El pasado 26 de agosto la Canciller Alemana Angela Merkel acudió a Glashütte para la inauguración del nuevo y precioso edificio de la manufactura A. Lange & Söhne, tras poner la primera piedra el 5 de septiembre de 2012.
Se cierra así un ciclo que empezó en 1990 con el resurgir de la marca de la mano de su heredero, Walter Lange. Si queréis leer sobre cómo llegó la casa hasta donde está os recomiendo que leáis el artículo sobre el aniversario de la primera colección de A. Lange & Söhne. Es muy interesante leer lo que Walter tiene que decir.
A él se dirigió Angela, a quien le dijo: “El nuevo comienzo no fue fácil, pero usted y sus compañeros han logrado el éxito y una posición de primer nivel colocando a la manufactura entre las marcas de alta relojería más prestigiosas del mundo. La buena reputación de la Alemania del Este como innovadora, flexible y con su moderna edificación se basan en historias de éxito como la de ustedes”.
El nuevo edificio -de 5.400 m²- presenta una estructura que encaja perfectamente con los antiguos edificios de la manufactura y con el entorno urbano en el que se encuentra. En la foto se aprecia cómo las ventanas -253- son mucho mayores que las anteriores para favorecer la entrada de luz. Por supuesto el aislamiento es perfecto, no sólo para el control de la temperatura sino para evitar el polvo. En la parte frontal, pero en el interior, se encuentras las máquinas y equipamientos empleados para manufacturar las piezas de los relojes, así como también acoge el departamento de grabación y decoración y la logística.
Pero además el edificio busca la eficiencia energética, para lo que se ha dotado de una planta de energía geotérmica (la más grande de Sajonia), con 55 pozos para intercambio de calor. Los datos principales se pueden ver en este gráfico.
Por supuesto, como todo en Lange, no se sabe nada de cuánto ha costado la nueva manufactura, pero sí que fue una cantidad de doble dígito en millones de euros. Ojalá un día pueda visitarla. Y de paso a ver si Angela Merkel cambia de reloj, porque suele llevar un Boccia que en su momento costaba unos 90 euros (ahora está descatalogado). Y además lo llevó con el cristal roto durante casi un año. Genio y figura, como se suele decir.