La noticia ha sacudido tanto el mundo económico, dado el tamaño del Grupo, como sobre todo el mundo de la relojería: Richemont decidió el pasado jueves reestructurar el grupo, eliminando el puesto de Director General y creando una junta directiva para un mayor control del negocio relojero, en lo que parece una respuesta largamente esperada al ruego de «algo hay que hacer» de los accionistas.
Cuando todo el mundo estaba pensando en qué iba a hacer el fin de semana el Grupo Richemont hizo que a muchos de sus empleados se les atragantara los cereales del desayuno al leer la noticia: Johann Rupert, fundador del Grupo Richemont, retoma el mando del grupo para hacer frente a la profunda crisis del sector que lleva lastrando los resultados del grupo de hace ya tiempo. En concreto las ventas del grupo han caído un 13% respecto a las del año anterior al cambio de divisa actual (que está teniendo un gran impacto), mientras que el beneficio operativo ha caído nada menos que un 43% hasta los 798 millones de euros. Y la primera medida ha sido deshacerse de la figura de Director General del Grupo, Richard Lepeu, y del Director General de Finanzas, Gary Saage.
Richard Lepeu llega a su edad de jubilación el año que viene. Seguramente en otras circunstancias el contrato se habría prorrogado (Jean-Claude Biver, a pesar de sus 67 años, ha renovado su estancia en LVMH hasta los 74), pero en este caso se ha decidido que es buen momento para disfrute de su retiro. Gary Saage, por su parte, tiene su familia en Estados Unidos, lo que le obliga a estar saltando el charco continuamente. Según el propio Johann Rupert, el Sr. Saage había pedido de manera reiterada marcharse y su continuidad era debida únicamente a que el magnate sudafricano le convencía para quedarse. Ahora le ha dicho que por fin va a poder volver a su familia en América.
Aprovechando la salida de los dos pesos pesados del Grupo Richemont Johann Rupert acomete una reestructuración que busca un control más cercano (y sin duda férreo) de lo que se cuece en las marcas. Para ello crea una Junta Directiva en la que, entre otros, estará Georges Kern, actual Director General de IWC y Jérôme Lambert, Director General de Montblanc. Geroges Kern estará encargado de la dirección de Relojería, Marketing y Presencia Digital. Por su parte Jérôme Lambert será el Director de Operaciones, responsable de los servicios centrales y regionales, además de las firmas que no sean de joyería y relojería. Serán sustituidos por Nicolas Baretzki y Christoph Grainger, vicepresidente de ventas de Montblanc y Director Adjunto de Retail de IWC, respectivamente.
No es de extrañar la elección del señor Rupert porque ambos habían sonado siempre como candidatos para la dirección del grupo. Los dos tienen una acreditada reputación como directores infatigables y, por lo mismo, enormemente exigentes con aquellos a su cargo. Porque, ¿qué es exactamente lo que se busca con estos cambios? En unas declaraciones al Wall Street Journal el fundador del Grupo Richemont afirma, además de que «ahora todo va a ser más fácil, la culpa no se puede echar a una sola persona» (en referencia a la marcha de Richard Lepeu), que «las empresas que no cumplan los objetivos deberán mejorar o ser vendidas». Y es que las distintas casas relojeras han tenido hasta ahora absoluta libertad en su manera de llevar el negocio, lo que puede haber llevado a decisiones no necesariamente buenas o rentables por más que trataran de ahondar en la idea de crear alta relojería. Hay rumores de que Richemont se estaba gastando cerca de un millón de euros diarios en marketing y promoción, con empresas del grupo compitiendo por los mismos personajes públicos sin saberlo.
La dirección del grupo quiere ahora aquilatar oferta, precios y gastos y qué mejor para esta tarea que Georges Kern y Jérôme Lambert. Ambos han sabido manejar la idea del «lujo asequible» perfectamente, aunque en mi opinión hay algo preocupante: mientras Jérôme Lambert ha apostado por la creatividad -dentro de líneas clásicas, al menos por ahora- Georges Kern lleva dando vueltas a la misma colección de relojes desde que llegó, sin aportar nada realmente revolucionario. Esperemos que la innovación y el riesgo no desaparezcan totalmente, porque sin ellos la relojería estaría muerta. Por otra parte las empresas del Grupo están fuera del mundo digital y seguramente se han dado cuenta que es ahí donde sus clientes se informan, no tanto en la prensa escrita (sea generalista o específicamente de relojes). Y además también compran online, un mercado imperdonablemente olvidado por el Grupo.
El siguiente paso se dará en septiembre, momento en que se nombrarán nuevos directores de marca. Mientras tanto las acciones del Grupo Richemont han aumentado su cotización, signo inequívoco de que los mercados toman la reestructuración como un paso en la dirección adecuada. Estaremos atentos a cómo se desarrolla la nueva dirección del Grupo, y también a cómo afrontan otros grupos la actual situación. El comunicado completo se puede encontrar en Richemont.com.