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Pre-SIHH: Greubel-Forsey Grande Sonnerie

Por si le quedaba algo que demostrar para ser considerada parte del pequeño Olimpo de las manufacturas de altísima relojería, el suizo Robert Greubel y su socio inglés Stephen Forsey presentan el nuevo Greubel-Forsey Grande Sonnerie, que va más allá de lo que ya conocíamos  de esta altísima complicación. En sofisticación y en precio.

Ya sabemos que la sonería es una de las altas complicaciones, seguramente la más alta. Dentro de la gama de sonerías la Grand Sonnerie es la más difícil de todas y este Greubel-Forsey Grande Sonnerie nos ofrece nada menos que una Grand Sonnerie, una Petite Sonnerie y una Repetición de Minutos, además de un modo en silencio. No es de extrañar por tanto que el reloj, que tiene nada menos que 935 piezas, necesitara 11 años de desarrollo.

¿Qué significa cada una de las funciones? En la Grand Sonnerie el reloj sonará en passant (es decir, de manera automática) cada hora y cada cuarto de hora. En la Petite Sonnerie suena automáticamente cada hora. Por último en la Repetición de minutos el reloj ofrece la hora, los cuartos y los minutos a demanda, en este caso presionando el pulsador sobre la corona. Estas funciones se concentran en la parte superior del Greubel-Forsey Grande Sonnerie, que permite ver los martillos a las 10:30 y un indicador de reserva de marcha a la 1:30 horas

Y es que para poder ejecutar correctamente el golpeo cada hora y cada cuarto de hora sin perder potencia los relojes con esta complicación necesitan de mucha reserva de marcha, lo que normalmente se soluciona con un barrilete dedicado exclusivamente a la complicación. Y aquí llega otra genialidad del Greubel-Forsey Grande Sonnerie: en este caso ese barrilete se carga de manera automática con un rotor descentrado. El resto del calibre se carga de manera manual, pero con la masa oscilante te aseguras de que el muelle real de la complicación va a tener todo el amor que necesita. De ahí que el indicador de reserva de marcha de la sonería (20 horas) sea una parte relevante del reloj.

El calibre presenta además hasta 11 mecanismos de seguridad para evitar conflictos que podrían ser letales: por ejemplo un cambio de hora mientras está activado el mecanismo de sonería lo forzaría de tal manera que acabaría roto. Mientras que las platinas con el ya clásico texto grabado en relieve son de oro, el rotor está realizado en platino para una carga más rápida y eficiente, ya que aprovecha el mayor peso y por tanto la energía cinética del metal precioso. El calibre es una elegante mezcla de lo barroco y lo racional que resulta muy atractiva.

Por cierto que, por si acaso faltaba algo, el reloj también incluye un tourbillon, una pieza que no puede faltar en relojes de la manufactura. Es un tourbillon inclinado a 25 grados que completa un giro cada 24 segundos. Está alojado en la protuberancia izquierda de la caja, una alteración de la forma circular que es ya marca de la casa.

La caja, por cierto, está realizada en titanio, no en oro o platino como uno hubiera esperado. La manufactura asegura que la sonoridad del reloj con ese material es excepcional, pero eso no lo sabremos hasta la semana que viene que comienza el SIHH y en el que tengo una cita para ver esta y otras novedades. La elección del titanio es, si nos atenemos a aspectos prácticos, muy acertada, porque el reloj tiene un diámetro de 43,50 mm y 16,13 milímetros de altura, así que metales pesados dificultarían su uso. Porque es llamativo cómo el Greubel-Forsey Grande Sonnerie tiene tanto dentro y aún así su tamaño es perfectamente llevable, lo que da cuenta de la excelencia en el diseño de la pieza. Eso sí, es llevable si se tiene el dinero necesario para hacerse con él, porque tiene un precio de 1.150.000 francos suizos (1.071.000 euros al cambio). Más información en Greubel-Forsey.com

 

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