Hacía bastante tiempo que no sabíamos nada nuevo del Black Bay Cronógrafo,. Tudor lo lanzó en 2017 (nosotros lo vimos en vivo aquí) envuelto en polémica porque, siendo el Black Bay un reloj de buceo, en la versión de cronógrafo se había sustituido el bisel de inmersión por un taquímetro y por tanto resultaba raro. No sé qué tal le va comercialmente al modelo, pero lo cierto es que tras su aparición hace dos años el modelo no había evolucionado. Sin embargo en Baselworld 2019 hemos podido ver este Tudor Black Bay Chrono S&G, que tiene una personalidad arrolladora.
La última parte del nombre del Tudor Black Bay Chrono S&G, por si alguien no lo sabe, significa Steel & Gold (acero y oro). No es la primera vez que vemos el uso del bimetal en el Black Bay. Primero vimos, también en 2017, esta ejecución tan atractiva en cualquiera de sus versiones. Y después está la versión champagne (aquí, con fotos en vivo), que es una auténtica delicia. Que el bitono llegara a la versión cronógrafo era sólo cuestión de tiempo y, visto el resultado, ha merecido la pena esperar.
Como ya dije en los otros artículos sobre los Tudor acero y oro, el oro usado no es macizo. Pero no es un chapado tampoco, sino que se usa un micraje de oro mayor para darle más presencia y solidez. Y un tono como de oro viejo que le sienta de maravilla.
Las medidas no varían del original: caja pulida y satinada de 41 mm de diámetro y unos 15 mm de altura. Unas medidas compensadas que marcan la presencia del reloj pero que no desborda la muñeca. El bisel fijo de oro amarillo tiene un disco de aluminio anodizado negro con las marcas del taquímetro en oro amarillo, como también lo son la gran corona (con la rosa de Tudor grabada) y los pulsadores del cronógrafo, roscados para mantener la hermeticidad de 200 metros.
La esfera del Tudor Black Bay Chrono S&G es muy llamativa. Un Panda inverso en el que los registros de las 9 y las 3 horas se han hecho en oro, de manera que el contraste impacta, y para muy bien además. Las funciones que desempeñan respectivamente son las de pequeño segundero y contador de 45 minutos, más que de sobra para el uso que se le suele dar al crono.
Dorados son también los bordes de los índices y de las manecillas, así como todos los índices impresos y los textos. Salvo el de los 200 metros de estanqueidad, en rojo para unirlo a la colección Black Bay. La trotadora del crono también es dorada, pero para que no quede perdida al moverse por la esfera se ha pintado la punta de rojo. La hace visible y da cohesión al dial, si bien se echa de menos un mejor acabado (por lo menos en el modelo que tuve en la mano).
La verdad es que el conjunto funciona a la perfección. Es impactante pero sin ser macarra ni ostentoso. Como decía, el tono del oro lo aleja de los amarillos más chirriantes y, siendo indudablemente un reloj deportivo, le baja el nivel de vibración como para querer aventurarte con él al llevar traje formal. Sin duda el diseñador de Tudor, Ander Ugarte, conoce bien su oficio.
Pero lo bueno del Tudor Black Bay Chrono S&G no acaba en la esfera. Recordemos que el calibre de manufactura MT5813 es en realidad el B01 de Breitling. Pero en vez de montarlo directamente Tudor lo mejora incorporando su volante de inercia variable, su espiral y sus acabados). El cronógrafo tiene rueda de pilares, embrague vertical, 4 hercios de frecuencia y una más que respetable reserva de marcha de 70 horas. Y está certificado por el laboratorio COSC como cronómetro.
El reloj se puede adquirir con tres configuraciones: con una correa de tejido negro o con una correa de cuero tipo «Bund» desmontable, de manera que se queda en una correa de cuero normal. Ambas versiones tienen un precio de 5.300 euros. O bien está la versión con brazalete -con remaches- de acero y oro. En este caso el precio es de 6.440 euros. Sea cual sea la opción que se elija va a ser un éxito para su poseedor, porque se lleva un reloj con una personalidad muy marcada y con un calibre eterno. Más información en Tudor.es.