A pesar de celebrar este año el 75 del Portugués (como contamos en este artículo), la manufactura IWC no ha descuidado en absoluto su reloj de corte más clásico, el Portofino. Ahora nos sorprende con la incorporación del primer cronógrafo monopulsador de la casa, el Portofino Monpusher.
En realidad la sorpresa es el calibre, no que aparezca en la colección Portofino. Si descontamos los Da Vinci, que ahora mismo son anecdóticos en la colección de IWC, los Portofino son el reloj de vestir de la marca. No es que tengan medidas de reloj de vestir porque los tamaños son los mismos que en el Portugués (en la horquilla entre los 43 y los 45 mm de diámetro de caja), sino porque su estética es mucho más clásica; más vintage incluso, si se quiere.
Y como ya sabemos los cronógrafos nacieron monopulsantes. Es verdad que el primer cronógrafo de la Historia lo creó Louis Moinet en 1816 y tenía un pulsador para devolver la trotadora a cero (se puede ver en su web), pero no era un reloj, sólo un medidor de tiempos; de hecho Louis lo usaba para cálculos astrales. En realidad el primer reloj con dos pulsadores lo presentó Breitling en 1934 y por consiguiente tiene sentido que la pieza más, digamos, «tradicional» de IWC acoja un calibre que podríamos llamar clásico. Bienvenidos al Portofino Monophusher. O, si queremos usar su nombre completo en español, Portofino Manual Cronógrafo Monopulsador (dónde queda el misterio de los nombres).
La esencia del Portofino está siempre presente. La caja en versión de oro blanco -que es la que tenemos aquí- u oro rojo mide 45 mm de diámetro. Las cortas asas aumentan la forma redonda de la caja, incrementando así su aspecto añejo. Cambia, como es lógico, la corona, en la que sobresale el pulsador del cronógrafo que además está decorado con el lema de la casa, Probus Scafusia («buen trabajo hecho en Schaffhausen»).
Es notable que el pulsador sí que tiene importancia en el tamaño final porque, aunque su longitud no es excesiva, al ir montado sobre una corona que es de por sí de tamaño respetable -y muy cómoda de manejar por tanto-, acaba por añadir unos milímetros que se añaden a los de por sí generosos 45 de la circunferencia. No es desequilibrante, pero si notorio.
El pulsador opera sobre un nuevo calibre, el 59360 manual. Por supuesto la base es el calibre 59000 al que se le ha añadido un módulo de cronógrafo. Como siempre en IWC el reverso del reloj tiene un bisel muy delgado para dejar sitio al cristal de zafiro que permite ver el movimiento en toda su gloria.
Y no es poca, porque la construcción en diversas alturas y la decoración con Côtes de Genève dan una sensación de profundidad muy industrial pero a la vez muy elegante. Está construido de tal forma que invita a admirar varias de sus partes mientras funciona. Especialmente la gran rueda de pilares y el eje que la acciona.
También se ve el volante, que oscila a 4 hercios (28.000 alternancias a la hora) y además lo hace durante 8 días antes de pararse, una característica de los 59000 para lo que necesita un barrilete de gran tamaño y de ahí el aumento del tamaño del calibre. Si por ejemplo en el Portofino Hand Would Pure Classic que mostré en este artículo la reserva de marcha se mostraba en la trasera, en este Portofino Monopusher aparece a las 9 horas.
Es una configuración que ya habíamos visto en otro de los modelos presentados en el Watches and Wonders, el Portofino Manual Día y Fecha que también revisé aquí. En este caso, como en aquel, ubicar la el indicador de reserva de marcha a las 9 equilibra la esfera, que a las 3 presenta la ventanilla de fecha. A las 12 y a las 6 hay dos subesferas iguales: la del pequeño segundero a las 6 -recordemos que los IWC originalmente eran relojes de bolsillo, que tienen el pequeño segundero al sur de la esfera- y la de 60 minutos del cronógrafo a las 12. Esta se distingue porque están pintados todos los minutos para tener una lectura más precisa del conteo parcial, pero sin romper la estética de la esfera. Está muy bien resuelta la simetría de las subesferas, ambas con el 60 en rojo y ambas con la misma manecilla. Y por supuesto también está marcada la minutería exterior con todas las subdivisiones necesarias para leer el conteo de la trotadora central.
Por eso la decoración antracita es tan sólo un sutil «rayos de sol», para no recargar una esfera ya suficientemente poblada.
Siendo la caja de 13 mm de altura (tal como se lee en la Ficha Técnica Completa) el Portofino Monpusher se asienta bien sobre la muñeca, a lo que sin duda ayuda la longitud de las asas.
No quiero dejar de mencionar que la correa, fantástica, está fabricada por Santoni, la peletería de IWC que es de las mejores que se pueden encontrar.
El reloj ya está disponible en la boutique de IWC en Madrid y tiene un precio de 26.900 € en su versión de oro blanco. Es una pieza con porte que puede cumplir perfectamente como reloj de vestir con un elegante toque deportivo.