Ha sido sin duda la sorpresa del año de la manufactura. Los Panerai Radiomir 1940 3 Days Acciaio Art Déco han encandilado a todo el mundo, tanto a los seguidores de la marca como al aficionado ocasional. Y eso, en unos tiempos en que el mercado está saturado de impactos comerciales de relojes, no es fácil de conseguir. Ahora podemos verlos en vivo.
A lo largo del año (y a lo largo de los años) Panerai lanza relojes que son, en la mayoría de los casos, versiones de sus colecciones ya existentes. Esto es una virtud y un problema. Virtud en el sentido que, con cuatro colecciones básicas (Radiomir, Radiomir 1940, Luminor y Luminor 1950) ,la casa sabe ofrecer un producto reconocible instantáneamente y que es siempre deseado. Pero también es un problema porque las variaciones son a menudo tan sutiles que salvo para los Paneristi -los seguidores de su culto, capaces de identificar la genealogía de un Panerai en un santiamén-; salvo para ellos, decía, para el aficionado en general le parecen más o menos el mismo reloj. Esto, unido a la disparidad entre fecha de anuncio de producto y fecha de llegada a las tiendas, hace que la venta de un producto específico sea dificultosa. Pero también es verdad que si no está un modelo en la tienda hay otro que, precisamente por su aire de familia, es fácil sustituto.
No es el caso de estos Panerai Radiomir 1940 3 Days, que según se ha anunciado ha aparecido en las boutiques de la marca, para alborozo de los que pueden comprarlos. Y en lo que yo sé se están vendiendo a toda pastilla, un movimiento comercial del que estaría encantado de formar parte, porque las dos versiones me han apasionado. Diría yo que la de esfera clara más que la negra.
Cuando vimos los Nomos Bauhaus (aquí, con fotos en vivo y precios), decía que el estilo Bauhaus era heredero del Art Déco y que estaba plenamente vigente. Lo mismo se puede decir del propio Art Déco, que todavía nos seduce por razones que no sabría explicar. Quizá sea la ingenuidad de un diseño en el que prima la viveza por encima de su estructura geométrica (que claramente la tiene). Sea como fuere, el caso es que siempre gusta.
La caja utilizada es la Radiomir 1940, la segunda aparecida y que con sus superficies curvadas y pulidas a espejo la convierten a la vez en la más discreta y la más elegante. El cristal es de Plexiglás, una elección lógica si estamos hablando de un homenaje al primer cuarto del siglo XX. Pero donde no renuncia a su origen posterior como instrumento marino es en la hermeticidad, que es de 100 metros.
Hay dos esferas con la misma configuración, una negra y otra color crema, que son una preciosidad. Los numerales elegidos son todo un acierto porque combinan las formas geométricas con las artísticas para dar un resultado que enamora a primera vista. En la parte superior hay una minutería de ferrocarril para recordar que esto es un instrumento de precisión, y se complementa con otro doble círculo interior para crear así simetría estética. Junto con las manecillas de época el conjunto resulta impecable.
Por cierto que, hablando de manecillas y de exactitud, la manecilla de las horas se puede mover en incrementos de una hora sin que afecte al reloj, por lo que la cronometría está garantizada.
Por dentro se mueve el calibre manual P.3000, un viejo conocido de la manufactura y que de por sí es grande: 36,6 mm de ancho. A mí me gustan los movimientos de Panerai porque transmiten esa sensación de instrumento, sin demasiadas filigranas. Fijaos en el tamaño del puente sobre se sustenta el volante, la sensación de solidez que transmite. Aún así el movimiento está bien decorado, con satinado horizontal y cantos biselados. Tiene un doble barrilete para dar vida al volante durante las 72 horas que puede moverse a sus 21.600 alternancias/hora.
A pesar de su tamaño el reloj se equilibra bien en la muñeca, y el resultado es, repito una vez más, uno de los más resultones y deseados del año. Su precio es de 8.900 euros y hay que darse mucha prisa porque están desapareciendo. Más información en Panerai.es.