A los que nos gusta el tenis este Abierto de Australia nos ha resultado particularmente atractivo porque hemos visto resurgir leyendas y sobre todo enfrentamientos que creíamos que no volverían. Además de los deportistas, de las finales han emergido dos claros ganadores: Audemars Piguet y Rolex.
En primer lugar, la final femenina. Nuevamente se enfrentaron las hermanas Williams, Serena y Venus. La primera vez que jugaron en Melbourne fue en 1998, llevando trenzas y aparatos bucales, pero muchas han cambiado en estos 19 años: Serena tiene 23 títulos principales y su hermana 7. Venus es la contendiente más mayor que ha jugado la final del Australian Open, con 36 años (uno más que su hermana). Y, de manera increíble, desde que cumplió 30 años Serena ha ganado 10 grandes títulos, a una edad en que la mayoría de las mujeres ya se han retirado.
El partido fue claramente para Serena, que ganó su séptimo Australian Open con un tanteo de 6-4, 6-4, que además le sirvió para volver al número 1 del ranking. Está a un título del record absoluto de victorias (24) aún en poder de Margaret Court -qué ironía, apellidarse «cancha»-. Y ganó la final llevando en su muñeca un Audemars Piguet, de quien es embajadora.
Pero en esta ocasión no lo ha hecho llevando un Royal Oak Chronograph, como era habitual y como la vimos cuando ganó Wimbledon (en este artículo). Para la final del Australian Open lució un Millenary Rose Gold con bisel de diamantes. Los Millenary es una colección de relojes de caja oval que tiene tanto modelos masculinos como femeninos, aunque son los de mujer a los que más atención está prestando AP estos últimos años. Pero aún así están muy a la sombra de todo lo que sea Royal Oak.
No es desde luego un reloj deportivo, ni tampoco es que a Serena le importe mucho. De hecho para Audemars Piguet es una elección excelente porque le ayuda a publicitar un modelo no muy conocido entre el público. Yo imagino que la decisión de llevar este reloj fue de la propia Serena. Si es así, AP no tiene sino que aplaudir su elección. Y por supuesto felicitarla por ser la mejor tenista de la historia.
ROGER FEDERER
La final masculina del Australian Open fue aún más emotiva, porque nos permitió volver a disfrutar de uno de los grandes duelos de la historia del tenis. Seguramente el mayor enfrentamiento que ha dado este deporte: Roger Fereder contra Rafael Nadal. Dos tenistas que todo el mundo daba por enterrados -incluso ellos mismos no se veían con demasiadas posibilidades- y que sin embargo llegaron, contra todo pronóstico, a la final.
¡Y qué final! Casi 5 horas de batalla épica en la que se vio que no sólo habían resurgido los jugadores míticos, sino que lo habían hecho jugando el mejor tenis que nunca habían jugado. Por supuesto Nadal jugó todo el rato con su Richard Mille RM 27-02 Tourbillon Rafael Nadal (que vimos aquí). Roger Federer jugó sin reloj puesto, también como siempre, pero para la entrega de trofeos sí que se puso uno: el Rolex GMT Master II con bisel azul y negro de Cerachrome. El llamado «Batman».
El reloj fue lanzado en Basilea en 2013, y fue el primer Rolex con un bisel de Cerachrome bicolor. Y es un detalle importante, porque no son dos piezas de cerámica juntas, sino una sola en la que se ha conseguido dos colores. El proceso es tan complicado que incluso está patentado por Rolex. Además, sobre la superficie pulida se inserta una fina capa de platino para formar los numerales. El bisel se asienta sobre una caja de 40 mm que además acoge el excelente calibre 3186. Todo por un precio de 8.250 euros.
En este caso yo sí creo que el modelo fue «sugerido» por Rolex, porque en las pantallas digitales que rodean las canchas era el modelo que se proyectaba, y en los cortes publicitarios también. Aunque claro, imagino que Roger no le hizo ningún asco cuando se lo dieron. Entre que por contrato había que decir el nombre de Rolex en las retransmisiones, que las pantallas continuamente mostraban el GMT Master II y la victoria de Federer, la exposición de Rolex ha sido máxima. Le ha salido redondo el Australian Open.
Felicidades al que es sin duda (y salvo que milagrosamente Nadal lograra igualar su número de Grand Slams, labor harto difícil a estas alturas) el mejor jugador de tenis de la historia.