada, un elemento estratégico clave para no depender de países que alguna vez podrían ser enemigos. Esto fue mucho más importante en los países del telón de acero que obligatoriamente tenían que ser autosuficientes. De ahí que la Glashütten Uhrenbetrieb, la fábrica relojera de la postguerra de la que ya hablé en este artículo, también los fabricara.
Esta configuración del cronómetro marino fue la fuente de inspiración para el Senator Chronometer, el primer cronómetro certificado de Glashütte Original y que llegó a ser nombrado «reloj del año» en Alemania en 2010 (fue anunciado un año antes).
El Senator Chronometer reproduce fielmente la esfera del cronómetro, que es un prodigio de facilidad de lectura. Como una variación de un segundo en el mar significa desviarse considerablemente del rumbo, el pequeño segundero tiene una presencia muy marcada para ser leído fácilmente incluso si las manecillas horarias están pasando por encima. Y como es imprescindible que el reloj no se pare hay un indicador de reserva de marcha a las 12 horas, que por cierto incluye una pequeña ventana de identificación visual del día y la noche.
Glahütte Original añadió su famosa ventana de fecha («Panorama Date») en la que los dos discos están a la misma altura por lo que visualmente es mucho más gratificante. Para el nuevo calibre manual 58-01 GO creó un sistema de parada y reseteo del segundero, de manera que al tirar de la corona no sólo se para la manecilla, sino que además vuelve a 0. De esta forma la puesta en hora es exacta, como corresponde a un aparato creado para la máxima exigencia cronométrica.
El reloj sin embargo tiene unas medidas contenidas (42 mm) que lo hace perfecto como reloj de vestir, con un aire clásico y muy elegante.
JULIUS ASSMANN
Uno de los padres de la relojería sajona fue Julius Assmann, nacido en 1827 y muerto en Glashütte en 1886. Assmann sólo fabricó relojes de bolsillo (no podía ser de otra forma, dada la época en la que vivió), pero su maestría relojera lo convirtió en un creador de relojes muy precisos, que pasaron a ser «relojes de observador«. Decía antes que los cronómetros marinos eran instrumentos muy preciados y muy cuidados dada la vital misión que tenían encomendada. Pues bien, los marinos acostumbraban a llevar, además del cronómetro, un reloj de bolsillo de gran precisión que estuviera sincronizado con el cronómetro, de manera que pudiera llevar la hora -y los cálculos subsecuentes- allí donde se estuvieran tomando las decisiones sobre la ruta, que podía no ser donde estuviera situado el cronómetro. Por eso a los relojes de observador también se los conoce como «relojes de cubierta», que es donde está el capitán tomando dichas decisiones. El explorador Amundsen llevó varios de estos relojes fabricados por Assman a su expedición en el Polo Sur, y Glashütte Original nos dice que esa fue la fuente de inspiración para el Senator Observer.
Éste es uno de esos relojes de observador de Amundsen, conservado en el Museo Polar de Oslo, en el que empezamos a reconocer elementos de la colección:
Para hacernos una idea del tamaño del reloj, sólo el calibre mide 52 mm de diámetro.
Pero la GUB también fabricó sus propios relojes de observador, que ahora custodia Glashütte Original en su manufactura y que termina por completar el círculo del diseño:
SENATOR OBSERVER 1911 JULIUS ASSMANN
El 14 de diciembre de 2011 Glashütte Original anuncia la novedad que iba a presentar en la feria de Baselworld de 2012: el Senator Observer. La fecha del anuncio no estaba escogida al tuntún: ese día hacía un siglo de la llegada de Amundsen al Polo Sur. El reloj era una edición limitada de 25 unidades en oro blanco y en el zafiro del reverso se podía leer la inscripción de la fecha del centenario, el número de unidad, el binomio Julius Assmann – Glashütte i/SA, y la leyenda “Tribute to R. Amundsen”.
Afortunadamente para todos en 2012 se anunció que el reloj se lanzaba también en edición ilimitada y en acero, lo que ponía un magnífico modelo de G O al alcance de todos los aficionados. El reloj es otro ejemplo de lo mucho que hay que amar en Glashütte Original en cuanto a construcción y acabados.
La esfera recogía los ya citados elementos de los Relojes de Observador y además añadía la Panorama Date de la manufactura. Aunque el calibre desarrollado para el modelo, el 100-14, es automático, se mantuvo sin embargo la indicación de reserva de marcha presente en los Observadores de cuerda manual, de manera que el homenaje fuera coherente con el pasado.
La esfera está realizada en tres capas de laca, con la superior decorada con un graneado plateado que le da una textura a la vez vintage y elegante. Las manecillas están azuladas para aumentar la sensación de exquisitez. También se lanzó una versión con la esfera en antracita que es sencillamente preciosa.
El calibre 100-14 tiene por supuesto todas las características de los movimientos Glahütte -platina de tres cuartos, decoración con nervaduras Glashütte, tornillos azulados, ajuste con cuello de cisne-, pero añade una novedad: la manecilla de los segundos está descontada del eje de remonte, de manera que cuando se tira de la corona para modificar las horas y/o minutos el volante sigue oscilando y el reloj no pierde la marcha.
Pero sí tiene un mecanismo de puesta a cero (como el Senator Chronometer), que se activa mediante un pulsador a las 2 horas. De esta manera se puede ajustar el reloj de manera exacta, tal como se debe exigir a un reloj de cubierta.
El reloj en la muñeca queda impecable, con una legibilidad a prueba de bomba (aunque no a prueba de oscuridad). La faz limpia, ordenada, hace de la lectura del tiempo un placer que hipnotiza porque las 28.800 alternancias del volante presentan un barrido del pequeño segundero uniforme.
Es, en resumen, un gran reloj. Su precio es de 11.300 euros.
SENATOR OBSERVER, EDICIÓN 2015
Pero Glashütte Original no se duerme en los laureles y en la feria de Baselworld presentó una nueva interpretación de su Senator Observer. Y no podría haberlo hecho mejor: el nuevo modelo es absolutamente impactante, con un porte moderno que sin embargo nace de las mismas raíces que su hermano mayor, pero reinterpretándolas y llevándolas un paso más adelante.
Para empezar se ha lanzado sólo con una esfera negra que hace resaltar aún más la información. Los arábigos han sido sustituidos por los que habíamos visto en el cronómetro de Assmann, muy hijos de su tiempo pero que, dado el gusto actual por lo vintage, nos parecen perfectamente contemporáneos.
Pasan a primer plano las dos subesferas de pequeño segundero y reserva de marcha, en las que se ha remarcado bordes exteriores e interiores. Cada hora se señala con un triángulo y, donde no hay numerales (3 y 9) se incluye un rombo también muy vintage que ayuda a identificar la hora.
Todo ello porque ahora el reloj incorpora lo que no tenía antes: tratamiento luminiscente. La compensación de la carencia ha sido tal que se convierte en su rasgo más significativo, de manera que quieres estar siempre a oscuras para disfrutarlo todo el tiempo. Las manecillas han cambiado su forma para poder acoger el tratamiento de SuperLuminova, con un aspecto más dinámico y poderoso. El resultado es espectacular.
El tamaño del reloj, 44mm, puede no ser para todas las muñecas; sin embargo la altura de sólo 12 mm -tal como se puede leer en su Ficha Técnica completa– le permite adaptarse bien. Y eso que, al tener tan poco bisel y por tanto mucha esfera, el aspecto es de ser mayor de lo que es.
Poner el Senator Observer en la muñeca significa desembolsar 11.300 euros (al menos la versión con correa de piel), que me parece un precio más que razonable si tenemos en cuenta que nos llevamos un calibre de manufactura automático con la complicación de reseteo de segundero, la exclusiva ventana de fecha de Glashütte Original, una preciosa esfera -espectacular y elegante a partes iguales- con el aire retro suficiente para tener un reloj de inspiración histórica pero que luce igual de orgulloso si lo lleváramos, por ejemplo, a ver un partido de la NBA. Y por supuesto todos los acabados exquisitos de Glashütte Original.
Veremos en el próximo Baselworld si la manufactura lanza una iteración del modelo, aunque me cuesta imaginar una esfera plateada con esta configuración. ¿Quizá una versión en oro rosa? Quizá; a mí personalmente me costaría elegir cualquier otra versión que no sea esta, pero no sería la primera vez que Glashütte Original me hace cambiar de opinión a base de maestría relojera. Más información en GlashuetteOriginal.com.