Y ahora algo distinto: miel de relojeros
El lado dulce de la relojería
Si tiro de lógica y de la definición de valle en el Diccionario de la Real Academia Española, en Suiza debe haber la mitad de valles que de montañas. Menos mal, porque vivir en sus cumbres es imposible mientras que muchos de los valles suizos son muy agradables -algunos sorprendentemente cálidos para lo que suele ser normal allí- y han permitido los asentamientos que a la postre han hecho de Suiza el país que es hoy.
Una de esas ciudades, La Chaux-de-Fonds, tiene desde 1824 en su escudo de armas un panal y abejas rampantes (o volantes), que representan, al parecer, los trabajadores y la actividad de la industria relojera, además de, imagino, una notable presencia de abejas en la urbe original. Curiosamente una ley de hace un siglo prohibía los panales en los límites de la ciudad.
Como quiera que la ley ha sido derogada, que el mundo se enfrenta a una gravísima crisis ecológica si siguen desapareciendo las abejas al ritmo actual y que curiosamente a las abejas les va mejor en la ciudad que en el campo porque en la ciudad no se utilizan pesticidas, el caso es que el grupo Sowind (que engloba a Girard-Perregaux y JEANRICHARD) y que pertenece al grupo del lujo Kering, ha decidido volver los ojos a esta actividad que el ser humano lleva practicando desde hace unos 10.000 años.
Así que han plantado 3 colmenas a los pies de Villa Marguerite (que aloja el Museo Girard-Perregaux) con unas 50.000 abejas cada una. Cómo han llegado a saber esa cifra exacta es algo que me sobrepasa. Seguro que lo ha dicho a boleo alguien con bata blanca y cara de sesudo y claro, quién se va a poner a contarlas para contradecirle («Oiga, a mí me salen sólo 43.293». «Eso es que has contado mal, empieza de nuevo». No sé, no lo veo yo).
Sea como fuere, las 150.000 abejas producirán entre diez y 15 kilos de miel al año. Por panal. Eso puede significar 45 kilos de miel y, además del bien a la comunidad local y su flora autóctona, esa miel puede servir para sacarse un dinerillo extra que, tal como están las cosas, no es para despreciar. Más de 20 personas del Grupo van a colaborar de una forma u otra en esta actividad con la idea de ofrecer la miel resultante a empleados, clientes especiales y amigos de la empresa.
Claire Piroddi, Jefa de Sostenibilidad en Sowind, ha dicho que » con nuestros panales estamos reintroduciendo la naturaleza en la ciudad. Como empresa es un proyecto participativo y fomenta un gratificante cultura de empresa, integrándose perfectamente en nuestra cultura empresarial de llevar un estilo de vida rico, sostenible y con significado».
Digamos por último que éste no es el único proyecto de apicultura conocido en la industria relojera. Jaeger-LeCoutre puso en marcha un proyecto igual en 2012, pero en su valle, el Vallée de Joux.
Pues me parece muy bien, oiga.