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¿Por qué el nuevo Tissot Ballade es tan importante (aunque no lo parezca)?

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El el pasado Baselworld 2016 Tissot presentó un reloj  que ya ha llegado a las tiendas con el sencillo nombre de Tissot Ballade. Es un modelo Powermatic 80 con certificado de cronómetro pero con un detalle único: el espirar es de silicio, algo normalmente reservado a modelos mucho más caros. Además de las fotos en vivo y los precios, vamos a ver por qué eso tan importante.

Antes de hablar de este Tissot Ballade Powermatic 80 vamos a hacer un pequeño resumen de la historia del silicio en la relojería. Ulysse Nardin fue la primera manufactura en presentar un escape de silicio. Fue en 2001 con su Freak. Y, haciendo honor al nombre del reloj, la industria se polarizó: unos decían que ya veríamos, que esos materiales nuevos… otros aplaudieron la innovación. En 2005 nada menos que Patek Philippe lanzó su calendario anual 5250 con rueda de escape de silicio, lo que terminó por descolocar a todo el mundo. En 2006 repitió con otro calendario anual, el 5350, con un espiral fabricado en Silinvar, fabricado en realidad en colaboración con el grupo Swatch y Rolex. Ese mismo año Breguet presentaba el Calibre 591A, que por primera vez incluía la rueda de escape, regulador y espiral en silicio.

Las ventajas del silicio son claras: es más ligero, más duro y más resistente a la corrosión, los cambios de temperatura y las sacudidas. Y es antimagnético. Más aún, no genera fricción como el metal y por tanto no necesita lubricación. Recordemos que la lubricación es el talon de aquiles de los calibres porque se terminan por endurecer o degenerar, afectando al movimiento o incluso parándolo completamente. De esta manera los movimientos con piezas de silicio son más precisos y con tiempos entre mantenimientos más largos.

Por último, el silicio es el segundo componente más común del planeta después del oxígeno y se puede fabricar en serie, creando piezas exactamente iguales entre sí de manera industrial. Los escépticos dicen que no sabemos si en 100 años se podrán reparar las piezas de silicio, de la misma forma que reparamos relojes de más de un siglo. Yo creo que precisamente por esa facilidad de fabricación (aunque sea cara) será aún más sencillo recrear las piezas. Si ahora se sabe reconstruir relojes de más de cien años de los que no hay planos ni esquemas, supongo que ahora que esta todo más que documentado el trabajo será más sencillo. Más aún, se hacen relojes con cajas de materiales rarísimos, únicos, y nadie dice ni mu sobre ello. Pienso por ejemplo en el HM5 de MB&F, cuya caja está fabricada en CarbonMacrolon. Yo estaría más preocupado por si se me rompe la caja, no por el espiral.

El caso es que en este Tissot Ballade Powermatic 80 el espiral del calibre 80.111 (que es como se le ha llamado) es de silicio. Para un reloj con precio inferior a 1.000 euros es evidente que no se ha hecho un desarrollo específico, sino que Tissot lo ha tomado de los ya existentes dentro del grupo Swatch para integrarlo en el Powermatic 80. Éste no es sino un ETA 2824 modificado para reducir su frecuencia a 21.600 alternancias/hora y con un nuevo barrilete con un eje más delgado de manera que se pudiera integrar un muelle real también más delgado y más largo. El resultado son las 80 horas de reserva de marcha de las que habla su nombre, un verdadero logro. Además ahora, gracias al silicio, el reloj resultante tiene la certificación de cronómetro del laboratorio COSC. La única diferencia la vemos en un lado del movimiento con el símbolo del silicio y un dibujo que representa el espiral.

Tener un cronómetro COSC con volante de silicio y no pasar de los 1.000 euros significa muchas cosas, todas importantes: la tecnología del silicio está al alcance de la mano, no hace falta que pagar muchas decenas de miles de euros para poder disfrutar de sus ventajas. Por tanto no pasará mucho tiempo hasta que sea habitual en todos los relojes baratos. En uno momento en que el reloj mecánico está perdiendo la batalla de las muñecas (como contaba en este artículo), es bueno poder volver a tener argumentos que ofrecer en la gama baja de precios; que el cliente final vea una pequeña maravilla mecánica que no necesita recargarse y que responde a lo que antes siempre vendía la industria relojera: la precisión suiza.

Cuando salió el calibre Powermatic 80 yo dije que era un calibre fundacional, y así ha sido: ahora es común en todo este segmento de precio. Lo mismo ha de ocurrir con la tecnología del silicio. La marcas relojeras deben dejar de vender mitos y ofrecer realidades, y el silicio les puede ayudar a volver a dar prestigio a un segmento de su mercado que ahora mismo se ve amenazado por un vulgar relojito con microchip, como son los smart watch.

El Ballade Powermatic 80 tiene una caja de acero de 38 mm, una medida más bien pequeña (seguramente pensando en el mercado asiático). Sin embargo está muy bien realizada. Ofrece una enorme calidad para un reloj de este nivel. La parte frontal del reloj tiene superficies pulidas mientras que las verticales están bien satinadas. Pero sobre todo destaca la decoración del bisel, con «Clavos de París» que le dan un aspecto mucho más lujoso, además de dotarle de un dinamismo que rompe con la seriedad del modelo.

Como el reloj tiene una altura que no supera los 10 milímetros se convierte en un perfecto reloj de vestir, discreto y lustroso, que queda bien en cualquier muñeca por pequeña que sea. Yo espero que veamos relojes de mayor tamaño con la misma aplicación de silicio, y que se integre también en los cronógrafos. Sería así una oferta imbatible.

La esfera sigue con las misma propuesta de calidad que la caja. Tiene una esfera central que repite la decoración de clavos de París. Está rodeada por una franja satinada que la hace más distinguida. Sobre ella se asientan los índices facetados. Por último, las agujas dauphine están facetadas para mejorar la lectura. Todo el conjunto resulta refinado y clásico, pero muy atractivo.

También hay una versión de mujer que también se mueve gracias al mismo calibre cronómetro. Si es difícil de ver una versión femenina a la que no se le reduzca características, que sean las mismas que la de la versión masculina cuando estamos hablando de certificación COSC (que recordemos cuesta dinero a las casas el obtenerlo), es francamente extraño, así que no queda sino agradecer y felicitar a Tissot.

Y no quiero dejar de señalar la calidad del brazalete de acero. Cinco eslabones que alternan satinado y pulido y que resulta extraordinariamente cómodo y con una sensación de mucho valor. No tanto en la correa de piel, más discreta (pero también con cierre desplegable).

Y llegamos a los precios, el argumento que corrobora la aseveración que significa este Tissot Ballade Powermatic 80: la versión de caballero con correa de piel tiene un precio de  920 euros, mientras que la versión con brazalete y la versión de mujer tienen un precio de 970 euros. Ya sólo nos queda esperar a que sigan apareciendo modelos con esta tecnología y que se generalice, y sobre todo que el cliente final sepa entenderla y apreciarla. Más información en Tissot.es.

 

 

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