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Un iPhone 11 Pro con tourbillon, o la atracción de los móviles por los relojes mecánicos

Móviles con Relojes Mecánicos

Si queremos ser conscientes de lo mucho que ha avanzado la tecnología en los últimos años (una barbaridad, parafraseando La Verbena de la Paloma) no hace falta mirar más allá que la palma de nuestra mano: los teléfonos móviles actuales hacen que podamos saber, comprar, vender, decir, ver o escuchar todo lo que necesitemos simplemente pulsando en la pantalla. En vez de preguntarnos aquello tan antiguo de «quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos» nuestras preguntas más esenciales hoy en día son «¿cuál es la clave de la wifi?» y «¿hay aquí un enchufe para cargar el móvil?».

Los teléfonos inteligentes han democratizado todo esa omnisciencia, pero -como todo lo que se compra y se vende- también sirven para establecer estratos sociales. Así, se puede comprar un teléfono por 100 euros, pero también te puedes comprar uno por 1.700 euros. Por supuesto la diferencia de precio no va en la calidad de comunicación del teléfono sino en otras cosas; fundamentalmente la capacidad de la cámara para hacer mejores fotos o del procesador y la pantalla para ver mejores vídeos o juegos. Y también, claro, en el estatus que transmite.

Por eso se personalizan los móviles, para hacerlos más únicos. El común de los normales como mucho ponemos una tapa trasera de plástico más o menos llamativa. Otros ponen una tapa trasera de marca, varios cientos de euros más cara que la de plástico. O, directamente, lo decoran con metales preciosos y/o joyas, porque yo lo valgo.

Pero, cuando de verdad se quiere ser exclusivo, por encima de cualquier joya lo mejor es que el móvil tenga un reloj mecánico, que todavía está considerado como el elemento de lujo para los dos sexos. Eso es algo que Apple aprendió con su Apple Watch: el oro no hace que un reloj sea de lujo. Cuando se lanzó el Apple Watch apareció una versión de oro que fue un fracaso porque resultaba vulgar. Apple lo retiró silenciosamente y lanzó un producto más sensato para ubicarse en el segmento de relojes de prestigio: el Hermès Apple Watch, que es un éxito rotundo.

Decía que algo tienen los relojes mecánicos que dan un prestigio especial a aquello con lo que se asocian. No para las nuevas generaciones, claro, que han perdido esa admiración -casi veneración- que se tenía antes por los relojes, y que entre los varones tener uno casi parecía un rito de transición de la infancia a la vida adulta. Pero entre los que pueden pagar objetos de lujo los relojes mecánicos sí tienen ese poder de atracción. Por eso es que, a pesar de que la relojería es un mercado en contracción, los relojes de más de 3.000 euros son los que siempre funcionan. Y por eso Richard Mille lanzó la pluma que vemos aquí arriba y que contenía un elemento mecánico con un mecanismo parecido al de los repetidores de minutos que, cuando se accionaba, sacaba del interior la punta de la pluma para poder escribir.

Y por eso es que, periódicamente, vemos fusiones de móviles con relojes mecánicos. No suelen funcionar, cierto es, pero no dejan de fascinar.

ULYSSE NARDIN CHAIRMAN

El primer intento de fusión de móviles con relojes mecánicos lo llevo a cabo Ulysse Nardin en 2009, Y de hecho fue el único que funcionó, por lo menos las primeras series. Y eso que era el móvil más caro del mundo, con unos precios que iban de 12.000 a 50.000 euros, dependiendo de la versión.

El Chairman no incluía un reloj mecánico añadido a un móvil, sino que incorporaba la tecnología de los relojes para cargar la batería. Tenía una corona en el lateral y además un rotor en la parte trasera, de manera que la carga de la batería se complementaba con el movimiento de la masa oscilante o, si se quería, girando la corona como cuando se da cuerda a un reloj. La corona tenía protectores, flanqueados por unos pulsadores como de cronógrafo para subir y bajar el volumen. E incorporaba un cristal táctil de zafiro.

Además el Chairman tenía un lector de huellas para el desbloqueo y, como se ve, botones físicos. Una cámara de 8 megas, 32 GB de memoria interna, conexión 3G, YouTube, Google Maps, Facebook, 8 horas de conversación y duración de la batería de hasta 30 días en reposo. Y se podían elegir diferentes esferas (todas de Ulysse Nardin, claro). Era, como se puede ver, un móvil de alta gama.

Además se fabricaba en acero, titanio u oro rosa, en series limitadas de 1846 unidades. Se presentó en Baselworld 2009, y se comenzó a distribuir en 2012. Se vendieron unas cuantas series, pero se enfrentó al talón de Aquiles de todos los productos tecnológicos: la obsolescencia de las especificaciones técnicas, que deben ser mejoradas continuamente. Pero se llegó incluso a fabricar una serie con 3.000 diamantes y un precio de 120.000 euros.

Qué pena que el rotor no se pueda seguir usando, ¿verdad? Porque el problema de la carga de la batería sigue estando ahí.

DE BETHUNE DREAM WATCH IV IPHONE 4S

Los que la conocen saben que De Bethune es una de las más exquisitas marcas de relojes, con una forma de interpretar la medición del tiempo contemporánea pero con el sabor de lo clásico. Sirva como ejemplo el DB 25 LT que vimos en vídeo.

En 2011 lanzaron esta increíble tapa trasera para el iPhone 4S. Estaba construida en titanio pulido y en el centro se alojaba un reloj mecánico con una esfera de titanio azulado con diminutos diamantes que simulan estrellas. La hora viene indicada por numerales romanos en la parte inferior y los minutos por numerales arábigos en la superior. Sólo se hicieron 12 unidades (de las que nunca se supo el precio), y además se lanzó otra funda más clásica, con piel de cocodrilo y un reloj más clásico, pero manteniendo la exquisitez de la casa.

CELSIUS X VI II

Antes de que H. Moser & Cie le tuviera como nuevo dueño y director general. Eduard Meylan creó Celsius X VI II. La idea era integrar un reloj mecánico en un teléfono. No como un añadido a la caja, sino como la tapa del mismo (el reloj era plegable, como los antiguos móviles). Como teléfono era básico: sólo servía para hacer llamadas y enviar mensajes. Con el iPhone reinando en el mercado desde hacía cuatro años, era sin duda un movimiento arriesgado. Como reloj, sin embargo, se codeaba con los mejores: un reloj de más de 700 piezas con un tourbillon, nada menos.

Si los puentes del reloj te recuerdan a los de los relojes de Richard Mille es por algo: formaba parte de la dirección de la empresa. Tenía además un ingenioso sistema por el que, cada vez que se abría y cerraba la tapa, se añadían tres horas de reserva de marcha al reloj. La casa lanzó otros relojes, como el OptiC GMT Veloce de aquí abajo, pero la unión de precios estratosféricos (300.000 euros), el grosor y peso de las piezas y la ausencia de funciones (en un momento en que estas se expandían a toda velocidad) dieron al traste con el proyecto.

Había un problema añadido: cuando te ponías el teléfono al oído el volante te quedaba justo a esa altura, por lo que siempre estabas oyendo el tictac mientras hablabas. Esto se vendía como una delicia para los aficionados a la relojería mecánica, pero debía ser una auténtica tortura para el usuario.

8848 KARI VOTULAINEN

La empresa de móviles de alta gama para China, 8848 (nombre tomado de la altura total del Everest y que da la idea de aspiración máxima), también pensó que la unión de móviles con relojes mecánicos era una buena idea para hacerlos más exclusivos, toda vez que Vertu ya explotaba materiales como el oro o las pieles más caras para sus teléfonos. En concreto quiso una pieza que tapara el alojamiento de la tarjeta SIM, que se alojaba (y aloja) entre el flash y la lente de la cámara. Para ello se puso en contacto con el relojero finés Sarpaneva, cuya caja era perfecta para lo que se necesitaba.

Sin embargo la esfera era un tema bien distinto, así que Sarpaneva se puso en contacto con su compatriota Kari Votulainen, que tiene una casa dedicada a la fabricación de esferas y con la que provee a numerosas marcas. Y así es como surgieron estas series limitadas a 180 unidades cada una. No son relojes mecánicos, sino sólo cajas y esferas, pero con el mismo acabado de alta relojería que ya conocíamos.

Esto causó gran disgusto en la comunidad relojera, en la que se dijo poco menos que Kari era un vendido. En un momento -2016- en que la industria lo estaba pasando muy mal, me parece una decisión perfectamente válida (todos trabajamos por dinero, oiga). Especialmente porque los móviles están acabados de manera exquisita, así que la propuesta no desentonaba. Lo único malo es que ahora los móviles llevan una pequeña pantalla con esferas de Voutilainen digitalizadas, lo que no le favorece mucho. Pero vuelve a reafirmar la idea de que el reloj mecánico sigue siendo un símbolo de estatus.

CAVIAR IPHONE 11 PRO GRAND COMPLICATIONS

Y así llegamos al por ahora último capítulo en la unión de los móviles con relojes mecánicos. La empresa rusa Caviar ha lanzado una serie de fundas para el iPhone Pro y el iPhone Pro Max que no sólo incluyen metales preciosos, sino también trozos de rocas de marte, de la luna y, además, un reloj mecánico con tourbillon. Aunque su modelo más caro es uno que representa el nacimiento de Jesús, en oro macizo y un diamante de 3 quilates y un precio de 130.000 euros. El espíritu de la Navidad, Russia Style.

De los móviles con relojes mecánicos de la marca, el Grand Complications lo tiene todo: oro, diamantes, rubíes, topacios, un trocito de la luna y un trozo de una nave espacial. El precio, en su versión más cara, llega a los 67.250 euros (iPhone 11 Pro Max 512 GB). ¿Por qué entonces, si tiene todo eso, incluye un reloj (incluso con tourbillon)?

Porque, como decía al principio, un reloj mecánico aporta un prestigio y una vinculación con su propietario que no hace falta describir para que convenza, y que por sí mismo sostiene cualquier producto al que se asocie. Por eso no me equivoco al afirmar que no será esta la última vez que vemos móviles con relojes mecánicos.

ACTUALIZACIÓN: IPHONE 14 CON ROLEX DAYTONA DE ORO

Caviar ha lanzado en 2023 un iPhone 14 que incluye un Rolex Daytona de oro, nada menos. El reloj Rolex no es el único complemento del iPhone, sino que forma parte de una composición artística que rinde homenaje a la historia de la colección Rolex Daytona. La carcasa del teléfono está hecha al estilo de los coches de carreras de los años 30, como el Blue Bird de Campbell, que estableció un récord mundial de velocidad en el circuito de Daytona.

Los velocímetros decorativos y los interruptores de oro (que se pueden utilizar, pero no tienen ninguna función) crean la imagen del salpicadero del supercoche, que marcó el inicio de la gran colección de relojes Rolex Daytona.

Es una edición limitada a 3 unidades, con un precio de 161.420 dólares.

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