De entre toda la vasta producción de la manufactura, hay una familia que suele pasar desapercibida para los no iniciados, probablemente porque los relojes de mesa o pared están pasados de moda: los Jaeger-LeCoultre Atmos. Y aunque la imagen de los relojes es a menudo distinta a lo que tenemos en la cabeza como un reloj de mesa clásico (por más que los llamados «Atmos Classic» sí que lo parezcan y merecieran unas esferas más actuales), lo cierto es que, si no se sabe cuál es la esencia del reloj, puede pasar desapercibido, o no merecer más allá de un «anda, mira, qué curioso (pero qué caro)».
Pero cuando se sabe toda la maravilla técnica que Jaeger-LeCoultre ha puesto en sus relojes, la más o menos indiferencia se convierte en asombro y en deseo (o eso es lo que me pasa a mí). Y más cuando vemos su última creación, el Jaeger-LeCoultre Atmos Hybris Mechanica Calibre 590. Pero merece la pena conocer los orígenes del reloj.
UN POCO DE HISTORIA
El Jaeger-LeCoultre Atmos es a la relojería lo que los árboles a la Naturaleza: su transcurrir no comparte las premuras del ajetreo diario; su lento compás ve con una perspectiva diferente la vida que los humanos, sus creadores, viven. Se alimenta del aire y necesita un retoque cada 3.821 años. Casi no es de este mundo, ¿verdad?
El Atmos fue inventado en 1928, aunque los relojes cuyo movimiento se basan en los cambios de temperatura y presión existían desde el siglo XVII. En 1928, Reutter, un ingeniero radiólogo originario de Neuchâtel, presentó un prototipo de reloj —ahora se conoce como Atmos 0— que parecía desafiar las leyes de la física: sin necesidad de pilas, electricidad ni cuerda, funcionaba durante siglos sin deteriorarse ni requerir ninguna intervención externa.
El principio mecánico del Jaeger-LeCoultre Atmos es sencillo, aunque sumamente difícil de ejecutar: la energía necesaria para accionar el reloj procede de las fluctuaciones normales y cotidianas de la temperatura del aire. La energía térmica se transforma en energía mecánica, que impulsa el movimiento del volante. El secreto reside en su cápsula sellada herméticamente y repleta de gases, que se conecta con el muelle de accionamiento del reloj a través de una membrana.
La más mínima variación de la temperatura modifica el volumen del gas, lo que hace que la membrana se expanda y se contraiga —»respirando» como el fuelle de un acordeón— y dé cuerda al muelle. Una variación de un solo grado centígrado puede alimentar el reloj durante 48 horas.
Así funciona:
Dado que este extraordinario sistema solo produce una pequeña cantidad de energía, el movimiento debe consumir lo mínimo; de hecho, su consumo es tan reducido que la energía utilizada por una sola bombilla incandescente de 15 vatios equivale a la de 60 millones de relojes Atmos. El mecanismo utiliza un péndulo de torsión para medir el tiempo y el volante consiste en un círculo de metal, suspendido de un fino hilo de elinvar, una aleación a base de níquel. Puesto que este volante anular tarda un minuto en completar una oscilación completa, solo requiere una cuadragésima parte de la energía que necesita un reloj de pulsera convencional.
En 1930, dos años después de que Reutter presentara su prototipo, se pusieron a la venta los primeros ejemplares del Atmos I, que se vio afectado por numerosos problemas técnicos, por lo que su comercialización y producción se tambalearon. Jacques-David LeCoultre halló por casualidad un Atmos en una boutique parisina, quedó cautivado por su funcionamiento único y lo compró. Rápidamente constató que, a pesar de la brillantez del concepto de Reutter, el mecanismo no era viable. La Manufactura se puso en contacto con Reutter, que reaccionó con entusiasmo y empezó a trabajar en Le Sentier bajo la dirección de Jacques-David LeCoultre en el proyecto del «nuevo Atmos». Mientras seguían vendiendo una versión mejorada del Atmos I, ambos tenían la clara voluntad de seguir mejorando el mecanismo y comercializar plenamente su producción.
Esta versión fue realizada con cristal de Lalique:
Las mejoras esenciales consistieron en garantizar la hermeticidad necesaria para el buen funcionamiento del movimiento; sustituir el mercurio utilizado por Reutter por el cloruro de etilo, más estable, y rediseñar por completo los componentes clave del mecanismo para que fuera más sencillo, robusto y adecuado a la fabricación en serie. Por fin, en 1939, el nuevo Calibre 519 cumplía plenamente las expectativas de Jaeger-LeCoultre, que estaba lista para iniciar la comercialización del Atmos II.
Otro modelo de los primeros tiempos:
El éxito no se hizo esperar y el Atmos pronto se convirtió en un preciado objeto de culto, que en 1950 fue seleccionado como regalo oficial de la Confederación Suiza. En 1951, la producción alcanzó las 10 000 unidades anuales, y en 1979 salió de la Manufactura de Le Sentier el reloj número 500.000. No esta nada mal, ¿verdad?
Aun así, el mecanismo del Atmos tenía una limitación: dado que produce únicamente una cantidad ínfima de energía, no tiene suficiente potencia para accionar otras funciones. Jaeger-LeCoultre resolvió este problema en 1982 con un nuevo movimiento, el Calibre 540, que permitía incorporar funciones adicionales con un aumento infinitesimal del consumo de energía. Los ingenieros de la Manufactura desarrollaron el primer Atmos con fases lunares a finales de la década de 1990 y desde entonces han añadido otras complicaciones: cartas celestes, esferas reguladoras, indicaciones de la ecuación del tiempo, incluso un «reloj misterioso» con un remontoir d’égalité, o mecanismo de fuerza constante.
EVOLUCIÓN DEL DISEÑO DEL JAEGER-LECOULTRE ATMOS
El Atmos Original, con su domo de cristal, es en sí una pieza de diseño Art Déco muy buscada por su belleza. Desde la década de 1970, Jaeger-LeCoultre ha colaborado con diseñadores con talento y artesanos especializados para producir ediciones especiales del Atmos, especialmente las que incorporan complicaciones astronómicas. Como ejemplos destacados figuran el futurista Atmos du Millénaire Atlantis, creado en 1999 para celebrar el nuevo milenio y basado en un modelo único concebido por la agencia de diseño parisina Kohler & Rekow en 1988.
El Atmos 566 de Marc Newson, alojado en un cubo de cristal de Baccarat hecho a mano, dentro del cual el mecanismo parece flotar ingrávido. Newson diseñó en 2016 una versión aún más ingrávida.
y el suntuoso Atmos Marqueterie ‘Le Baiser’ de 2012, alojado en un gabinete de maderas exclusivas con una representación exquisitamente detallada del cuadro El beso de Gustav Klimt en marquetería de madera. Para el Atmos se han utilizado artes decorativas como la marquetería de madera y de paja, el esmaltado, el engastado y diversas técnicas de cristalería, con la misma imaginación artística y la misma minuciosidad artesanal que la Grande Maison dedica a sus mejores relojes de pulsera.
Y también me gustaría mostrar, aunque los vídeos tienen una calidad de imagen pobre (culpa de Facebook, que hace 5 años machacaba los vídeos para publicarlos), uno de mis Jaeger-LeCoultre Atmos favoritos: el creado junto a Hermès. Una belleza que me encantaría poder tener algún día:
En 2022, Jaeger-LeCoultre rendirá homenaje al Atmos en Homo Faber, un acontecimiento extraordinario que destaca lo mejor de la artesanía europea mediante 15 exposiciones que presentan la obra de maestros artesanos excepcionales. Jaeger-LeCoultre, elegida por su extraordinario savoir-faire en materia de relojería, participará en la exposición Genealogies of Ornament (Genealogías del Ornamento), que celebra la extraordinaria destreza artesanal y la experiencia acumulada de sus artesanos tanto en el ámbito de la relojería como de las artes decorativas. El Atmos, reloj y objeto de arte a partes iguales, es reconocido en todo el mundo como símbolo de la artesanía y el ingenio suizos. Homo Faber tendrá lugar del 10 de abril al 1 de mayo en la isla de S. Giorgio Maggiore de Venecia. Me encantaría ir.
Por cierto que, para celebrar su presencia en la exposición, se ha lanzado el Jaeger-LeCoultre Atmos Cherry Blossom que es, aparte de un reloj regulador, un compendio de artes decorativas. Es éste:
También este año, durante Watches & Wonders 2022, la manufactura ha presentado dos nuevos modelos que renuevan el amor por esta obra de arte.
JAEGER-LECOULTRE ATMOS HYBRIS MECHANICA CALIBRE 590
Es el reloj Atmos más complejo jamás creado. Formado por 443 componentes y con una complicación de telurio totalmente integrada en el movimiento, es el resultado de más de cuatro años de investigación y desarrollo. Su complejidad técnica y su sofisticación merecen un lugar en la colección Hybris Mechanica de Jaeger-LeCoultre, en la que ya hemos visto un Reverso de 4 esferas, o el fascinante Gyrotourbillon Westminster. Además de reproducir con precisión la rotación de la Tierra sobre su propio eje, así como las órbitas de la Luna alrededor de la Tierra y de la Tierra alrededor del Sol, el nuevo calibre indica los meses y las estaciones correspondientes con un calendario zodiacal.
La esfera del reloj está definida por un anillo periférico compuesto por dos capas. La capa superior, fija, está marcada con una minutería de horas y minutos, además de los nombres de las estaciones; oculta un anillo móvil con los meses, que aparece en la ventanilla ubicada a las 6 h. Dentro de este conjunto hay un disco de cristal de zafiro de color azul translúcido grabado a láser con los signos del
zodiaco. En el centro de la esfera, el sol aparece representado a través de una explosión de rayos metálicos pulidos de color dorado.
Cerca del anillo periférico, equilibrado por un contrapeso en forma de cuña, un círculo de meteorito enmarca un disco de zafiro transparente en el que están engastadas la Tierra y la Luna. La Tierra gira sobre su eje en 24 horas, un día de duración en nuestro tiempo civil, proporcionando una indicación noche-día mientras gira. Al mismo tiempo, la Luna orbita alrededor de la Tierra en un ciclo sinódico, girando sobre su propio eje para mostrar las fases lunares. Determinado por un ciclo completo de fases lunares, un mes sinódico tiene una duración de 29 días, 12 horas, 44 minutos y 2 segundos. Esta duración media (o promedio) considera la ligera variación causada por la forma elíptica de la órbita de la Luna. El mecanismo del Atmos se aproxima tanto a este promedio que solo implica un día de error en 5.770 años.
El disco de la Luna y la Tierra orbita alrededor del Sol central, realizando una rotación completa en un año solar (o tropical), e indicando las estaciones a medida que gira. Los relojeros de Jaeger-LeCoultre han logrado crear un ciclo de 365,2466 días. Esta cifra se aproxima tanto al valor de referencia de 365,2425 días del calendario gregoriano que solo varía un día en 390 años, lo que significa que no será necesario ajustarlo hasta el año 2412 (a excepción del cambio estacional).
Por supuesto, el mimo puesto en la decoración de cada elemento está a la altura de la excepción mecánica del reloj. El Jaeger-LeCoultre Atmos Hybris Mechanica Calibre 590 es una edición de sólo 10 unidades, cuyo precio se comunica bajo petición expresa. *suspiro*
JAEGER-LECOULTRE ATMOS INFINITE
El segundo modelo presentado contrasta con el Hybris porque sólo presenta las horas y los minutos. Pero ¡qué forma de presentarlos! Haciendo hincapié en el minimalismo, refuerza la idea de transparencia y liviandad, perfectamente coherente con el aire que alimenta el movimiento.
El mecanismo del Atmos está sostenido por unos soportes de cristal diseñados para ser prácticamente invisibles. Esto permite una visión completa de todo el mecanismo desde cualquier ángulo, con los fuelles, cadenas y engranajes que hacen que el reloj funcione.
El enfoque minimalista se extiende a las funciones del reloj: el movimiento Jaeger-LeCoultre Calibre 570 es un movimiento con horas y minutos. Su construcción también se reduce a lo esencial, aunque abundan los acabados de Alta Relojería, como las superficies cepilladas, los bordes pulidos y las líneas Côtes de Genève.
La esfera lacada en negro se compone de dos círculos concéntricos en los que se han incorporado índices pulidos con forma de bastón y se completa con agujas que hacen juego con el acabado rodiado y plateado del mecanismo. Los minutos están marcados con pequeños puntos dentados en el anillo exterior de metal. Su forma evoca las muescas redondas del volante anular, que gira con un ritmo lento e hipnótico bajo el cuerpo del movimiento.
El Jaeger-LeCoultre Atmos Infinite pasa a formar parte de la colección permanente de la casa, con un precio de 15.800 euros. El precio de la eternidad. Más información en Jaeger-LeCoultre.es.