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Nuevo Bell & Ross BR 01 Instrument de Marine: Fotos en vivo y precio

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Bell & Ross nos sorprende con una nueva variación de su icónica caja BR 01. Pero en vez de pilotar aviones la caja se viste de nuevos materiales y se sube a un barco para rendir homenaje a los cronómetros marinos, y en concreto al creador del primero de ellos: John Harrison. Es el nuevo BR 01 Instrument de Marine, que he tenido la oportunidad de probarme y del que os traigo fotos en vivo y precio.

UN POCO DE HISTORIA

John Harrison es uno de los inventores que de verdad contribuyeron a que el mundo que conocemos pueda ser como es. Hasta que él irrumpió en la Historia los viajes marítimos eran una lotería en la que muchos números sólo ofrecían un premio: la muerte. Previamente en los viajes marinos se podía calcular la latitud, pero no la longitud. Las naves tomaban como referencia la costa, pero una simple niebla, un mar movido o una marea hacían que se perdiera dicha referencia y los barcos se desviaran irremediablemente de su camino, y con frecuencia no volvían a encontrarlo. Los viajes transoceánicos, sin referencia alguna, eran aventuras que incluían entretenimientos a bordo tan excitantes como escorbuto, inanición, canibalismo y suicido.

Barco Naufragando Junto a Una Costa Rocosa, de Ludolf Backhuysen (1667)

De ahí que desde el principio de la navegación se intentara dar con un método fiable para calcular la posición real de los barcos. Para ello se tomaban referencias de la luna, de las estrellas o del Sol, pero las inclemencias meteorológicas y la propia inexactitud de la relación de movimiento entre nuestro planeta y los astros hacían de éste un modelo propenso al fallar. Se llegó a pensar incluso en poner barcos a lo largo del mar con cañones disparando regularmente para guiar a los barcos mediante sonido; tal era la desesperación. El remate tuvo lugar el 4 de noviembre de 1707, cuando una escuadra de la Marina británica -4 grandes barcos- se hundió al estrellarse en las Islas Sorlingas (a tan sólo 45 km de Cornualles y donde han ocurrido numerosos naufragios a lo largo de los siglos) con unas pérdidas humanas de entre 1.400 y 2.000 marineros. El peor desastre de la Royal Navy sin considerar las acciones de combate.

Las Islas Sorlingas

La consternación fue tan grande en Inglaterra que 7 años después el parlamento británico  aprobó el “Acta de Longitud”, que establecía el “Comité de Longitud” y ofreció una recompensa de 20.000 libras (varios millones de hoy día) a quien pudiera lograr que un barco llegara a las Indias Orientales tras 6 semanas de navegación y con una desviación no mayor a 30 millas náuticas. Como una milla náutica equivale a 1.852 metros, estamos hablando de pisar tierra a 55 kilómetros del punto de llegada deseado. Esa distancia significaba dos horas a caballo a galope tendido y sin parar, y por tanto más de un día si hay que transportar en carros las mercancías y las personas. Y aún así era una fantasía conseguirlo.

John Harrison, un carpintero que ya había fabricado relojes de madera para edificios públicos e iglesias que aún hoy funcionan, presentó su primer reloj al Consejo en 1737. Si bien este H1 ya probó su fiabilidad, el Comité lo rechazó. Durante un período de tiempo que abarcó hasta 1772 John fabricó 5 cronómetros, de los cuales el H4 y el definitivo H5 fueron relojes de bolsillo. El H1 tenía el tamaño de una mesilla de dormitorio, pesaba 34 kg y medía casi un metro de ancho. El H2 (1741) estaba realizado en bronce y pesaba 39 kg, aunque era algo menor que el H1. Pero el propio Harrison convenció al Consejo de que la pieza no estaba acabada porque se dio cuenta de que determinadas maniobras del barco podían afectar la exactitud del reloj, así que nunca se probó. El H3 (1758) seguía con la disminución de tamaño y de peso -27 kg-. El año pasado se le sometió a pruebas de cronometría y sólo desviaba 1 segundo al día, lo que es francamente asombroso.

El H4, de 1760, era ya un reloj de bolsillo con 127 mm de diámetro y 1,360 gramos de peso. Sólo se retrasó 15 segundos en 80 días en un viaje a las islas Barbados. Es decir, 0,18 segundos al día, mucho menos de la desviación permitida por la Junta de Longitud. Por último, y tras las quejas de John Harrison ante el rey Jorge III por el injusto trato recibido de la Junta, fue el mismísimo rey el que probó el último reloj, el H5, que era una versión mejorada del H4. Tras diez semanas de pruebas diarias (entre mayo y julio de 1772) el rey amonestó al Parlamento por el mal trato dispensado a John Harrison y le instó a que le diera el premio que le correspondía. Nunca recibió el premio completo (sólo 8.750 libras), pero entró por la puerta grande de la Historia como el responsable de salvar miles y miles de vidas gracias a su tenacidad y por hacer que el mundo pudiera ser como es hoy, ya que sin la navegación marítima la sociedad no habría avanzado.

Los cronómetros marinos se convirtieron en un elemento indispensable para la navegación tanto civil como militar (quien lo tuviera ganaba una ventaja inmediata sobre los buques enemigos), y su coste era tal que suponía hasta el 30% del valor total de un buque. Con la llegada del cuarzo en los años 60 del siglo pasado los cronómetros marinos (y sus compañeros, los relojes de observación) quedaron desfasados, pero siguen siendo una presencia habitual en navíos de todo tipo, por su tradición marina y por su belleza. Por eso en Horas y Minutos hemos hablado ya varias veces de los cronómetros de Thomas Mercer.

BELL & ROSS BR 01 INSTRUMENT DE MARINE

La verdad es que la idea del BR 01 Instrument de Marine sorprende. Uno pensaría que una caja que sale del panel de mandos de una carlinga no puede albergar sino un reloj de rasgos modernos, pero este reloj viene a demostrar que no es necesariamente así. Pero claro, no se trata simplemente de juntar elementos, sino de cómo se juntan.

Para empezar hay que recordar que los cronómetros marinos -obviamente todos de caja redonda- se metían dentro de cajas cuadradas, de manera que cuando se abren lo que se ve es un círculo dentro de un cuadrado; como el BR 01 Instrument de Marine. Muy inteligentemente Bell & Ross ha prescindido del acero para fabricar la caja -y por supuesto de cualquier otro material moderno- y optado por el bronce. Como ya dijimos al hablar del BR 01 Skull Bronze (aquí, con fotos exclusivas) el bronce es un material «vivo» que va a ir cambiando con el tiempo, desarrollando una pátina que dependerá de cada reloj y del ambiente en el que se mueva. Una sencilla manera de tener un reloj único, más alla de las ediciones limitadas (como es el Instrument de Marine).  De hecho la unidad que aquí presento ya ha comenzado a evolucionar.

Pero además la carrura está hecha de madera, y concretamente de palosanto, en la vertiente conocida como Palisandro de la India. Un cronómetro marino estaba quieto y bien cuidado en un barco, a salvo de golpes, roces, movimientos súbitos… justo lo contrario de la vida de un reloj de pulsera. Como quiera que el uso de la madera me preocupaba en cuanto a la durabilidad del producto, me puse en contacto con Bell & Ross y esta es la respuesta obtenida de la central:

«Hemos decidido utilizar el Palisandro de la India  porque es un tipo muy duro de madera con granos muy finos y una textura muy elegante. La madera se ha vuelto a trabajar utilizando las técnicas que se acercan a los contrachapados usados para embarcaciones. Esta formado por capas muy finas que se cruzan. Con esto hemos obtenido un bloque muy sólido de la madera menos expuesta a la distensión y la humedad. La madera es tratada con barniz, pero aun así este es un material «vivo» por lo que no es resistente al rayado, pero al igual que con otros relojes, siempre hay que tener cuidado si queremos que dure. También puede ver, en el kit de prensa, que la resistencia al agua es de 100 metros para cada uno de los 3 relojes porque la madera es conocida por su gran resistencia a la humedad (sobre todo porque se trata de la India … país muy húmedo)”. El palosanto es uno de las maderas más apreciadas por sus cualidades, y además una de las más caras.

La unión de los dos materiales funciona a la perfección, dando al reloj un aire clásico y elegante. Hay que tener en cuenta que el reloj es un BR 01, lo que significa que es el modelo más grande, el de 46 mm de lado. No es, por tanto, para cualquier muñeca. Lo hubiera sido si hubiese sido un BR 03 de 42 mm, pero entonces se perdería el efecto de cronómetro. Para evitar problemas de acomodo las asas son muy cortas de manera que la correa pueda bajar inmediatamente y se ajusten mejor a la muñeca. En la mía, de 18 cm de diámetro, queda justo al ras de los bordes.

Debajo del cristal de zafiro aparece una esfera perfectamente clásica y con un blanco especial, poco corriente. Ello es porque la esfera está lacada, no pintada como es habitual. El lacado está por debajo del esmalte en complicación y sobre todo en tonalidad, pero otorga sin duda un lustre especial a las esferas, con una tonalidad más cálida como de cerámica mate, y con más matices al exponerla a distintos grados de luz.

Las manecillas, en acero azulado, son idénticas a la de los cronómetros antiguos y apuntan a numerales romanos rodeados por una minutería de ferrocarril. El chemin de fer se repite en el pequeño segundero a las 6 horas, también exacto en su clasicismo y con la manecilla en el mismo acero azulado de las dos grandes. La forma en cómo la subesfera corta los numerales 5 y 7 -que también es la manera clásica- termina por conjuntar una esfera muy seductora.

El calibre 203 mencionado en el pequeño segundero hace referencia al movimiento que anima este BR 01 Instrument de Marine, que no es otro que el conocido Unitas 6497-1. Es un movimiento de cuerda manual diseñado originalmente para relojes de bolsillo, de ahí su tamaño: 37,2 mm de diámetro (aunque sólo 4,5 de altura). Originalmente el volante oscilaba a 2,5 hercios, pero se aumentó su frecuencia a 3 hercios (21.600 alternancias a la hora) y se aumentó su reserva de marcha de 46 a 56 horas. Se lanzó en la década de los 50 y desde entonces ha probado su solidez en infinidad de relojes. Quien compre este Instrumento Marino puede estar tranquilo porque el movimiento va a responderle siempre.

Sin embargo es precisamente el movimiento el único pero del reloj, y además importante: si este BR 01 Instrument de Marine es un homenaje a los cronómetros marinos y  apelamos a una historia conocida y apreciada por los aficionados a la relojería, entonces debía haber sido también un cronómetro. Para ello simplemente había que usar la versión superior del calibre, el 6497-2 con certificación COSC, y de paso decorar un poco más el movimiento (por ejemplo con el biselado de los bordes). Los aficionados saben que el movimiento utilizado, aunque sólido, sigue siendo el básico y por tanto difícil de justificar. Y hubiera quedado mucho mejor si en la esfera hubiera lucido la palabra Chronometer. Digamos por último que la tapa trasera es de titanio para evitar los problemas de piel que una tapa de bronce podría ocasionar.

Como se ve en la foto superior la correa es de aligátor y va en disminución desde las asas hasta la hebilla, para poder atarla mejor. El cierre se realiza mediante una poderosa hebilla a juego con el tamaño de la caja y también hecha en bronce. No sé si quizá debiera haber sido también de titanio, por las mismas razones dermatológicas que la tapa del movimiento.

A pesar de las pegas que he puesto el reloj es muy bonito y yo creo que se va a agotar sin problemas. Y digo agotar porque es una edición limitada a 500 unidades numeradas (el reloj de este artículo es el 20 de 500). Ya está disponible en las tiendas con un precio de venta de 7.900 euros. Por cierto que se me acaba de ocurrir que este BR 01 Instrument de Marine luciría estupendo en versión reloj de mesa e incluso de pared, ¿verdad? Más información en Bell&Ross.es.

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