Una de las mejores cosas que tiene Seiko para el aficionado a la relojería es su insondable creatividad, que le lleva a lanzar modelos casi cada semana. De esta manera siempre puedes encontrar algo nuevo de lo que hablar, sea positivo o no. Entiendo que para el distribuidor tiene que ser una pesadilla, pero para nosotros su insomnio logístico es una bendición. Y lo mismo para el que va a comprar un reloj, porque siempre va a encontrar algo que le entre por el ojo. Pero a veces esa cornucopia juega en contra de la propia marca, porque modelos muy interesantes pasan casi de tapadillo por las vitrinas, víctimas de una saturación de comunicados de prensa que pueden llegar a insensibilizar a su público. Ese es el caso de este King Seiko KSK que, en mi opinión, no recibe la atención que debería.
La década de los 60 fue particularmente feliz para Seiko. Nunca antes en la historia de la empresa había habido un periodo de tanta creatividad y logros, tal como conté en el vídeo sobre por qué son tan buenos los Grand Seiko. Desde el primer Grand Seiko en 1960 hasta el cronógrafo automático en 1969 (del que hablé en este vídeo), los años sesenta fue una década de importantes avances en el desarrollo técnico y de diseño que sentó las que sentaron las bases para el futuro éxito de la compañía en el ámbito de los relojes de prestigio.
En realidad, a finales de los años 50 y principios de los 60 Seiko tenía dos centros de producción: Suwa Seikosha y Daini Seikosha. La primera era responsable de la creación de los relojes Grand Seiko. Pero en 1961, Daini Seikosha reaccionó con su propia visión de un reloj de alta gama y ultraprecisión, que se denominó King Seiko. La rivalidad interna entre las dos filiales llevó a la carrera por convertirse en la marca insignia de la empresa. La perfección de la exactitud y la precisión era el motor común para alcanzar la gloria.
Cuatro años después de la introducción del King Seiko, en 1965, apareció una segunda serie conocida como el King Seiko KSK. Accionado por un calibre de 25 rubíes de cuerda manual, el King Seiko KSK fue un nuevo punto de partida en el diseño. En contraste con los suaves contornos redondeados de la primera creación de King Seiko, la caja del KSK era sorprendentemente afilada y angulosa y tenía un aire mucho más contemporáneo. Sus superficies planas y sus esquinas de múltiples facetas captaban la luz desde cualquier ángulo y daban al reloj un nuevo y llamativo brillo. Con su resistencia al agua y su parada de segundero, ofrecía un alto nivel de practicidad que, junto con su diseño distintivo, pronto convirtió al KSK en un reloj muy demandado por los aficionados a la relojería.
El nuevo Seiko «Re-creation of King Seiko KSK» tiene lógicamente un aire claramente vintage, empezando por su compacta caja de 38,1 mm de diámetro (mayor, eso sí, que la del modelo original). En la misma línea, a pesar de la adición de un movimiento automático y una ventana de fecha, el reloj mantiene un perfil bajo de 11,4 mm de altura, sólo 0,5 mm más grueso que el KSK de 1965. Y la mayor parte de esta altura es absorbida por el cristal de zafiro en forma de caja, de manera que la carrura resulta en sí misma delgada.
Lo que no ha cambiado es la forma distintiva del reloj, que vuelve a cobrar vida en este King Seiko KSK referencia SJE083. Las superficies planas, las singulares asas de múltiples facetas, las correas planas, el bisel angulado y la corona dentada son idénticos a los del reloj de 1965, lo que da lugar a un reloj con gran personalidad. La W utilizada en la corona es la que tradicionalmente señalaba que el reloj era resistente al agua. En este caso, hasta los 50 metros.
Las asas facetadas presentan grandes superficies planas y ángulos afilados y, como están pulidas con la técnica Zaratsu, presentan el característico (y magnífico) acabado de espejo sin distorsión que tanto nos gusta de los Grand Seiko, y ahora también de King Seiko. Es importante señalar que el reloj está hecho de acero con un revestimiento superduro, precisamente para proteger el pulido.
En cuanto a la esfera, la mayor evolución se refiere a la adición de una complicación de fecha. Ciertamente no estaba en el original, pero la que se ha incluido es igual a la de otros modelos históricos de King Seiko, así que no podemos empezar a gritar «¡BLASFEMIA!» desde lo más alto de la torre del homenaje del castillo de la pureza relojera, porque sí tiene una sustancia histórica (aunque si no la hubieran puesto no habría pasado nada).
La esfera, al igual que la del King Seiko KSK original de 1965, es de color plateado y está satinada en rayos de sol. También cuenta con índices facetados aplicados para las horas. Tanto el logotipo de la marca como la leyenda a las seis (el nombre «King Seiko» tiene un tipo de letra histórico particularmente bonito) no están apoyados sobre la esfera sino que están levemente separados, de manera que crean una sombra que los remarca. Un pequeño detalle que puede pasar desapercibido y que a mí me encanta. El elemento más distintivo del KSK original, su marcador facetado y texturizado de las 12 horas, se ha reproducido en el moderno SJE083.
Por último, las manecillas son las que solemos encontrar en Grand Seiko, con esos bordes biselados y pulidos que dan la impresión de ser cortantes como bisturíes. Todo en aras de que la esfera refleje mucha luz en cada movimiento, algo que también distingue a los Grand Seiko. Eso nos permite entender cómo la competencia entre las dos fábricas de Seiko era realmente feroz, para beneficio de sus usuarios.
El modelo original de 1965 contaba con el movimiento de cuerda manual 44A, con 25 rubíes y 18.000 alternancias/hora. El nuevo King Seiko KSK SJE083 cuenta ahora con un el calibre 6L35, un movimiento automático de 4Hz con 45 horas de reserva de marcha, que es conocido por su delgadez y su precisión. El movimiento se oculta tras un fondo de acero, que lleva el nombre de King Seiko y el mismo diseño de escudo dorado que el original, que sin duda hará las delicias de los aficionados del Barça.
El Seiko SJE083 se lleva en una discreta correa de cocodrilo negra, cerrada por una hebilla que también recrea el aspecto del reloj original de 1965, con un tipo de letra que no me importaría ver en más relojes porque es muy atractiva.
El King Seiko KSK es una edición limitada a 3.000 unidades con un precio de 3.590 euros. Por supuesto es un precio que se aparta de lo que normalmente encontramos en Seiko (como también ocurría cuando se lanzó el modelo), pero es que este modelo está muy alejado del territorio Presage y, además de la limitación de unidades, su sustrato histórico lo aparta de lo habitual y lo singulariza. Y además los acabados están muy cerca de los Grand Seiko. Por último, su tamaño hace que resulte comodísimo en la muñeca (también para las mujeres, claro). Así que, si alguien quiere hacerse con un reloj singular, con una estética distinta e histórica, ésta es una buena opción.
El reloj ya está disponible en la tienda online de la marca y en los distribuidores autorizados. Más información en Seiko.es.