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Nuevo Rado HyperChrome 1616

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Rado ha sorprendido a todo el mundo en Baselworld 2016 con el nuevo Rado HyperChrome 1616, un potente reloj inspirado en un Cape Horn 1616 de 1971 y que conserva todas sus señas de identidad pero con materiales y movimiento moderno.

Aunque Rado tiene en su cartera de productos modelos que homenajean su historia -las colecciones Original, Integral, Sintra y Ceramica- estamos más acostumbrados a ver las formas redondas clásicas de los HyperChrome y los Diastar, que son las colecciones que más novedades presentan año tras año. Rado no ha sido nunca particularmente aventurada en lo que se refiere a formas, o por lo menos no recientemente. Lo más rompedor que le recuerdo es el R-One «Tron» de 2012. En lo que sí ha sido innovadora e incluso pionera es en el uso de los materiales, y especialmente trascendente en la incorporación de la cerámica a la producción relojera.

Hay que decir en primer lugar que el nombre  «Cape Horn 1616» hace referencia al año en el que se cruzó el temido Cabo de Hornos. El nuevo Rado HyperChrome 1616 tiene dos versiones: en titanio endurecido y en cerámica high tech negra mate con una presencia mucho más contenida. El reloj original era de acero, con una dureza entre 200 y 250 vikers, mientras que la versión de titanio tiene una dureza de 1,000 vikers, muy cercano al de la cerámica (1.250 vikers). Es por tanto una caja mucho más resistente a los arañazos y al uso diario. Rado siempre ha tenido la dureza de los materiales como uno de sus puntos fuertes, por lo que no es baladí que preste tanta atención a este aspecto.

A pesar de sus sustanciales medidas (46 x 45.5 x 13.7) en la versión de titanio el peso es muy inferior al esperado: 106 gramos. La caja original también tenía forma de cojín, pero sólo medía 36 mm de diámetro. Los protectores de la corona le dan un aspecto aún más sólido. Otro de los elementos sustituidos ha sido el cristal, pasando del Hesalite original al zafiro actual, aunque conserva la forma de domo acorde con el estilo vintage de la pieza.

La esfera original se ha conservado, con unas manecillas cuya forma no puede esconder la época en la que se concibieron. Lo mismo ocurre con los índices facetados y dorados en aplique, y una representación de los minutos y segundos tan setentera que si este reloj fuera un repetidor de minutos Westminster Carrillón al activarlo sonaría Led Zeppelin.

Afortunadamente tanto índices como manecillas están tratados con SuperLuminova. A las doce aparece el símbolo de Rado, un ancla que además se mueve. Y enfrente una ventana bicolor con fecha y día vertical que no admite medias tintas: la amas o la odias. A mí me parece que no sólo es fiel al original, es que además le va bien a su furibundo estilo retro.

El reloj se mueve gracias al calibre ETA C07.621, un derivado con fecha y día del Powermatic 80 que introdujo Tissot en 2013 y que es a su vez una evolución del 2824-2. Presenta una reserva de marcha de 80 horas, lo que consigue rebajando la frecuencia a 3 hercios, reduciendo el diámetro del piñón del barrilete para alojar un muelle real de Nivaflex más largo y usando materiales de alta tecnología en el escape para reducir la fricción. Sin embargo la trasera del reloj es sólida, por lo que no se ve el movimiento.

Tanto el Rado HyperChrome 1616 en titanio como el más sobrio de cerámica y esfera negra son modelos que van a hacer que Rado vuelva a captar la atención de los aficionados porque ofrece algo distinto a lo que estamos acostumbrados en este rango de relojes. Su precio por ahora es de 2.910 €, que puede variar cuando se lance comercialmente, allá por octubre. Más información en Rado.com.

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