Desde que apareció en 2016 el Monsieur de Chanel ha sido (y sigue siendo) uno de los relojes de caballero que más me han gustado. En primer lugar por su apariencia, claro, que es como primero nos seducen los relojes. Pero también relojeramente hablando porque es un reloj con complicaciones muy bien resuelto y que además integra un calibre de manufactura. No puede ser mejor presentación para introducirse en el difícil e hipersaturado mercado del reloj de hombre.
El Monsieur de Chanel es un ejemplo más de cómo algunas de las casas de la moda están entrando en la relojería de una manera que nos ha sorprendido a todos. Uno diría que han llegado a la conclusión de que no merece la pena seguir haciendo relojitos de cuarzo más o menos inspirados, y que si su nivel es tan alto en su mundo natural (el de la ropa y/o las joyas), su huella en la relojería debe ser al menos tan exigente como lo es en la moda.
De hecho debe ser hasta un alivio, en el sentido de que por ejemplo este Monsieur de Chanel comenzó su concepción en 2011 y se presentó en 2016. Nada que ver con el ritmo frenético de creación que obliga estar en la moda, en la que hay que presentar por lo menos dos colecciones anuales. Y así es como nombres como Hermès, Dior, Fabergé o Bulgari tiene relojes con auténtico peso específico en cuanto a su técnica y a su estética. Entiendo que por un lado tienen libertad creativa porque no deben respetar ninguna tradición ancestral; y por otro están obligados a presentar algo que sea novedoso para poder competir con las casas tradicionales, cuya historia les da una ventaja comercial de mucha entidad.
En el caso de Chanel es verdad que siempre ha estado centrada en el reloj de mujer. Pero una vez que ha entrado en el mundo masculino, lo ha hecho con todos los honores. Tanto es así que que el Monsieur de Chanel -que como ya he dicho apareció hace dos años- lleva camino de convertirse en un modelo con trascendencia de lustros. No es una locura pasajera, sino un reloj muy bien pensado y que cumple todos los códigos exigibles a un clásico.
Lo primero que llama la atención de este Monsieur de Chanel es la forma de su caja, que es muy tradicional, muy redonda, y lo segundo es el material con el que está hecha. Es muy habitual que las marcas creen sus propias aleaciones para distinguir sus relojes de los demás, porque la uniformidad es el enemigo del lujo. En este caso la aleación creada por la marca es lo que han llamado «oro beis», que no es tan rojizo como el oro rojo ni tan rosado como el oro rosa. El reloj sigue siendo de oro, pero con un perfil muy sobrio que sirve para realzar la esfera sin perder esa sensación exclusiva que siempre da el oro. Probablemente pensando que quien va a llevar este reloj ya se mueve en un ambiente de lujo en el que el oro se da por supuesto. De esta manera lo que va a llamar la atención es lo que importa, que es lo que está ocurriendo en la esfera.
El diámetro de la caja del Monsieur de Chanel es de 40 mm -aunque la amplitud de la esfera pueda hacer creer que es más grande-, mientras que la altura es de sólo 10 mm. Es decir, las medidas justas para ser un reloj de vestir que pueda conjugarse con cualquier medida. Y de paso es una medida que puede ser una tentación para el mercado femenino, un segmento que todas las marcas tienen muy en cuenta e imagino que más aún una casa como Chanel.
Cuando miramos la esfera nos vamos a encontrar con una configuración que nos puede confundir, porque al ver la ventana a las 6, que es una de las posiciones habituales de la fecha, podemos pensar que eso es lo que indica. Pero no. En realidad el reloj incorpora dos complicaciones: en primer lugar las horas saltantes, que aparecen a las 6 y un minutero retrógrado, que además ocupa un ángulo de 240 grados, algo muy poco usual y que realza las líneas curvas del reloj. Es decir, el minutero camina y salta del 60 al 1 instantáneamente, al igual que la hora. Además el sistema incorpora una protección para que no se pueda girar la manecilla del minuto al revés y romper el mecanismo. Lo que aparece en el centro es, por supuesto, el pequeño segundero.
En esto también vemos, creo yo, un esfuerzo de Chanel por no ofrecer «otro calibre más», sino algo que lo distinga de los demás y que de paso acentúe su carácter masculino. El calibre, que como se puede ver es manual -lo que engrana perfectamente con la idea de crear un calibre respetuoso con la relojería más tradicional-, tiene una reserva de marcha de 3 días con un solo barrilete, lo cual es sin duda encomiable.
La decoración del calibre es sobria, con un graneado mate que refuerza su masculinidad. En la base se puede ver el símbolo del león que distingue a los calibres propios y que se repite en la hebilla de la piel de aligátor negra y la corona.