Se podría decir que Christian Dior devolvió la femineidad a la mujer. En un mundo destrozado física y anímicamente por la II Guerra Mundial -particularmente en Europa- surgió un modista que se atrevió, con lo que se dio en llamar «New Look», a quitar a la mujer el mono de trabajo que la Guerra había impuesto.
Dior quiso que la mujer fuera de nuevo bella y, devolviéndole sus armas, hacerla más segura de sí misma, más independiente. Para ello propuso hombros torneados, cintura fina y falda amplia en forma de corola.
«Yo quería ser arquitecto, y como diseñador debo seguir las leyes y principios de la arquitectura» -afirmó una vez Christian Dior. Y es verdad, sus líneas no puedes ser más estructuradas, pero ¡qué ironía!: esa constricción formal libera una feminidad cuya esencia impregna todo lo que le rodea, devolviendo a la mujer al centro de la atención y convirtiéndola tanto en objeto de deseo como en representación de la belleza ideal.
También decía Dior que «un vestido de baile ha de ser el de tus sueños, y a su vez él debe convertirte en una criatura de ensueño«. Eso, claro, era en los tiempos en los que los bailes de salón aún eran un acontecimiento. Para esos eventos creó unos vaporosos vestidos que han quedado en la memoria colectiva como el símbolo de todo lo bello que significa la mujer y la moda. Y son esos vestidos los que inspiraron la creación de los relojes Dior VIII Grand Bal.
La gama Dior VIII Grand Bal apareció por primera vez en 2011, y sorprendió a todo el mundo. Lo que parecía un simple adorno (muy bonito, pero adorno), resultó ser en realidad una más que ingeniosa variación sobre el concepto del reloj automático. Como ya sabemos lo habitual es ver el rotor encima de del movimiento. Sin embargo Dior tuvo la gran idea de traerlo al frente para que sirviera de elemento decorativo. Se alió con Soprod y desarrollo el llamado Calibre «Dior Inversé 11 1/2».
Parece una cosa simple pero no lo es tanto, porque hay que buscar la manera de transmitir el movimiento del rotor al barrilete para que lo cargue. Por otra parte a menudo los elementos decorativos son muy livianos, y el rotor necesita de cierto peso para tomar inercia en el giro y así cumplir su función. Así que deja de ser una pura cuestión estética para pasar a ser también parte de un cálculo físico.
Pero una vez resuelto el problema técnico el producto resultante ofrece unas posibilidades casi infinitas, porque los Dior VIII Grand Bal tienen dos superficies decorativas distintas (esfera y masa oscilante). Un caramelo para los diseñadores. Y así ha sido: los materiales de la masa oscilante se han hecho con plumas, diamantes, trozos de nácar… y a su vez se combinan con esferas que van de los más sobrio a lo más llamativo.
Por su parte las cajas -de 36 ó 38 mm de diámetro- pueden ser de las variantes más habituales del oro (amarillo, rosa o blanco), o bien acero, o de cerámica. Y los biseles tienen todos piedras preciosas, también de distintas formas.
Por cierto: ¿de dónde viene el nombre de «Dior VIII Grand Bal»? Aunque se dice que la inspiración es la del vestido «Bar» que aparece en la famosa foto del principio del artículo, a mí el rotor me recuerda más al vestido Zaire de aquí arriba.
Lo que sí es seguro el el VIII evoca la fecha de creación de la casa de costura, el 8 de octubre de 1946. El nombre de su primera colección fue “En Huit” (en ocho) en el 8º distrito de París, cuna de la Casa Dior, en la Avenue Montaigne. Incluso «Grand Bal» tiene ocho letras. Así que no es de extrañar que fuera el número de la suerte de Christian Dior. Y sí que le ha dado suerte a Dior, porque encima el 8 es uno de los números de la suerte en la cultura china; y ya sabemos de la pasión china por los artículos de lujo. ¡Ah! Y todos los relojes se hacen en edición limitada a 188 unidades.
Vamos a ver alguna de las propuestas de Dior para este año, presentadas en Basilea.
En primer lugar el Dior VIII Grand Bal Plume. Los rotores decorados con plumas aparecieron desde casi el lanzamiento de la colección, pero Dior consigue renovarlo cada vez y que su poder de atracción aumente.
La caja es de 36 mm de diámetro y está hecha de acero inoxidable pulido. El bisel es de acero engastado con diamantes y adornado con una anilla de oro rosa; el cristal es de zafiro antirreflejos y la corona de acero está grabada con las iniciales «CD». El fondo es de cristal de zafiro transparente con metalizado dorado y un degradé azul. La esfera es de aventurina y el rotor de plumas.
Qué bonito, ¿verdad? Pues hay otra versión -que desafortunadamente no pude fotografiar en Baselworld- con esfera de malaquita que es igualmente espectacular. O más incluso, porque el brillo diamantino del mineral lo hace destacar aún más. Éste de aventurina tiene un precio de 25.000 euros, mientras que el de malaquita vale 28.000 euros.
DIOR GRAND BAL GALAXIE
Los Galaxie presentan por primera vez una masa oscilante que cubre toda la esfera, con secciones transparentes e inserciones de metales y piedras preciosas, que se mueven sobre las esferas opalinas. Cada reloj lleva una correa que recuerda la transición de colores durante y después de un eclipse solar, y llevan el nombre de las constelaciones que representan. Las cajas son de 36 mm en oro blanco o amarillo.
Hay otros modelos que tampoco estaban disponibles durante mi visita. Pero si alguien estaba preparando ya la tarjeta de crédito platino, que no se moleste: todos los relojes, que son piezas únicas, están ya vendidos.
DIOR VIII GRAND BAL BRODERIE ANGLAISE
Por último, esta delicia. Tiene una caja de 36 mm de oro rosa y un bisel con diamantes corte baguette. El borde del bisel tiene diamantes de corte redondo. En el reverso nos encontramos con un cristal de zafiro de verde precioso, que una vez más nos permite ver el calibre Dior Inversé 11 1/2 con 42 horas de reserva de marcha.
La esfera está hecha de nácar blanco, sobre la que gira un rotor hecho con oro rosa y amarillo y un bordado de nácar con diamantes. Una auténtica y maravillosa virguería. Por cierto que estas fotos son exclusivas: nunca hasta ahora se ha visto este reloj sobre una muñeca femenina. Es una edición limitada a 88 unidades.
En resumen, los Dior VIII Grand Bal son un canto a la felicidad de ser mujer, al gusto por lo exquisito, al placer de ser diferente. Pero mejor resumirlo con las propias palabras de Christian Dior: Considero que, en el armario de toda mujer, un vestido de baile es tan indispensable como lo es un traje. Y tan magnífico para levantar la moral…». Pues eso :0) Más información en Dior.es.