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Patrick Pruniaux se enfrenta al reto de dirigir Girard-Perregaux

Patrick Pruniaux

El Grupo Kering acaba de nombrar a Patrick Pruniaux Director General de Girard-Perregaux. Como ya sabemos Patrick fue nombrado director general de Ulysse Nardin hace ahora un año. Mientras tanto a los mandos de Girard-Perregaux estaba el siempre polarizador Antonio Calce. Calce había sido el director general de Corum, de donde fue fulminado cuando la marca fue adquirida por el grupo chino Haidan (en el artículo sobre él explico por qué). En Corum duró 10 años, en Girard-Perregaux sólo tres (aunque, al menos por ahora, sigue siendo presidente del Grupo Sowind en España).

POR QUÉ DIRIGIR GIRARD-PERREGAUX ES UN PROBLEMA

El caso es que bajo el mando de Calce lo más destacado de la marca ha sido el relanzamiento del Laureato, el reloj deportivo de la casa sobre el que hizo recaer la responsabilidad de la vuelta a las ventas de GP. Lo vimos en vivo aquí, en la versión tres agujas, y en el pasado SIHH vimos la versión cronógrafo, también con fotos en vivo. Los Laureato, que en sí son buenos relojes, sufren de manera continuada los ataques de prensa y aficionados por el flanco más abierto que tiene: su clarísimo parecido al Royal Oak de Audemars Piguet, fruto de haber nacido en la época en la que lo hizo y, sobre todo, por haber desaparecido durante años y volver ahora en lo que para todo el mundo fue un movimiento cuestionable.

Además están los precios, que tienen un nivel que hacen que muchos compradores potenciales prefieran otras marcas más conocidas. Y es que Girard-Perregaux es una marca muy nicho, reverenciada por muchos (como yo) por los excelentes relojes que siempre ha producido, pero que nunca ha llegado al gran público. La gente no entra en una tienda a pedir un Girard-Perregaux, sino que se lo tienen que vender.

Como digo, cuando tienes unos precios altos -seguramente justificados, por lo menos en algunos casos- y tu nombre no se conoce, las tensiones entran en tropel en la habitación: los distribuidores no quieren una marca minoritaria que les obliga a tener mucho dinero comprometido en piezas de escasa rotación. Y si los distribuidores no tienen el reloj los clientes no lo van a ver nunca y por tanto no se venderán. Así se alimenta un círculo que puede acabar siendo mortal. Sin ir más lejos eso mismo le pasó a su casi difunta hermana Jean-Richard: relojes bien construidos pero con precio alto y sin conocimiento de marca en el mercado. Una receta letal.

Girard-Perregaux sí tiene ese reconocimiento como una de las grandes manufacturas (en desarrollos y calidad, no en tamaño), pero no suficiente como para tener una masa de seguidores tal que le dé el peso específico para mantenerse a flote con las compras de los coleccionistas. Y además de, como digo, tener un grupo de seguidores muy reducido, cuando llega el momento de la decisión la mayoría de la gente prefiere decantarse por casas más conocidas (léase por ejemplo Jaeger-LeCoultre, que está en su misma liga pero con mejores precios en general).

LA MARCHA DE STEFANO MACALUSO

Luigi Macaluso fue el creador y presidente del Grupo Sowind, una empresa independiente que englobaba a Girard-Perrgaux y JeaRichard hasta su absorción por Kering (el grupo sigue existiendo como tal dentro de Kering, pero lógicamente sin independencia). Bajo su dirección las dos marcas cobraron nuevos bríos, y para ello incorporó a la mesa de directores a sus dos hijos varones, Massimo y Stefano Macaluso. Cuando Luigi murió de repente en 2010 (sólo tenía 62 años) sus hijos se hicieron cargo del grupo. Massimo se puso al mando de JeanRichard y acabó abandonando el grupo en 2016 tras el fracaso de la marca.

La gran esperanza para Girard-Perregaux era Stefano, por su conocimiento de la casa, su inventiva relojera y por un acreditado buen gusto que se fundía a la perfección con los criterios de GP. Pero sus esfuerzos se derivaron más hacia el desarrollo de producto que a la gestión, que acabó a cargo de Antonio Calce. No sé cómo sería la interacción entre ellos y si las propuestas de Calce eran de su gusto, pero el caso es que su destino estaba atado a Calce y cuando salió uno salió el otro también. Stefano llevaba 30 años en GP, y con su marcha se han ido también las raíces de la casa, el nexo con aquello que hizo de la manufactura lo que fue en su momento.

En 2017 la sección de marcas de lujo de Kering facturó 10.796 millones de euros, de los cuales la sección de relojes supuso 323,88 millones (un 3%). Por supuesto el grupo no desdobla sus datos por marca (lo mismo que toda la relojería en general), pero entiendo que la parte fundamental de esas ventas son para Ulysse Nardin que, aunque ha sufrido la crisis como todos y está en proceso de modernización, sigue teniendo un mercado amplio. Después -imagino- viene Girard-Perrgaux, aunque como los relojes de Boucheron (fundamentalmente de mujer) tiene de media un precio más alto a lo mejor en volumen en euros está por encima de GP. Pero ya es aventurar demasiado.

Lo que sí es cierto es que la facturación de GP no ha de ser muy grande, y para una manufactura pequeña tener que soportar toda la inversión que realiza en nuevos calibres y materiales es una verdadera losa si no va acompañada de buenas ventas. Cierto es que Kering tiene fondos de sobra para financiarla, pero para ello debe haber una perspectiva de futuro razonable. Así que Patrick Pruniaux tiene delante de sí una tarea mucho más grande que la que ya desarrollaba en Ulysse Nardin, y eso que Girard-Perregaux es minúscula en el mundo de la relojería actual. Veremos a ver qué decisiones toma. Más información en Girard-Perregaux.com.

 

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