En realidad éste no es un artículo nuevo porque versa sobre el Jaeger-LeCoultre Reverso Tribute Gyrotourbillon, que apareció en 2016. Fue con motivo del 85 aniversario del Reverso, el icono de Jaeger-LeCoultre que lleva desde los años 30 del pasado siglo siendo uno de los portaestandartes de la relojería suiza. Pero el 26 de junio de 1801 Abraham-Louis Breguet patentó un invento al que llamó Tourbillon y que, tras hacer su función de contrarrestar los efectos de la gravedad en los relojes de bolsillo (que estaban siempre en la misma posición), pasó a ser una deliciosa complicación en los relojes de muñeca, sin más función que la de deleitar a quien lo lleva y demostrar que quien lo ha hecho domina las artes más elevadas de la relojería. Así que, para celebrar esos 218 años del torbellino, que mejor que traer de vuelta uno de mis relojes favoritos de siempre.
Antes de este Jaeger-LeCoultre Reverso Tribute Gyrotourbillon hubo otro, pero JLC hizo un gran esfuerzo para mejorar el modelo. Y, por supuesto, no sólo lo consiguió, sino que creó un reloj que, a pesar de las enormes complicaciones que atesora, es perfectamente llevable. Si el anterior modelo tenía unas medidas de 55,4 de largo, 36 de ancho y nada menos que 16 mm de altura, las dimensiones largo x ancho x alto del modelo actual son de 51.1 X 31 X 12.4 mm., con un fondo levemente curvado para que se adapte mejor a la muñeca. Y encima el reloj lleva mucho más dentro, con lo que el esfuerzo de la manufactura es aún más notable.
El anverso del reloj -si consideramos el anverso la posición en la que la corona está a las 3- tiene una presencia clásica, con una esfera horaria granallada y agujas delfín en acero para una lectura perfecta de la hora. En la esquina superior derecha se ve el barrilete con la JL de Jaeger, que proporciona 38 horas de reserva de marcha. El muelle real queda a la vista, así que se puede ver cómo se tensa cuando le das cuerda. Enfrente tiene un disco de 24 de día y noche, representado simplemente por una luna y un sol. Todo el conjunto bebe del Art Deco, como corresponde a un reloj que apareció en 1931.
El movimiento primario del Gyrotourbillon es una rotación de un minuto, lo que como es habitual se utiliza para insertar un pequeño segundero. En este caso la lectura no es la más sencilla porque simplemente hay dos bloques de números que van del 25 al 35 y del 55 al 05, mientras que el resto es sólo un reborde con dibujo de ferrocarril. El segundo lo marca una flecha azul a la izquierda, un triángulo equilátero en acero azulado.
En el anverso del Jaeger-LeCoultre Reverso Tribute Gyrotourbillon sólo la parte superior está esqueletada mientras que la inferior tiene un guilloché en rayos de sol -el motivo más repetido en todo el reloj-, pero aún así la sensación de profundidad es notable porque la esfera horaria está por encima de los puentes y debajo de estos queda el plano del Gyrotourbillon. El conjunto da la impresión de que el fondo queda muy, muy abajo. Ello es también porque el fondo de la caja, con una clásica decoración Art Deco con forma de sol en el que la parte central está pulida para que, al pasar la luz, se refleje sobre el Gyrotourbillon y permita una aún mejor contemplación del mecanismo.
El reverso del Jaeger-LeCoultre Reverso Tribute Gyrotourbillon es un canto a las labores artísticas de la manufactura. De hecho Jaeger lo enmarca dentro de la colección Hybris Mechanica, la colección que alberga los desarrollos más técnicos y las artes decorativas más especializadas. Esta faz del reloj se encuentra totalmente esqueletada y cada una de las piezas decoradas. Resalta especialmente el grabado de los puentes; no queda ni un milímetro que no haya sido tratado, pero el resultado es discreto y sin caer en el barroquismo. En la esquina superior derecha hay una indicación de 24 horas y de día y noche, distinguidas por el color amarillo y azul respectivamente. La lectura de la hora no es tan fácil como en el anverso, pero el facetado de las agujas hace que no se pierdan en el mar de estímulos visuales de la esfera.
Pero el foco de atención recae, claro, sobre el Gyrotourbillon. El Gyrotourbillon lleva la invención de Breguet al máximo en su lucha por contrarrestar los efectos de la gravedad: mientras la caja exterior hace un giro completo cada minuto, el eje interior obliga al espiral semiesférico a rotar una vez cada 12,6 segundos. Es decir, casi 5 veces por minuto y 5,4 segundos más rápido que la primera versión del Gyrotourbillon. Eso hace que el tourbillon tenga un ritmo frenético e hipnotizante. Y como los dos ejes que lo mueven son externos, da la sensación que el mecanismo está flotando. Es decir, una auténtica maravilla.
Dentro del tourbillon se ve el espiral esférico montado sobre el Gyrolab, un volante no cerrado para reducir la fricción del aire y compuesto de dos secciones con la forma, una vez más, de J y L. Ya lo presenté cuando hablé del Geophysic True Second (aquí) y en vídeo cuando hablé del Geophysic True Second Universal Time (el vídeo puedes verlo aquí). Para que toda esta proeza quepa en una caja que -recordemos- ha encogido sus medidas con respecto a su hermano mayor, el tamaño del conjunto del Gyrotourbillon ha disminuido nada menos que un 30%, lo cual es casi increíble.
A pesar de toda la maravilla que lleva dentro el Reverso tiene unas medidas perfectamente llevables, como ya he dicho, y aunque la caja es de platino el reloj es muy ligero. Por supuesto en la muñeca es espectacular. No hace falta decir que la máxima excelencia técnica y los mejores materiales tienen un precio poco común. El Jaeger-LeCoultre Reverso Tribute Gyrotourbillon tiene un precio de 270.000 euros, y es una edición limitada a 75 unidades sólo disponible en las boutiques de la marca. Pero nada nos impide soñar, ¿verdad? Más información en Jaeger-LeCoultre.es.