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El precioso Blancpain Fifty Fathoms Barakuda, con fotos en vivo y precio

Blancpain Fifty Fathoms Barakuda portada

Por supuesto Blancpain no lo sabía, pero cuando en 1953 lanzó el Fifty Fathoms, un instrumento en el que un buzo realmente pudiera confiar su vida y con todos los elementos que a la postre iban a definir qué constituye un verdadero reloj de inmersión, no tenía idea de que que también estaba creando un icono de la historia de la relojería. Por qué una pieza se convierte en histórica y otra no es uno de esos misterios que a todos nos gustaría resolver (porque nos permitiría hacernos ricos, entre otras cosas), pero que nadie puede aprehender. Y resulta aún más sorprendente cuando sabes que el diseño no era para gustar al usuario común, sino a los profesionales. Quiere decirse que una llave fija de doble boca se pensó como herramienta, pero su diseño ha perdurado todo este tiempo porque es perfecto. Eso mismo ocurre con el diver de Blancpain. Solo que en este caso su utilidad desprende también belleza, cualidad que se ha ido reinterpretando en numerosísismas ocasiones. Pero como siempre es fiel a su esencia, siempre gusta y un ejemplo paradigmático es este Blancpain Fifty Fathoms Barakuda.

ORIGEN ALEMÁN

Un Blancpain Fifty Fathoms Barakuda original de 1970
Reinterpretación de 2019. Nótese la diferencia de calidad en los acabados de la esfera

El nombre de Blancpain Fifty Fathoms Barakuda no es un homenaje al temido y admirado esfireno, sino que tiene un origen comercial: Barakuda era una tienda que fabricaba y distribuía equipamiento de inmersión profesional, y como tal le vendía material a la marina alemana (Bundesmarine, en su nombre original germano) en los años 60.

Pero también introdujo un modelo civil, que se distinguía por una esfera en la que los índices eran rectangulares y bitono, las manecillas de lápiz blancas y una fecha a las 3 horas. Además el reloj podía incluir una correa de caucho tipo tropical, muy popular no por su estética, sino por su comodidad de uso y su durabilidad.

BLANCPAIN FIFTY FATHOMS BARAKUDA 2019

Al comparar las fotos del original y la de 2019 podemos ver que, en vez de ser una reproducción milimétrica, el modelo de este año es más bien una reinterpretación, y como tal no puede ser más acertada. En puridad sólo se ha mantenido la esfera de los 60, pero incluso esta se ha retocado para hacerla más elegante.

El diámetro de la caja -de acero- es de 40,30 mm de diámetro y 13,30 mm de altura, lo que le separa de los 45 mm originales del FF. Es decir, que toma la caja del Tribute To Fifty Fathoms MIL-SPECS que ya vimos en vivo y que es otro de los modelos más atractivos de la familia. La hermeticidad sigue siendo de 300 metros.

El bisel es de zafiro, un claro tributo a los antiguos biseles de baquelita. Mantiene el clásico rombo a las 12 y aligera el conjunto quitando todos los índices del bisel original, salvo los 15 primeros y los múltiplos de 5. Todos tienen color de radio antiguo para congeniar bien con los índices de la esfera.

Esta, de negro profundo, acoge unos índices también rectangulares, pero más estilizados que el original. Y parece un detalle sin importancia, pero el que las manecillas estén lacadas en blanco aporta una viveza particular al conjunto. Siendo un buzo, la mezcla del naranja, rojo y blanco lo hace sin embargo un modelo muy solar, podríamos decir. O sea, por decirlo claro: a mí me gusta muchísimo.

Además, el cristal de zafiro curvo juega con las formas de la esfera y hace que los índices y las manecillas se deformen y se fundan, dándole una sensación orgánica fantástica. Sí, es un placer infantil. ¿Y qué? Las sensaciones que provocan las cosas bellas son primordiales, como lo es un juego de niños.

Por supuesto, como todos los buenos profesionales, el Blancpain Fifty Fathoms Barakuda tiene un tratamiento con Super-LumiNova absolutamente intachable.

 

CALIBRE DE MANUFACTURA

Resulta un poco redundante decir que el calibre es de manufactura porque todo en Blancpain es manufactura (por cierto, aquí está el reportaje sobre mi visita). El Blancpain Fifty Fathoms Barakuda se mueve gracias al muy conocido 1151, un calibre automático bien probado que se mueve a 21.600 alternancias a la hora.

Y lo hace nada menos que durante 100 horas, gracias a la arquitectura de doble barrilete. Y además integra un espiral de silicio, habitual en la marca. Está decorado con perlado en la platina y Cötes de Genève en los puentes. El rotor es particularmente agradable de ver: sigue siendo un instrumento, pero muy refinado.

EN LA MUÑECA

A pesar de sus medidas, la forma de la caja, el bisel de zafiro y el propio cristal que tapa la esfera hace que el reloj parezca más pequeño de lo que es. No puede haber mejor noticia para los que le gustan los relojes pequeños, sea por apego a lo antiguo o porque tengan muñecas más delgadas. El caso es que el reloj no hay manera de que te caiga mal en el brazo, porque se acomoda instantáneamente. La correa es agradable de llevar, y el conjunto resulta llamativo para el que lo ve, pero nunca ostentoso. Para el que lo tiene, levanta la muñeca y lo mira resulta incluso dulce. Es un reloj perfecto en su conjunto, y en edición limitada 500 unidades para añadirle exclusividad. Los afortunados que puedan hacerse con él se desprenderán, más que felices, de 14.500 francos suizos. Yo lo haría. Más información en Blancpain.es.

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