Ya sabemos la revolución que supuso en 2016 la aparición del FB-1 (cuyas dos versiones analicé a fondo en este artículo). Aquel fue un reloj que sorprendió a todo el mundo por su altísimo nivel relojero (uno de los más complicados del mercado) y por su presentación, con una caja que lo hacía destacar sin esfuerzo entre las demás ofertas de haute horlogerie. El reloj ganó -merecidamente- todos los premios posibles, incluido el máximo premio de la competición de Ginebra y el del SIAR en España. Desde entonces Ferdinand Berthoud sólo ha producido versiones, dos en titanio y una en platino. El reto para el siguiente reloj era altísimo, pero creo que este Chronomètre Ferdinand Berthoud FB-1 R.6-1 está, como mínimo, a la altura de su antecesor. Y me gusta más aún.
El Chronomètre Ferdinand Berthoud FB-1 R.6-1 se inspira en el Cronómetro Marino Nº 7 del relojero suizo, cuyo plano constructivo, publicado en su Traité des Horloges Marines (1773), es éste que vemos aquí arriba y que sirve para darnos cuenta de cuán fiel es la manufactura a las ideas del relojero. La caja tiene, como su hermano mayor, un diámetro de 44 mm y 13,95 mm de altura, y está hecha de acero carburizado. En español también se usa el término «acero cementado», lo que da una idea de la dureza que se consigue cuando se expone el acero a una atmósfera rica en carbono: 1.200 Vickers, por encima del cuarzo y cercana a la del topacio. ¿Y qué significa eso? Pues que puedes tratar de rayarlo con un clavo y no lo conseguirás. Prueba a hacerlo con un acero normal y verás lo que pasa.
La carrura mantiene las aperturas del anterior modelo que permiten ver parte del nuevo -y nuevamente impresionante- calibre FB-T.F.C.R, particularmente el mecanismo de huso y cadena. La R significa que el calibre se ha convertido en el de un regulador. Y, entre paréntesis, hay que decir que quien designó a la persona encargada de crear los nombres para la marca cometió un grave error. Ojalá FB (léase Mr. Scheufele) se dé cuenta de la nula relación entre la calidad de los relojes y la pobreza de su nomenclatura, e imponga sensatez en la colección.
El calibre también incluye un tourbillon con un volante de fuerza constante proporcionado por un mecanismo de huso y cadena, y llega a un total de 1.150 piezas (de las cuales 790 corresponden a la cadena). El volante se mueve a 3 hercios gracias a la reserva de marcha de 53 horas.
En el Chronomètre Ferdinand Berthoud FB-1 R.6-1 el huso es visible porque se ha abierto más el calibre, y en la foto inferior está señalado por la flecha blanca. El huso está conectado con el barrilete y su función es transmitir la fuerza constante al volante. De manera secundaria -pero con una consecuencia estética capital en la esfera- un brazo terminado en un rubí se desplaza a lo largo del huso según sea la carga del barrilete y transmite la información al indicador de reserva.
El indicador de reserva de marcha es uno de los hitos estéticos de este reloj. Al contrario que en el primer FB, que tenía una presencia demasiado barroca, en este caso la representación no se limita a la pura aguja indicadora sino que se muestra buena parte del mecanismo que llega desde el huso.
El movimiento de la aguja está regulado por una espiral diseñada de la mano del Instituto de Física y Matemática de Neûchatel. Su misión es regular de manera exacta el movimiento de la aguja, de manera que la indicación de reserva sea absolutamente precisa. Y al final resulta que una sección tan puramente mecánica es la parte más bella de la esfera.
Como el Chronomètre Ferdinand Berthoud FB-1 R.6-1 es un regulador y siguiendo el plano original, la indicación de horas y minutos está separada en dos registros. El central, a las 12 horas, es el de los minutos, que además está abierto para dejar a la vista parte del conjunto de engranajes. A las dos se ubica la ventana de las horas. Por cierto que no son saltantes, sino que se van desplazando a lo largo de los 60 minutos. No me extrañaría que los usuarios del reloj acaben por no necesitar mirar el minutero para deducir la hora, cuando menos de manera aproximada.
Los tres indicadores se han dispuesto casi como un panel automovilístico uno al lado de otro, lo que libera la esfera para poder disfrutar de su precioso satinado vertical y del movimiento del elegante segundero. Como el volante oscila a 3 hercios el movimiento de la manecilla es más lento, por así decir, de manera que aumenta la sensación de cronómetro antiguo.
Sin embargo es el segundero lo único que parece de antaño porque el reloj en su conjunto tiene un aire muy contemporáneo, lo que no hace sino aumentar el mérito de sus diseñadores. Además tiene una presencia única, muy distinta de lo que acostumbramos a ver. Incluso cuando hablamos de reguladores, porque suelen tener las esferas distribuidas por la esfera; sin embargo éste FB, como ya he dicho, ha optado sabiamente por una faz despejada.
El Chronomètre Ferdinand Berthoud FB-1 R.6-1 es una edición limitada a 20 unidades. Y limitada en varios sentidos: el primero porque ese es el número de unidades elegido por la casa. El segundo porque su fabricación a mano hace que el tiempo entre que se pide y se entrega sea muy largo. Y por último, porque el reloj tiene un precio de 230.000 francos suizos, lo que de por sí limita sensiblemente el número de los elegidos. Enhorabuena a quien lo sea, porque se lleva uno de los mejores relojes del mercado. Más información en FerdinandBerthoud.com.