Estamos a finales de año y, salvo en el vídeo resumen de Baselworld 2018, no he hablado de uno de los relojes más bonitos y mejores -relojeramente hablando- de los que se han lanzado este curso: el Patek Philippe Nautilus Perpetual Calendar 5740G/1G. Por supuesto, como todos los Patek Philippe nuevos, no sólo se ha lanzado sino que se ha proyectado a la estratosfera. Y no me refiero a su precio, que sin duda está al alcance de sólo unos cuantos, sino a su visibilidad.
Ya sabemos lo que se dice de los relojes de Patek, particularmente de los nuevos lanzamientos de Nautilus: son la mejor -casi la única- inversión relojera, necesitas tener previamente otro Patek para poder acceder a un Nautilus y, como colofón, la cola de espera llega a los 7 años, si no más. Por supuesto eso se debe a la política de la empresa, que en vez de lanzar una edición limitada prefiere limitar la producción, y su escasez es inversamente proporcional al deseo que provoca. Así ocurre, por ejemplo, con la referencia 5711, que es el Nautilus de tres aguas, fecha y esfera azul: es el más básico y sin embargo sufre los mismos retrasos que sus hermanos más complicados. Además, aunque su precio oficial es de 27.260 euros, cuando lo encuentras -fuera del circuito oficial- hay que pagar más porque quien lo vende le carga un extra.
Por supuesto Patek tiene capacidad sobrada para que este problema no ocurra, pero no quiere. ¿Por qué? Pues porque puede, porque así le va bien. A mí me parece una mala política porque a ojos del aficionado estas prácticas empañan la excelencia relojera con prácticas empresariales de difícil comprensión. Pero Patek (o Rolex, que hace lo mismo) no tiene una clientela de «aficionados», sino de coleccionistas y de personas de muy alto nivel. Y ambos segmentos están creciendo año tras año, y exigen exclusividad Y Patek se la da. Sea como fuere, el caso es que Patek sigue lanzando productos que nos dejan embobados, y en el caso de este Patek Philippe Nautilus Perpetual Calendar 5740G/1G el logro para mí -y creo que para algunos otros como yo- es aún mayor.
¿Por qué digo esto? Pues porque para mí el Nautilus es la referencia 5711, que me parece un reloj perfecto: por medidas, por hechuras, por movimiento, por acabados, por ese color… qué voy a decir que no se haya dicho ya sobre uno de los relojes verdaderamente eternos. Es verdad qu admitimos la esfera blanca y sobre todo la marrón, pero la azul… la azul es la materia que llena los sueños relojeros. Es tal su perfección que cuesta ver el dial invadido por complicaciones. Particularmente porque con una caja de 40 mm de diámetro (que también comparte el Patek Philippe Nautilus Perpetual Calendar 5740G/1G, aunque en este caso está fabricada en oro blanco) la esfera es relativamente pequeña y por tanto con un frágil equilibrio estético.
Pero este calendario perpetuo guarda una simetría acorde con su idea de eternidad, y el resultado es sencillamente fabuloso. Y lo es no sólo por el placer estético de mirarlo, que es inacabable, sino porque lo que tiene que hacer, que es dar información, lo hace en abundancia pero con absoluta claridad. Así, el reloj muestra a las 9 horas los días de la semana y las 24 horas. En frente aparecen los meses y el indicador de años bisiestos, y a las seis se sitúa el registro de las fases lunares y la fecha. Y por supuesto con los índices y manecillas característicos del modelo.
Lo que se mueve por dentro es el calibre 240 Q, que es la versión Quantième Perpétuelle del venerable calibre 240. Aparecido en 1977, fue la forma de Patek de decir al mundo que se podía hacer un calibre automático tan delgado y tan duradero como un cuarzo, pero infinitamente más bello. Y delgado significa delgado: 3,88 mm en un motor automático y con calendario perpetuo debería hacer avergonzarse a otros calibres de solo hora y fecha. Y más cuando vemos que el grosor de la caja entera es de 8,42 mm. Integra un microrrotor de oro, volante Gyromax que se mueve a 3 hercios, espiral Spiromax y reserva de marcha de 48 horas.
El Patek Philippe Nautilus Perpetual Calendar 5740G/1 presenta el brazalete que le identifica, pero con un nuevo cierre plegable con botones de seguridad y un nuevo diseño. Como se ve en este artículo, el reloj queda espectacular en la muñeca, pero las fotos no reflejan lo mucho mejor aún que se siente al llevarlo. Es una maravilla. Tiene un precio de 108.930 euros, lo que le pone en otra liga: la celestial. Al menos yo lo puede tener un ratito. Más información en PatekPhilippe.es.