No por menos esperada resulta menos impactante: la exportación de relojes cayó en abril un 81,3% hasta un total de 328,8 millones de francos, algo nunca visto en la industria relojera. Esta disminución masiva en comparación con marzo (-21,9%) ahora afecta a todos los mercados. Estados Unidos, que aún se benefició del crecimiento del 20,9% del mes pasado, registró el mayor descenso (-86,4%).
«Esperábamos que la situación estadounidense se deteriorara, ya que el país se vio afectado más tarde por la pandemia», analiza Jean-Daniel Pasche, presidente de la FH. Después de un alza en marzo (+ 10.5%), China también volvió a entrar en negativo, pero registró una disminución menor que en febrero (-16,1% contra -51,5%), lo que muestra una relativa recuperación de este mercado. Pero por supuesto nada cercana a la deseada, a pesar de ventas tan llamativas como la tienda de Hermès en Guangzhou, que tuvo unas ventas de 2,7 millones de dólares en un sólo día tras su reapertura.
Como el mes pasado, estas cifras impresionantes no sorprenden a Jean-Daniel Pasche: “No pasó nada en abril, todo estaba cerrado a escala planetaria. Es difícil tener una actividad de relojería en estas condiciones». Aunque cauteloso ante las incertidumbres vinculadas a la pandemia, piensa que mayo puede ser bueno. Los próximos meses serán decisivos. Durante la crisis financiera de 2009 las exportaciones anuales cayeron un 22,3%.
Es evidente que la imagen de abril de la exportación de relojes es una distorsión absoluta del mercado y por tanto no se pueden tomar como base explicativa. Pero para 2020 las últimas proyecciones del banco Vontobel anunciaron una disminución del 25%, esperando una reapertura del mercado europeo en mayo y de las tiendas estadounidenses en junio. Lo de Estados Unidos está por verse, pero en Europa hay poco abierto y la impresión es que lo poco que hay está vendiendo muy poco, y el que China haya vuelto a caer tampoco mueve al optimismo.
No hay nada más miedoso que el dinero, y cuando estamos oyendo por todos lados que nos encaminamos a una recesión de niveles épicos, es normal que las decisiones de compra sean mucho más pensadas, y la gente en general nos movamos con cautela. Algunos medios dicen que hasta 2023 no se va a recuperar los niveles de 2019, que de por sí no fueron nada brillantes -aunque se terminara el año en positivo-.
Además el confinamiento vino con las tiendas llenas de stock, así que hasta que esas existencias no salgan de las tiendas va a ser difícil que aumenten las exportaciones de relojes de una manera significativa. Ya se está hablando de casas relojeras que han entrado en concurso de acreedores. El gobierno suizo ayuda a las empresas hasta un máximo de seis meses, y mientras está el proceso judicial de la suspensión de pagos no se puede desvelar cuáles son esas empresas, por si acaso consiguen encontrar nueva financiación. Pero es evidente que esta pandemia puede ser infligir una profunda herida en un negocio que, recordemos, está en contracción.