Aunque el fundador de la marca que lleva su nombre, Laurent Ferrier, tiene toda la presencia de un venerable sabio (aquí está el reportaje de mi cena con él), tiene un pasado ligado al mundo del automovilismo, al que rindió homenaje por primera vez con el lanzamiento del Tourbillon Grand Sport, que tuvo su continuidad al año siguiente con un modelo azul con brazalete. Ahora lanza este Laurent Ferrier Sport Auto con un nuevo calibre sin tourbillon, que le permite abaratar el precio sin reducir la calidad. Vamos a repasar su historia, tal como la conté en el primer artículo.
PASIÓN PREMIADA
Cualquiera diría que el relojero de 76 años, que abrió su propia empresa tras jubilarse de Patek Philippe, donde trabajó toda su vida, sentía (y siente) una auténtica pasión por las carreras de automóviles. Y la vivió plenamente.
De hecho este hijo y nieto de relojeros sintió esa pasión por los coches desde niño, pero su padre no tenía dinero para meterle en un mundo tan exigente (física y monetariamente). Así que junto con sus amigos compró un Lotus 18 con el corría en un circuito en Ginebra, pero no en carreras. Después se hizo con un Formula Ford con el que sí compitió, pero no tenía dinero suficiente para hacer todas las carreras del año.
Laurent Ferrier ya trabajaba para Patek, donde entró -en el desarrollo de calibres- tras graduarse en la escuela de relojería. Pero dejó el trabajo para irse al mundo de los autómoviles. Tres años más tarde Patek le volvió a llamar, esta vez para encabezar la sección llamada «apariencia». Su trabajo era convertir los diseños sobre papel en prototipos viables.
Regresó a la marca con la condición de tener los fines de semana libres para poder correr. En 1974 vendió los coches que tenía y alquiló un bólido prototipo de dos litros de cabina abierta para una carrera de 1.000 kilómetros. En 1975 dio el salto a Le Mans (su primer vehículo fue un Lola), y desde entonces volvió cada año hasta 1981. En esos años condujo un Chevron, un Porsche 934 y 935, y en los dos últimos años un BMW M1. En 1977 ganó la carrera en la categoría de prototipos de 2 litros. En 1979 terminó tercero en la general, just detrás de Paul Newman.
Su compañero de carreras fue François Servanin, con el que le unió una amistad duradera y que en 2009 le dio el dinero para montar lo que hoy conocemos como la marca Laurent Ferrier. Y ahora el relojero homenajea esa época de su vida con un reloj deportivo.
LAURENT FERRIER SPORT AUTO
El exterior del Laurent Ferrier Sport Auto es un refinado juego de curvas firmes y redondeadas animadas por algunas contracurvas que perfilan una carrocería con un diseño perfectamente equilibrado. La caja es de titanio de grado 5 y mide 41,5 mm de diámetro. Se ha optado por añadir un bisel de contraste con líneas más suaves, que es una evolución de la caja Square (que vimos en vivo por primera vez en 2015), a una con más forma de tonel (pero no del todo). Los acabados son diferentes en cada una de sus caras. El bisel muestra un acabado satinado circular que contrasta con sus flancos pulidos a espejo, así como con el satinado vertical de la caja central.
Como guinda del pastel, se ha añadido a esta caja un brazalete metálico totalmente integrado, también de titanio de grado 5 que retoma el acabado satinado vertical realzado por los flancos pulidos. Los lados inclinados de los eslabones centrales también están pulidos.
UNA ESFERA OPALINA MULTITONO
La esfera es, en mi opinión, todo un acierto. Azules hay muchos, así que hay que hacerlo muy bien para destacar. Y la del Laurent Ferrier Sport Auto sin duda lo consigue. Sus diferentes matices
de azul, combinados con su acabado opalino, le confieren una textura suave. Las agujas de oro blanco en forma de gota e índices iluminados por Super-LumiNova verde refuerzan el carácter de la esfera. A las 6 horas, un pequeño segundero con un tono azul distinto al resto de la esfera.
Como en toda la colección de la casa, la legibilidad es un aspecto fundamental. En el caso del Laurent Ferrier Sport Auto se maximiza gracias a la pista de minutos gris, que es el color usado también para el logotipo y el retículo central.
La ventana de fecha a las 3 horas es de las más elegantes que he visto yo en mucho tiempo. Al igual que los modelos Tourbillon, la indicación del movimiento «Sport Auto», transferida tono sobre tono entre las agujas y el pequeño segundero, completan la composición.
UN CALIBRE AUTOMÁTICO NUEVO
El segundo movimiento de calendario automático de la casa, el calibre LF 270.01, es el resultado de un desarrollo propio. Se trata de un escape suizo que utiliza un sistema de cuerda automática con un microrrotor descentrado. Está equipado con un rodamiento de bolas unidireccional que sustituye al tradicional sistema de trinquete. Está equipado con una masa oscilante de platino 950, colocada directamente entre el platina y el puente para garantizar una estabilidad ideal y una potencia de remontaje máxima. Una vez que se le ha dado cuerda, este calibre ofrece una reserva de marcha de más de 72 horas.
Cada calibre LF 270.01 requiere más de 139 operaciones de acabado manual. Por ejemplo, el puente del movimiento micro-rotor está decorado a mano: los ángulos se suavizan y luego se terminan con madera de genciana o diamantina, mientras que la superficie se pule a espejo. Además, el movimiento presenta varios ángulos internos, múltiples superficies pulidas con zinc y numerosos satinados y graneados circulares, todo ello ejecutado a mano en los talleres de Laurent Ferrier.
El rotor está decorado con una inscripición que relata la aventura automovilística de Laurent Ferrier.
El Laurent Ferrier Sport Auto pasa a ser un reloj de la colección estándar de la casa al contrario que los otros modelos, que fueron ediciones limitadas hace mucho tiempo agotadas. Su precio es de 46.000 francos suizos (unos 42.300 euros). El precio no incluye impuestos, pero a quién le preocupa eso, ¿verdad?. El reloj se puede solicitar online o en los distribuidores autorizados. Más información en LaurentFerrier.com.