El 4810 Chronograph Automatic es la propuesta de Montblanc para el día del padre, que es una excusa tan buena como cualquier otra para repasar un reloj que apareció el año pasado y que es una excelente opción si se quiere disfrutar (o regalar) de un reloj polivalente y a buen precio.
El 4810 Chronograph Automatic se lanzó en realidad el año pasado dentro de la colección 4810, una familia de relojes inspirada en los primeros años de comercio intercontinental de Montblanc. En 1906 el ingeniero August Eberstein, el banquero Alfred Nehemias y el propietario de papelería Claus Voß viajaron a América con un producto que habían desarrollado: un instrumento de escritura con tecnología estanca y un convertidor de émbolo. En 1910, los tres fundadores adoptaron el nombre de Montblanc -por la montaña más alta de Europa- y lo convirtieron en el símbolo de su visión de la excelencia. En 2006, para celebrar su centenario, Montblanc lanzó la colección 4810, que fue todo un éxito, y 2016 fue, en el marco de su 110 aniversario, un buen momento para reeditarla.
Visto así, separado de la colección, el 4810 Chronograph Automatic tiene poco que ver con ese espíritu pionero, los viajes y todo eso, pero es que tampoco le hace falta una historia detrás para convencer con sus argumentos. Sí se ve un diseño que luce su clasicismo sin remordimientos, pero con ciertos detalles que lo hacen mucho más versátil de lo que parecería a primera vista.
Para empezar el 4810 Chronograph Automatic es, como su nombre indica, un cronógrafo. Eso, además de incorporar la complicación favorita del usuario de relojes (después de la fecha), significa que el reloj ha de ser más grande para poder incorporar el medidor de tiempos, y el reloj lo es: mide 43 mm de diámetro y 13.68 mm de altura. Podría haber sido más pequeño, sin duda, pero esa una de las características peculiares del reloj: siendo un reloj clásico, que tendería a ser de vestir, tiene un tamaño muy atrevido para los rigores formales, lo que le dota de una personalidad que en absoluto le hace pasar desapercibido en la muñeca.
Y es que los relojes de Montblanc tienen un aire tradicional, es cierto, pero su construcción nunca es meliflua ni anticuada, en buena parte gracias precisamente a sus medidas. Pero también podemos fijarnos en las asas, con gran presencia y muy lejos del ideal retro. Es decir, cuando te pones el reloj sabes que lo llevas y los demás también lo notan, por apariencia y tamaño. Lo mismo ocurre con los pulsadores del crono, que son grandes y bien conformados para una pulsación cómoda y firme.
El cronógrafo también juega una parte fundamental en la esfera, porque contrasta con su porte clasicista y lo moderniza. Seguramente su elemento más llamativo es el elaborado guilloché, que parte de la estrella de Montblanc ubicada en el pequeño segundero. La estrella reparte sus rayos desde allí hacia todo el dial. Es sin duda una apuesta arriesgada, porque pone el fondo a la misma altura de importancia que los elementos principales, y no suele ser muy habitual (sí ocurre con Breguet, por ejemplo, pero de otra manera).
Por encima del sinuoso guilloché se asientan numerosos elementos que animan la esfera. En primer lugar y en orden de importancia, numerales romanos aplicados y manecillas, todos realizados en oro rojo. Hay un detalle que me gusta mucho y es cómo se ha resuelto la X y el VIII, con una textura muy lograda que aumenta su elegancia. Las manecillas están rellenas de SuperLuminova pero no, lógicamente, los romanos. Estos sin embargo tienen por encima unos puntos que sí lo están, así que la correcta lectura en la oscuridad está asegurada.
A las 6 aparece una ventana de fecha ampliada y resuelta muy elegantemente. El problema de las ventanas triples es que la acumulación de números puede arruinar la estética del reloj, además de que tampoco aporta nada más. Sin embargo en este caso sólo se leen los números impares, así que queda más espaciado y refinado. Por cierto que justo debajo del triángulo que señala la fecha aparece la inscripción «L-SWISS MADE-L». Para quien no lo sepa las letras L significan que se ha usado SuperLuminova (de la misma forma que el uso de T significa que se han usado tubos de tritio), aunque es una inscripción que cada vez se utiliza menos.
Las esferas y sobre todo las manecillas del cronógrafo, en acero azulado, terminan por avivar la esfera y darle el toque necesario para que el reloj sirva tanto para ir al trabajo como para el ocio del fin de semana, masculinizándolo pero sin caer en el puro aspecto deportivo.
El 4810 Chronograph Automatic está impulsado por el calibre automático Montblanc MB 25.07, que es en realidad el Sellita SW500. Funciona a 4 hercios y tiene una reserva de marcha de 48 horas. Montblanc toma un movimiento absolutamente fiable pero aburrido de ver y le da una decoración merecedora de un zafiro trasero para poder verlo. La única pega que le pongo al reloj es que en la masa osciliante se lee Meisterstück, que supongo viene de reutilizar los que se hicieron para la colección de relojes del mismo nombre. Por último, el reloj se ata a la muñeca gracias a una correa de aligátor negra que se asegura gracias a un cierre despeglable.
ACTUALIZACIÓN 28/01/18: Gracias al comentario y foto de Jesús Lleonart (al final del artículo), sabemos que la casa ha dejado de utilizar el nombre de Meisterstrück en la masa oscilante.
El 4810 Chronograph Automatic se ha lanzado también con esfera negra, que lo hace aún más deportivo e impactante. Ambas versiones tienen un precio de 4.100 euros y por supuesto ya están disponibles en las boutiques de la marca. Por si alguno de nuestros relojes se anima a regalar uno de estos, recordad por favor que el que aquí escribe es padre y le encantan los regalos. Más información en Montblanc.es.