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En la muñeca: Tudor Heritage Black Bay Bronze

Tudor Heritage Black Bay Bronze

El Heritage Black Bay Bronze de Tudor ha sido sin duda alguna uno de los pocos relojes que realmente han levantado expectación en la feria de Baselworld 2016, porque une lo mejor de los Black Bay con una presencia distinta y cautivadora. Nos lo hemos puesto para saber si responde al revuelo causado.

En dos palabras: ¡desde luego! El Tudor Heritage Black Bay Bronze es seguramente la iteración más atractiva del modelo. Y eso a pesar de que todos guardamos un sitio especial en nuestro corazón para el Black Bay original con bisel granate que apareció en 2012 para crear una historia de amor y pasión que sigue igual de potente 4 años después. Dedicaré un artículo específico a los nuevos Black Bay con calibre de manufactura más adelante para poder centrarnos ahora en esta pequeña joya de seducción.

Empecemos por la caja: 43 mm de diámetro, dos más que sus hermanos de familia. Pero no es enteramente de bronce, sino que está creada a partir de una aleación de bronce y aluminio. El bronce es un metal que se oxida al contacto con el aire porque su principal componente es el cobre, y va creando una pátina -conocida también como cardenilloverdín- que varía de color según los componentes del aire que lo oxida; así, termina teniendo un color que puede ir desde el gris al verde brillante o incluso al morado o el negro, pasando por diversas tonalidades de azul, marrón u ocre. Esta paleta de colores tiene su reflejo incluso en el nombre: verdín hace referencia al verde, cardenillo viene de cárdeno que es morado, y los ingleses utilizan la palabra verdigris y los franceses vert de gris. Curiosamente el origen de ambas era también francés, pero se decía Vert de Grece, verde de Grecia. Verdegrís se puede encontrar también en escritos en español (con acento en la i final), pero en realidad la RAE no lo admite porque ya hay tres palabras perfectamente válidas para definicir el concepto. Todos estos nombres para un mismo elemento dan una idea de cómo evoluciona el metal según donde esté. Y, sin duda, el ejemplo más conocido es el de la Estatua de la Libertad de Nueva York.

Además ocurre que la pátina no siempre es uniforme, con lo que el resultado puede no ser todo lo estético que a su dueño le gustaría. Ese es el motivo por el que la manufactura decidió alear el bronce con el aluminio: éste último actúa como nivelador y hace que la pátina sea uniforme en toda la caja del Tudor Heritage Black Bay Bronze. El metal está perfectamente satinado en su totalidad, incluida las asas. Sobre la carrura se alza el bisel marrón con numerales en un color oro viejo muy bonito, abrazando al cristal de zafiro abombado como corresponde a un reloj de inspiración vintage. La «Rosa Tudor», la flor heráldica de la dinastía inglesa, está grabada en una corona del mismo gran tamaño que la original de 1958.

La esfera es preciosa. El color marrón, que pasa de un tono chocolate mate a uno más cálido y rojizo según la luz que reciba, necesita muy pocos segundos para encandilar irreversiblemente a quien lo mira. Su borde exterior lo forman los minutos, pintados en un tono dorado a juego con el del bisel y que también se utiliza para la leyenda sobre las 6 (metros y pies de hermeticidad y certificación de cronometría) y bajo las 12. Aquí la Rosa Tudor ha sido sustituido por el escudo de la marca y la ciudad de Ginebra. Conviene recordad que Hans Wilsdorf, fundador de Rolex y nacido en Alemania, se nacionalizó británico, por lo que aunque su producción se trasladó a Biel (Suiza), no es de extrañar que utilizara el nombre de Tudor como homenaje a su patria de adopción. De hecho la marca registrada no es sólo Tudor, sino The Tudor; así, en inglés.

Al contrario que sus hermanos de colección este Tudor Heritage Black Bay Bronze presenta numerales arábigos a las 3, 6 y 9, particularmente queridos por los coleccionistas.  Salvo el gran triángulo isósceles invertido a las 12, las demás horas están señaladas por grandes círculos aplicados, a juego con el que aparece en el bisel. Y, por supuesto, están también las manecillas «snowflake» (copo de nieve) características de los relojes de submarinismo de Tudor. Todos con un excelente tratamiento SuperLuminova para una perfecta lectura en la oscuridad, como ya vimos en la presentación del Black Bay Black (que se puede leer aquí).

El reloj se mueve gracias a una de las versiones del calibre de manufactura introducido por Tudor el año pasado en el modelo North Flag (que presentamos en este artículo). Concretamente es el MT5601 de 33,8 mm de diámetro (sus hermanos llevan el 5602 de 31,8 mm) y 70 horas de reserva de marcha. El calibre no se ve porque va tapado con una rosca hecha en acero con un PVD que anticipa la pátina que tendrá la caja y hace -o hará- juego con ella.

Cuando Tudor entregó numerosos relojes a la Marina francesa las unidades iban sin correa, de manera que muchos de sus usuarios se hicieron la suya de manera artesanal. Una de ellas estaba hecha con un material elástico de un paracaídas, que a la postre sirvió para inspirar el Tudor Heritage Black Bay Bronze:

Tudor Oyster Prince Submariner Marine Nationale de 1977 con correa hecha de un trozo de paracaídas

 

Por eso una de las dos correas que Tudor entrega con el modelo es de tela, inspirada en la francesa. Tudor ha conseguido imitar perfectamente el aire rudo y simple de la original, con una hebilla sencilla pero muy efectiva que queda muy «auténtica», por así decir.

A mí personalmente me gusta más la otra: una gruesa correa de cuero envejecido que le va pintiparada al reloj para aumentar su fascinante presencia. La máquina se asienta como un guante sobre la muñeca, y su aspecto es inmejorable. Se mira mucho la hora en este reloj, y no precisamente para saber el dato: es simplemente para recrearse en él.

El Tudor Heritage Black Bay Bronze llega a las tiendas entre mayo y junio si se cumplen las previsiones de la marca. Yo auguro que por lo menos durante un tiempo va estar siempre escaso de stocks, porque la demanda va a ser enorme. Tiene un precio de 3.780 euros, que a cambio te da un reloj con calibre de manufactura y una de las estéticas más personales y atractivas entre los divers de estos últimos años. Un exitazo, vaya.

Más información en Tudor.com.

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