Otro de esos gigantescos aciertos de Tudor. Todos recordamos el lanzamiento el año pasado del Tudor Black Bay Fifty-Eight Navy Blue que vimos en vídeo, que acabó por convertirse en el reloj de año porque su éxito fue instantáneo y global. Ahora tenemos aquí este Tudor Black Bay Fifty-Eight 925, que quizá no alcance la fama de su hermano azul, pero que resulta una pieza muy interesante y que seguro que va a ser muy codiciada por todos aquellos que saben lo que significa tener un Tudor en la muñeca.
En mi opinión es sin duda el más elegante de todos los Black Bay hasta ahora. La combinación de la caja de plata con ese color gris topo le confiere una sobriedad y a la vez una calidez que el gris puro no te da, y permite que resalten los elementos que lo forman, pero sin dar la nota. Parece mentira que ese animalillo dé nombre a un color que está considerado uno de los colores más distinguidos, que encaja igual de bien en un salón y en un dormitorio.
Además, este Tudor Black Bay Fifty-Eight 925 se llama así porque la caja está realizada lo que la casa llama «plata incandescente». Es básicamente plata de primera ley o plata 925, que es la habitualmente utilizada en joyería. Plata 925 significa que el 92,5% de la pieza es de plata pura, mientras que el resto es de otros materiales. Es esa otra parte de la aleación la que no revela Tudor, claro, porque la casa garantiza que la caja no pierde su brillo con el tiempo, y quiere proteger este avance. En otras palabras, que siempre va a permanecer igual. Esto es muy importante para que no ocurra como con el bronce. Y en el caso de la plata aún más, porque a lo que cambia normalmente es a un gris muy oscuro, nada favorecedor.
Toda la carrura (con un diámetro de 39 mm, válido para todas las muñecas), está cepillada, menos una sección pulida que recorre el canto del reloj de un asa a otra, suavizando su carácter de reloj instrumento (al fin y al cabo, es un reloj de buceo certificado). La corona -también de plata- sigue siendo grande, una de las características de los Black Bay, y decorada con la rosa Tudor. El cristal de zafiro es abombado, como siempre en la colección Black Bay.
El bisel giratorio unidireccional también es de plata 925, y acoge un disco de aluminio anodizado de 60 minutos del mismo color gris topo de la esfera, además de marcas y números bañados de plata. En la preciosa esfera también los elementos aplicados y las manecillas son de plata, al igual que el color del texto. Queda así un conjunto bicolor estilizado y distinguido. que nunca te cansas de mirar. Un verdadero hallazgo. Por supuesto todos los elementos están tratados con Super-LumiNova.
Por dentro del Tudor Black Bay Fifty-Eight 925 se mueve el calibre el calibre de manufactura MT 5400. Cuando apareció el primer movimiento propio, en 2015, Tudor lo incorporó en el North Flag y lo dejó a la vista, tal como comprobamos en las fotos en vivo. Ahora, con este Tudor Black Bay Fifty-Eight 925, vuelve a hacerlo. Ciertamente la decoración no es el fuerte de la casa (no lo es en Rolex en general), porque se centra en el desempeño, que sí es más que importante.
El volante de inercia variable (que late a 4 hercios) se sostiene sobre un puente muy ancho, pensado para darle absoluta estabilidad, porque el objetivo de la casa siempre es la resistencia, longevidad, fiabilidad y precisión de sus motores. Junto con su espiral de silicio antimagnético, el calibre cuenta con la certificación de cronómetro por el laboratorio COSC, pero su rendimiento es mejor que los estándares oficiales: la desviación diaria está en -2/+4 (aunque en la realidad es aún más preciso). Además, tiene una cómoda reserva de marcha de 70 horas («a prueba de fines de semana», lo llama acertadamente la casa), que nos permite pasar el fin de semana sin él y volver a ponerlo en la muñeca el lunes sin que necesite ajustes.
El Tudor Black Bay Fifty-Eight 925 se entrega con una correa de cuero -que tiene un forro interior de caucho para que dure más- o una NATO creada, como siempre, por la empresa Julien Faure, que elabora todos sus productos en telares de Jacquard del siglo XIX, en la región francesa de Saint-Étienne. Por último, hay que recordar que los relojes de Tudor tienen 5 años de garantía y deben pasar la revisión cada 10 años, algo a tener muy en cuenta cuando hacemos una inversión así. El precio, con correa o con NATO es de 4.080 euros.
Está ya disponible en los puntos de venta autorizados, para empezar una carrera comercial que va a ser, de nuevo, un éxito. Más información en Tudor.es.