Vamos a ver un reloj que casi podría considerarse una rara avis: el Hublot Big Bang MECA-10. Un reloj que pasa casi desapercibido entre los muchos modelos de la casa y que sin embargo es, a mi juicio, uno de los más interesantes de la colección.
Aquellos que queremos estar al tanto de las novedades relojeras con Hublot nos pasa justo lo contrario: la manufactura lanza tantos modelos que nos es imposible seguirle los pies. O mejor dicho, nos resulta imposible retener en la cabeza tantos modelos lanzados durante el año. Esto no es malo ni bueno per se. Hublot tiene una filosofía distinta, un acercamiento diferente al negocio de la relojería: no puede presumir de orígenes venerables -nació en la década de los noventa del siglo pasado- ni tampoco quiere. Su filosofía se basa en la fusión, que es un proceso continuo y no estático. Así, de manera permanente está probando nuevos materiales, nuevos colores, nuevos socios… Además de instaurar el esqueletado de las esferas como un estilo en sí, cuando normalmente el calado de los diales era simplemente un derivado de modelos ya existentes, como lo son los cambios de color o de metal.
En cada feria de Baselworld la casa muestra un montón de nuevos productos. En su mayoría son variaciones sobre un mismo tema (el Big Bang), pero también hay productos singulares. Y otros que son novedades pero que caen dentro de la zona de iluminación ambiental, no bajo el foco principal del escenario. Eso es lo que ocurrió el año pasado con el Hublot Big Bang MECA-10. Y sin embargo el reloj es muy interesante, más por detrás que por delante. Pero vamos por partes.
Como su nombre indica el reloj pertenece a la colección Big Bang, por lo que exteriormente mantiene la misma forma de portilla y los 45 mm de diámetro. El MECA-10 no es un cronógrafo y no es automático, pero aun así el reloj es muy alto. No tengo la medida exacta, pero ronda los 15 mm así que resulta una presencia más que notable sobre la muñeca. Es obvio que no era necesario esa altura, pero viene dada en parte por la estructura de la caja y su prominente bisel y en parte por la propia esencia del reloj. Una pieza que se llama Big Bang no nace para andar modosamente escondida bajo el puño de la camisa, sino para mostrarse con orgullo y cierta insolencia.
Y en este caso está justificada, porque el reloj es muy atractivo. Cuando se lanzó el reloj durante Baselworld 2016 apareció en una edición limitada a 500 piezas en cerámica negra. Pero también se lanzó en edición sin limitaciones fabricada en titanio, que es la que he podido disfrutar (si quiera brevemente). En mi opinión, mucho más seductora en titanio que la versión “all black”. El arenado de la superficie hace resaltar las tonalidades entre grisáceas y remotamente beis del titanio, haciéndola más cálida que la versión de cerámica y, en mi opinión, más elegante.
La esfera del Hublot Big Bang MECA-10 es la que ya conocemos (es decir, esqueletada), pero al no ser cronógrafo la lectura es más fácil porque nos ahorramos una esfera -o su esqueleto- y nos deja sitio para fijarnos en la complicación de reserva de marcha, que es la que da origen al reloj. Así que hay que darle la vuelta y fijarnos en su motor.
Tener un calibre manual -como es este HUB1201- es poco habitual en Hublot, porque su filosofía va más con la vida rápida, moderna, brillante… ese marco vital. Tener que dar cuerda al reloj no encaja bien con esa idea. Sin embargo el movimiento está equipado con un doble barrilete que le proporciona una reserva de marcha de 10 días, que no interfiere mucho con la vida a toda velocidad con la que se identifica la marca. Y además el calibre está construido de una manera muy racional, con una sensación de orden y de gusto por el equilibrio estético que está muy lejos de lo que solemos ver en los otros movimientos de la casa.
El HUB1201, que está hecho de 223 piezas, se mueve a 3 hercios (21.600 alternancias a la hora), una frecuencia habitual en los movimientos manuales. Además integra un escape de áncora de silicio que garantiza su durabilidad. Sería bueno saber cómo es de exacto el reloj, porque con dos barriletes y 10 días de andadura sin repostar la variación podría ser mucha con los muelles completamente enrollados o cuando están prácticamente destensados. Pero Hublot no dice nada al respecto.
Pero si el calibre es bonito de espaldas, de frente lo es aún más. Hublot Big Bang MECA-10 toma su nombre de los antiguos mecanos, los juegos de piezas para construir objetos, tan habituales cuando yo era pequeño (o sea en el Pleistoceno) y que desafortunadamente está en vías de extinción. Esa inspiración se ve en la manera en que se muestra la reserva de marcha. A las doce (medio tapada por el logo, un pena) hay una pieza en rastrillo que, cuando se va dando cuerda al reloj, se desplaza hacia la izquierda. Según se descarga la energía el rastrillo se mueve hacia la derecha, engranando con un gran disco central que a su vez enlaza con el indicador de reserva de marcha a las 6. Todo tiene un aspecto de construcción artesanal, como un mecanismo básico de engranaje de ruedas. Como lo haríamos con un mecano, vaya.
Yo no he visto nada parecido y la verdad es que me encanta. Y, por si no es suficiente un indicador de reserva de marcha, el reloj tiene dos: en el gran rotor que transmite el movimiento al indicador numérico hay un corte sin tornillos que, cuando quedan un par de días para que se acabe la reserva de marcha, descubre una zona pintada en rojo para hacer aún más patente la necesidad de dar cuerda. ¿Hacía falta? En absoluto. ¿Le queda bien? Muy bien.
El resto de los componentes de la esfera son los habituales de Hublot, con una subesfera de pequeño segundero a las 9 y manecillas e índices impregnados de Super-LumiNova. De hecho a oscuras es donde la lectura de la hora es más clara, aunque a la luz del día tampoco tiene problemas (salvo que le dé directamente la luz).
El reloj se ata a la muñeca con la sempiterna correa de caucho negra, cosustancial con Hublot. La correa, que es de una calidad excelente, se beneficia del sistema de desmontaje y montaje de la casa, extremadamente simple. Basta con apretar sobre el trapecio invertido de las asas para sacarla y, a la inversa, simplemente empujarla dentro hasta oír el clic. La correa termina en un cierre plegable de titanio.
En la muñeca el Hublot Big Bang MECA-10 no decepciona, porque ofrece la misma imagen potente de sus hermanos de colección. Pero este reloj resulta más elegante porque no es cronógrafo y porque, como ya he dicho antes, el tratamiento del titanio es muy acertado. Ya está disponible en los puntos de venta y su precio es de 21.700 euros. No es barato, desde luego, pero a mí en absoluto me parece disparatado para lo que ofrece. Más información en Hublot.es.