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En la muñeca: Greubel Forsey Signature 1

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El nuevo Greubel Forsey Signature 1 fue una sorpresa cuando se presentó en el SIHH 2016 porque, al contrario de lo que es habitual en la colección de la manufactura, el reloj encargado al relojero Didier Cretin es muy sencillo en su presencia, pero sin abandonar la altísima alta relojería que es la base genética de Greubel Forsey.

Este Greubel Forsey Signature 1 es el resultado de un experimento, de una propuesta de los dos fundadores de la manufactura, Robert Greubel y Stephen Forsey. Su idea con la colección Signature es contar con relojeros excepcionales para que diseñen un reloj y después poner a su servicio el Atelier de la casa para hacerlo realidad bajo sus altísimos estándares de calidad en construcción y decoración. Para esta primera edición lo tuvieron fácil: llamaron a Didier Cretin, un relojero formado en la propia casa.

Y el resultado es llamativo, cuando menos: el Greubel Forsey Signature 1 es un reloj extraordinariamente sencillo, alejado completamente de lo que solemos encontrar en los relojes de la casa. Es simplemente un reloj que marca horas y minutos y tiene un pequeño segundero. Nada de tourbillones dobles, inclinados o ultrarápidos. Es, sencillamente, el reloj más ponible de la marca. ¿Se podría entonces confundir con cualquier otro tres agujas del mercado? En absoluto. El reloj es completamente distinto a lo habitual y, dentro de su sencillez, sigue teniendo la marca de la maison.

La caja tiene tan solo 41,4 mm de diámetro y 11,7 mm de altura, lo que le convierte en el reloj más pequeño de toda la colección y perfectamente combinable con cualquier atuendo que se quiera llevar. Recordemos que el otro reloj «simple» de la casa, el Tourbillon 24 hours Vision que les hizo ganar el Gran Premio de Relojería de Ginebra en 2015 -y que puedes ver aquí-, tenía una caja de 43,5 x 13,65 mm; y nos pareció un logro en su momento. Más aún, el Greubel Forsey Signature 1 no tiene ningún tipo de protuberancia en la caja ni en el cristal, otra de las características tradicionales de GF.

Dentro de la caja es donde la cosa se pone interesante porque, a pesar de no ser cajas tan grandes ni tan altas como es habitual, el relojero ha conseguido crear una notable sensación de profundidad. Para ello ha escalonado los elementos -otro de los rasgos habituales de los relojes de GF-. La vista inmediatamente se posa sobre el gran dial descentrado con las horas y minutos y sus manecillas de acero azulado. La esfera está quebrada en la parte inferior, como le gusta a los dueños de la casa, para aumentar esa sensación de caída hacia el fondo del reloj.

Allí se encuentra el otro punto de referencia: un gran volante de 12,6 mm de diámetro que además se mueve a unas tranquilas 18.800 alternancias a la hora, por lo que se puede disfrutar del desempeño del espiral. Es casi como ver funcionar un antiguo reloj de pared. El volante está sujeto al fondo con un gran puente pulido hasta niveles de locura. Por encima, una preciosa esfera de pequeño segundero. Una belleza.

El gran espacio abierto para el volante da ligereza al conjunto y permite apreciar el funcionamiento del reloj porque deja al descubierto -o casi- el tren de engranajes. Para aumentar esa sensación de ligereza el fondo se abre justo por debajo de las ruedas permitiendo que la luz que se cuele entre la caja y el brazo las ilumine.

Capítulo aparte en el Greubel Forsey Signature 1, como en todos los relojes que crean, es la decoración, que es casi de maniáticos. Todos los bordes están biselados y pulidos a mano. Y cuando digo todos, digo hasta el último. La subesfera horaria está enmarcada por unos puentes decorados con Côtes de Genève mientras que el resto de la esfera se cubierto de una finísimo graneado negro sobre el que resalta el conjunto del escape y órgano regulador.

Cuando das la vuelta al reloj ves aún más Greubel Forsey que en la esfera: el calibre -con un nombre sin complicaciones: GFS1- sigue el argumento sobre líneas racionales que hemos empezado a ver últimamente en la marca y que es muy distinta a la que era habitual, siempre muy barroca (por ejemplo).

Aunque a mí me gustan los calibres tranquilos no soy muy fan de los dos puentes que aparecen en los extremos, con esa cierta forma de piezas de puzle. Pero lo que sí me gusta mucho es cómo se ve el barrilete y todo el tren de ruedas. Además, por supuesto, de los acabados, que jugando simplemente con el graneado y los pulidos de los biseles consiguen sin embargo resultar preciosos. Confirmación del adagio de que menos es más.

El placer visual se extiende al momento en que te pones el reloj en la muñeca, donde encaja perfectamente y queda muy, muy bien. No creo que haya ningún aficionado a la relojería que no le gustaría llevarlo puesto. A mí desde luego me encanta. Y además es el más «asequible» de la colección, con todas las comillas necesarias en modelos de Greubel Forsey. Digamos antes que el reloj se va a hacer en edición limitada a 66 piezas: 11 en platino, 11 en oro rosa y 11 en oro blanco. Las demás serán ¡en acero! por primera vez y quién sabe si quizá la última, por lo que el valor para los coleccionistas es aún mayor. Esa es la versión que hemos visto aquí. Volviendo al precio, el Greubel Forsey Signature 1 en acero cuesta 150.000 francos suizos (138.000 euros al cambio), 170.000 francos suizos para las versiones en oro (156.000 euros) e indeterminadamente más para el platino. Seguramente el reloj de tres agujas más caro del mundo, pero a cambio es absolutamente exclusivo. Ojalá tuviera el dinero como para plantearme si comprarlo o no. Más información en GreubelForsey.com.

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