Vamos a ver el Longines Legend Diver, uno de los iconos de la casa que ahora se lanza con milanesa. Y lo vemos con fotos exclusivas, vídeo y precios.
UN POCO DE HISTORIA
Con la aparición del Blancpain Fifty Fathoms en 1953 (de cuyas numerosas versiones se pueden encontrar fotos en vivo y precios aquí) comienza la era de los relojes de buceo. Como ha ocurrido infinitas veces a lo largo de la historia, el reloj fue fruto de una demanda militar. Pero en los 50 el buceo había pasado ya a formar parte de los gustos recreacionales de la sociedad, así que pronto todas las marcas tendrían un reloj de inmersión. A finales de la década de los 50 Longines lanzó el Nautilus Skin Diver, su primer reloj de inmersión. A primeros de los 60 lanza la referencia 7042, que es el antecesor del Longines Legend Diver.
La caja se hizo del tipo Super Compressor. Éste era un tipo de caja patentada por el fabricante Ervin Piquerez y que se basaba en un sistema muy inteligente: la tapa trasera tenía un muelle que la sujetaba a la caja. Después, según se iba sumergiendo el reloj la propia presión del agua comprimía cada vez más la tapa trasera, haciéndola más hermética. Tanto es así que la mayoría de los relojes Super Compressor tenían una hermeticidad garantizada hasta los 200 metros. Mucho más de lo necesario en esa época, así que no es extraño que el sistema fuera adoptado por muchas marcas.
LONGINES LEGEND DIVER 2017
Si nos centramos en el Longines Legend Diver, es obvio que su origen está en la referencia 7042, si bien la doble corona está inspirada en la referencia 7594 de finales de los 60. La caja de acero es de 42 mm de diámetro y una altura de menos de 14 mm, así que se lleva estupendamente.
Las dos coronas llevan grabada una cuadrícula, una característica de las cajas Super Compressor que Longines ha mantenido. Hay que decir que desde que se volvió a lanzar el reloj en 2007 la estanqueidad no se consigue mediante el mecanismo de las cajas Super Compressor, sino simplemente con el roscado del fondo y las coronas.
Cada corona tiene la misma función que la original, con la salvedad de que en el modelo original no había fecha. La superior sirve para mover el bisel hacia adelante y hacia atrás. Como ya sabemos esto invalida al reloj como auténtico reloj de inmersión, pero es que en aquella época así eran los biseles: bidireccionales. La corona inferior sirve para cambiar la fecha en la primera posición y para ajustar la hora en la segunda (la más abierta). Por cierto que el reloj tiene salto de fecha rápido.
La esfera, como se puede ver, es preciosa. Es fiel al original salvo en la inclusión de la ventana de fecha, pero está tan bien hecha que no molesta en absoluto. La lectura de la hora es rápida y sin confusiones, a pesar de que los índices de los minutos son casi tan largos como los de los múltiplos de 5. Estos, juntos con las manecillas y el triángulo del bisel, están impregnados con Super-LumiNova. Como la superficie pintada es escasa la luminosidad no es fantástica, pero sí más que suficiente. Es en la oscuridad cuando se aprecia lo bien que quedan los rectángulos bajo las 12, 6 y 9. Para tener una simetría perfecta el rectángulo vertical de las tres se tendría que haber pintado justo en el borde de la ventana de fecha. Demasiado complicado para mecanizar, y por eso no se ha incluido. Pero con todos los puntos de referencia que tiene la lectura en oscuridad es intuitiva. El triángulo sobre las 12 ayuda más de lo que uno podría pensar.
Me gusta mucho que la esfera esté tan limpia, sin textos superfluos. Siempre digo que lo de Automatic sobra porque el que lo lleva ya sabe que es un reloj automático, y en ningún reloj de cuerda manual pone «Manual». Sin embargo en este caso sí que aparecía en el original, porque en aquel entonces un reloj automático sí era un extra importante, así que está bien que aparezca. Y la letra es bonita, además.
El reloj lleva por dentro el calibre L633, que no es otro que el venerable ETA 2824-2. Sin embargo no se ve porque va tapado por un fondo que tiene el mismo grabado que el usado en los años 60. Nadie va a usar el Legend Diver como reloj de buceo, pero aún así Longines lo ha fabricado con una hermeticidad de hasta 300 metros, que está muy bien.
Cuando apareció el Legend Diver se ofrecía con la esfera de piel que vemos aquí, aunque la parte exterior es de tela. Pero este año se ofrece también con una milanesa excelente. Es sólida pero flexible, y su construcción de grano de arroz aumenta su aspecto vintage. Además aporta al reloj un aire más formal, más válido para la oficina. Y por cierto, no te pilla ni un solo pelo de la muñeca, lo que es muy de agradecer sobre todo para los que tenemos muchos.
El cierre desplegable del Longines Legend Diver está muy bien hecho. Da sensación de calidad y elegancia, y además es ajustable gracias a sus distintas posiciones. Incluso las secciones flexibles se presentan con un satinado con una presencia inmejorable.
Otro de los grandes atractivos del Longines Legend Diver es el precio. Con la correa de piel cuesta 1.870 euros, mientras que con la milanesa (o con la correa de caucho) cuesta 2.100 euros. La verdad, por ese precio no se encuentran relojes tan icónicos y con tanta personalidad como éste. Es una compra excelente si se quiere tener un reloj de inspiración vintage y realmente funcional y polivalente. Más información en Longines.es.