El Tissot Heritage 1973 es la otra grata sorpresa de Tissot en 2019. La primera fue el lanzamiento de los Tissot Gentleman (aquí en vivo), unos relojes muy bien ejecutados y con un bisel de oro macizo. Todo ello, claro, a la espera del lanzamiento del Smartwatch de Tissot, anunciado por el Grupo Swatch en su informe anual y que debería aparecer en el último trimestre del año (apuntando a las ventas de Navidades). Pero como en ese tema ya ha habido retrasos, vamos a centrarnos en lo que ahora tenemos, que además está muy bien.
INSPIRACIÓN SETENTERA
El Tissot Heritage 1973 está inspirado, según nos dice el fabricante, en la relación continua que ha mantenido con el equipo Kessel Racing. Ciertamente Tissot comenzó patrocinando al piloto fundador, Loris Kessel. Pero la verdad es que esta relación comenzó en 1976, no en el 73. Aún así, fue la culminación de una alianza con el automovilismo que había comenzado años antes.
Según nos dice Tissot, este nuevo reloj se ha inspirado en el Tissot Navigator de 1973, que fue una pieza clave en la colaboración que Tissot mantiene con los deportes del motor. En 1973 Tissot empezó a trabajar con Alpine, que por aquel entonces dominaba el circuito de rallies. En 1974 la marca unió sus fuerzas a Porsche para la categoría de Gran Turismo de las 24 horas de Le Mans. En 1977, Tissot incluso le dio nombre a un coche de F1. Pero una de las colaboraciones más destacadas que mantuvo la marca fue con el piloto suizo Loriss Kessel, que compitió en la temporada de 1976 de Fórmula 1 con los colores de Tissot.
Como muchos pilotos, Kessel era un fanático de los motores. Había fundado un concesionario de coches en la zona de Tessin, que contaba con una división de competición y otra dedicada a las carreras clásicas. Esta red pasó después a manos de su hijo, Ronnie Kessel. En 2018, Tissot retomó su relación con la familia Kessel cuando se convirtió en colaborador oficial de Kessel Classics, propietario del Fórmula 1 Tissot, que aún sigue compitiendo.
Así que este Tissot Heritage 1973 tiene un ancestro muy querido por la marca. Cierto es que tenemos las papilas gustativas de lo vintage más que sobreexcitadas, pero eso no es malo en sí: nos sirve para darnos cuenta de que en otras épocas los diseños eran buenos de por sí. Sin embargo, en este caso, Tissot ha alterado el diseño original (de la esfera) para hacerlo más del gusto actual. Y de hecho ha acertado, porque a riesgo de hacerla más convencional también la ha hecho más equilibrada.
FORMAS COMPLEJAS
Cuando miramos la caja nos damos cuenta de que no estamos ante una estructura básica, sino que tiene bastante más intríngulis del esperado: la carrura se curva para evitar el uso de asas (una opción muy de esa época) creando varias superficies que son tratadas de diverso modo. La parte superior tiene un satinado acorde con los gustos de los 70, pero el siguiente plano inclinado está pulido, mientras que la vertical de la caja -donde se aloja la corona y los pulsadores de pistón- retoma el cepillado. El borde inferior, que lleva hasta la tapa trasera, vuelve a estar pulido.
Es de agradecer que Tissot haga el esfuerzo de recuperar fielmente los trazos originales, superando la querencia a fabricar objetos puramente industriales. La caja, por cierto, tiene 43 mm de ancho y 14,8 mm de alto. Y, saltándose los criterios rigurosamente retro, el cristal es de zafiro, no de Hesalite. Que es como debe ser en un reloj moderno, por otro lado.
La esfera es todo un hallazgo porque resume perfectamente la época a la que honra y resulta extraordinariamente atractiva. Como siempre nos pasa con las esferas panda. Es un dial curvo, siguiendo las formas del cristal y de la caja, con un taquímetro negro en el borde exterior, a juego con las tres subesferas y con el logo de la marca, que ha recuperado la T de antaño (y queda estupenda).
Las manecillas pequeñas que se ocupan de las labores cronográficas (contador de 30 minutos y de 12 horas) son naranjas, mientras que la trotadora sólo tiene la parte superior pintada de ese color. Pero reproduce la punta de flecha del Navigator original y, una vez más, queda muy bien. Si le añadimos una ventana de fecha que se las apaña para no ser intrusiva y un tratamiento con Super-LumiNova correcto -todo lo correcto que permite la poca anchura de los elementos a pintar-, resulta en una esfera excelente.
Par mover este Tissot Heritage 1973 la casa ha optado por el Valjoux 7753. Es verdad que ETA ya tiene equivalentes a este calibre que funcionan de muy bien (como el de este crono), pero usar esta versión del 7750 tiene sentido: fue un calibre que apareció en 1974, así que es históricamente ajustado. Y, además, a todo el mundo le gusta el 7750 más que las otras opciones.
Es un calibre que no está pensado para exponerse en público porque es eminentemente industrial, pero aún así Tissot ha decidido exponerlo (aún a pesar de la hermeticidad garantizada hasta 100 metros), y eso siempre se agradece.
EN LA MUÑECA
El reloj se entrega con una correa tipo racing bien hecha: tiene buen grosor y los tradicionales agujeros de ventilación están flanqueados por un pespunte negro (¿quizá mejor en naranja?) que terminan donde comienza el cierre desplegable triple de acero con pulsadores de seguridad.
En resumen, este Tissot Heritage 1973 resulta una opción excelente si se quiere tener un reloj de inspiración retro, muy bien construido y con un calibre que va a durar para toda la vida. Además, para darle cierta exclusividad, Tissot lo ha creado en edición limitada a 1.973 unidades. Y no se le ha ido el gatillo: sólo cuesta 2.050 euros, que está muy bien para lo que ofrece. Ya se puede reservar en tu tienda favorita. Más información en Tissot.es.