MB&F vuelve a demostrar que no todo está hecho en relojería. Esta vez mira nuevamente al diseño de los años 40 y 50 (como ya hizo con la HM4) para ofrecernos seguramente su «máquina de relojería» -que eso significa HM, «Horological Machine»- más perfecta, la más equilibrada y bella. Un reloj que ni los más puristas de la relojería pueden evitar dejar les enamore: el MB&F HM9 «FLOW».
Todos sabemos de la pasión por el diseño fluido, las curvas redondeadas y la aerodinámica que inundó sobre todo los años 50. Es un diseño que se comenzó a intuir en la segunda mitad de la década de los 40 como fruto directo de la necesidad de efectividad que trajo la Segunda Guerra Mundial. Había que construir naves -aéreas, marítimas y terrestres- que fueran lo más aerodinámicas posible para llegar antes, más rápido y más lejos que el enemigo. Un ejemplo crudo (porque la guerra no permite sutilezas) es el bombardero norteamericano B-29 Superfortress.
Los diseños de transporte tomaron las formas curvas de la aviación como punto de partida, pero las llenaron de belleza para que no sólo llegaran más lejos, sino de manera más placentera. MB&F cita como ejemplos de inspiración, el maravilloso Buick Streamliner o el avión de Havilland Venom. El MB&F HM9 hereda esa sinuosidad, y por eso añade como apellido «Flow», es decir, flujo.
El resultado final del reloj es una mezcla entre futurista y retro, que bien podría ser un automóvil o una nave espacial. No son sus curvas algo extraño en MB&F, porque aparte del mencionado HM4 ya conocíamos el Space Pirate y su evolución alienígena, O, en otra reinterpretación de los diseños de la época y enfocado al mar, el HM7 Aquapod.
El MB&F HM9 presenta un motor como de aviación a reacción, alargado en vez de circular, con la esfera en un extremo y con los extremos posteriores ocupados por un doble volante, uno a cada lado. Cada uno se mueve a 18.000 alternancias a la hora, promediados por un diferencial central.
El barrilete proporciona 45 horas de reserva de marcha y se tensa gracias a la corona, situada en la parte trasera. Es una solución que ya conocíamos del HM5 y de su evolución posterior HMX. En total el calibre tiene 331 piezas, todas acabadas a la perfección. Las partes esenciales quedan a la vista gracias a las cúpulas de zafiro que las cubren, lo que además de permitir disfrutar de ellas añade ligereza y encanto al diseño.
Este MB&F HM9 no es, como suele ocurrir con los relojes de la marca, una pieza discreta de tamaño: 57mm x 47 mm x 23mm. Lo leas como lo leas, es grande. Está hecho en titanio, satinado en las superficies más extensas y pulido en otras para remarcar su canto a las curvas. A pesar del tamaño hay que tener en cuenta que las asas nacen antes de los extremos del reloj, por lo que seguro que el reloj se lleva mejor de lo que parece.
El reloj tiene dos esferas distintas, ubicadas en vertical para poder leer la hora sin tener que separar la mano del volante. Una de ellas es de inspiración automovilística y la otra recuerda a los relojes de piloto, con mejor lectura que la de cuatro ruedas.
El MB&F HM9 ya está disponible, y es una edición limitada a 33 piezas por cada esfera. Su precio es de 168.000 francos suizos antes de impuestos, lo que significa que cuesta 148.000 euros. Quién pudiera. Más información en MB&F.com.