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En la muñeca: Tudor Heritage Black Bay Black

2012 fue un año importantísimo para Tudor porque lanzó dos relojes que le pusieron de nuevo en el punto de mira de los aficionados, que vieron una propuesta distinta de una marca hasta entonces ensombrecida por su casa madre, Rolex. Los modelos fueron el Heritage Black Bay y el Pelagos, con enorme éxito desde el principio.

Ambos modelos presentaban una personalidad propia, unos relojes de buceo que apelaban a la historia más personal de la marca unida a una excelente calidad de fabricación y a un aire más joven e incluso atrevido. Fueron relojes que marcaron el comienzo de la ruptura del cordón umbilical que le había unido a Rolex desde su nacimiento. Un cordón que le había alimentado pero también sofocado.

La ruptura llegó finalmente este año, cuando Tudor presentó su propio calibre MT5621 que no había sido fabricado por Rolex. Eso sí, sin renunciar a la genética heredada de los productos perfectamente ejecutados.  El calibre se alojó primero en el North Flag (revisado con fotos en vivo en este artículo) e inmediatamente después en el Pelagos (también analizado en esta entrada). Tudor se vestía así de orgullosa manufactura. Una prueba gráfica del buen funcionamiento del movimiento la vi en el SalonQP de Londres, y se puede leer haciendo clic aquí.

Sin embargo Tudor no ha considerado conveniente incluir su calibre en el nuevo modelo, el capicúa Black Bay Black. No será por mantener el precio creo yo, porque viene a costar lo mismo que el North Flag y el movimiento que integra es un ETA 2824. Seguramente lo incluirá el año que viene, terminando así de renovar sus relojes más importantes. Vamos a ver qué nos ofrece este Heritage Black Bay Black.

LA CAJA

Aunque el nombre del reloj apela a la herencia el diámetro de la caja es de 41 mm, en absoluto una medida «antigua». Esa es la primera decisión correcta de Tudor porque sin duda estamos en otros tiempos, con muñecas más grandes. El material utilizado es el acero 316L, habitual en la relojería y conocido en el mundo industrial como el acero «grado marino» gracias a su resistencia a la corrosión, lo que como se puede uno imaginar le viene de perlas para meterse en el agua. Pero además es muy común su uso en la medicina por ser hipoalergénico.

La parte superior de las asas están satinadas y además biseladas, un detalle que aporta elegancia al modelo. Contrasta el cepillado con el pulido de la carrura, que hace destacar la gran corona decorada con la rosa Tudor. La gran corona está tomada del modelo 7924 aparecido en 1958 y que es conocido por los aficionados como el «Big Crown».

El bisel unidireccional está perfectamente ejecutado para combinar aspecto vintage con utilidad moderna. No tiene, como su hermano Pelagos, una base de cerámica -un factor que sí afecta al precio- sino que es de acero. Pero es igualmente atractivo sobre todo por el simple detalle del triángulo rojo a las 12, que además añade un punto luminiscente para que se puede ver en la profundidad del mar. Por cierto que pudimos verlo también en el reloj creado para la subasta Only Watch y que presentamos aquí.

LA ESFERA

Una maravilla, sin más. El color del lacado tiene una textura casi orgánica que revive la experiencia de los relojes de época. La minutería es dorada, lo mismo que el borde de las manecillas y el segundero. Por supuesto la manecilla de las horas y la del segundero tienen la forma de «copo de nieve», utilizada por Tudor desde 1969 hasta la década de los 80 y que se ha convertido en uno de sus iconos. Todo el conjunto rezuma un aire clásico elegante y excelentemente conseguido.

Un detalle añadido: los textos, también en un color oro viejo y una textura que enriquece la presencia de la esfera. No entiendo por qué dice que tiene un rotor y que es automático (self-winding) cuando una cosa implica la otra, pero en este caso la escritura es tan bonita que excusa la tradicional verborrea de las esferas suizas.

Quizá la mejor forma de entender el aspecto vintage de este modelo es compararlo con la presencia mucho más fría del Black Bay Blue:

¿A que sí?

Y por último merece la pena mencionar el tratamiento con SuperLuminova. No olvidemos que el Heritage Black Bay es un reloj de buceo (hermético hasta 200 metros), así que debe cumplir las normas básicas de estos relojes. Y sin duda lo hace, porque nada más esconderlo levemente de la luz ya empieza a brillar, y en la oscuridad lo hace de manera intensa.

 

EL BRAZALETE

Pues sí, tiene un aire a Submariner. Al fin y al cabo históricamente hubo Tudor Submariner y por tanto también forma parte de su Heritage, ¿no?

Dicho lo cual el brazalete se siente bien, está muy bien construido y le da ese aspecto de «herrmienta» que está en el origen de Tudor: hacer relojes resistentes y duraderos, capaces de aguantar el tipo en cualquier trabajo.

Tudor también incluye con el suministro otra correa, esta vez de tela -tipo NATO- que por cierto obliga a comprarte la herramienta de Tudor si la quieres cambiar tú mismo. Y existe una versión con correa de piel negra envejecida. Cuando apareció el primer Black Bay, el del bisel rojo, se podía elegir qué correa se quería como segunda opción, pero ahora ya no. Ambas se pueden ver en la Ficha Técnica Completa.

Los precios estarán -salvo error- en la línea de sus hermanos: 2.910 € para la correa de cuero y 3.250 con brazalete.

EN RESUMEN

Este Heritage Black Bay Black es una perfecta elección si se quiere tener un reloj automático de relativo bajo precio pero con personalidad suficiente para enfrentarse a otros modelos del mercado con más alcurnia. No tiene un calibre de manufactura, es cierto, pero el diseño de la esfera, su excelente construcción y la personalidad tan marcada compensan más que de sobra. Otro éxito de Tudor, sin duda.

 

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