Fiel a su cita anual, Chopard lanza una nueva edición de su Mille Miglia, homenaje a la carrera de la que es cronometrador y patrocinador oficial desde 1988. Este año la llamada «carrera más bella del mundo» por Enzo Ferrari, también se ha visto afectada por la pandemia del Covid. Pero, en vez de suspenderse, ha seguido la norma de los demás deportes: se pospuso hasta otoño, y es ahora cuando tiene lugar. Eso añade un factor de riesgo para los coches vintage que participan, porque su respuesta ante el mal tiempo es mucho peor que en el bueno. Así que, sin más dilación, aquí está el Chopard Mille Miglia 2020 Race Edition.
El reloj se lanza en dos versiones; ambas están construidas en acero recubierto de DLC para mejorar su resistencia, pero uno de ellos -el que he fotografiado en vivo- tiene además el bisel realizado en oro ético de 18 quilates. Aparte de eso, todo lo demás es igual en los dos modelos. Ambos tienen un diámetro de 42 mm y una altura de 12,67 mm. El largo -la distancia entre asas- es de 50 mm. Aunque en el papel las medidas son las de un reloj que tiende a ser grande, en realidad puesto parece mucho más pequeño.
Esto se debe a la forma de la caja, muy clásica, y a la del bisel, que «encoge» las medidas. Y ya sabemos que el negro adelgaza, y aquí está en la caja y en la esfera. En cuanto te lo pones te sorprende y te hace dudar de las medidas oficiales. El uso del DLC (diamond like carbon) añade una dureza al acero siempre bienvenida, con independencia del aspecto deportivo que siempre da a los relojes y que, en este caso, le viene perfecto.
Los Mille Miglia tienen dos configuraciones de esfera: una con índices horarios, como este precioso Azzurro, y otra con numerales arábigos al estilo de los relojes de principios del siglo XX y que presenté en vídeo por primera vez aquí. A esta última línea se adhiere el Chopard Mille Miglia 2020 Race Edition. El fondo de la esfera es negro mate graneado, con las indicaciones en color amarillo clásico para resaltar su aire retro. Los numerales perfilan el pigmento de Super-LumiNova en gris, lo mismo que las manecillas de horas y minutos y el cronógrafo.
A las 4:30 hay una ventana de hora que, en mi opinión, está fuera de sitio porque rompe la estética: al usar una fuente distinta de la de los numerales, un fondo negro y unos números de color mucho más blanco que los horarios, se ve demasiado y queda un tanto raro. La esfera, además, está muy llena de datos. Quizá prescindir del taquímetro o de las leyendas en los registros del pequeño segundero y del cronógrafo hubiera dado más aire al conjunto. Pero esto, claro, es mi gusto personal, tan válido como cualquier otro. Donde no hay problemas de lectura es en la oscuridad, porque -como siempre- el tratamiento fosforescente es intachable.
Sorprendentemente, y a pesar de ser una edición limitada, el Chopard Mille Miglia 2020 Race Edition no utiliza un calibre propio, sino el venerable Valjoux 7750, con sus 4 hercios de frecuencia y su limitada reserva de marcha de 42 horas. Eso sí, el movimiento está ajustado en 5 posiciones y tiene la certificación COSC de cronómetro. Chopard ha puesto un cristal de zafiro ahumado que permite ver el calibre, a la vez de disimular su escasa decoración. El rotor está personalizado con el nombre de la casa sobre Côtes de Genève.
Como siempre pasa con esta colección, el Chopard Mille Miglia 2020 Race Edition queda muy bien en la muñeca, se lleva cómodamente y se nota la calidad de fabricación que siempre da Chopard. Los dos modelos son de serie limitada, como ya he dicho; del «todo negro» se han hecho 1.000 piezas, con un precio de 6.670 euros; del de acero y oro sólo se han hecho 250 unidades, con un precio de 8.360 euros. Ya están disponibles en las tiendas, y hay más información en Chopard.es.